3 de mayo de 2007

MALASAÑA


He estado fuera de Madrid estos días, y me llegaron noticias difusas sobre los conatos violentos de Malasaña. Pensaba, mientras luchaba por convencer a mi hijo de las maravillas del pescado cocido y ojeaba las imágenes, que se trataba de ese tipo de altercados cíclicos que ocurren de vez en cuando; y que son la combinación entre un grupo de jóvenes borrachos y unas decisiones policiales demasiado cohercitivas y poco rentables. Pero parece ser que la historia se repitió. Y el tema puede ser más serio de lo que parece, por asimilación de lo que hemos visto en otros países, como Francia. Humildemente creo que hay demasiadas ramas en este árbol para definirlo de una forma clara. Los jóvenes (y los no tan jóvenes, esos que vivien a la espera del altercado) han perdido ciertos referentes que son fundamentales para entender que el respeto al otro forma parte del respeto a uno mismo. Están desubicados, probablemente demasiado ociosos y desilusionados. Parezco un abuelo, lo sé, pero es que yo con 18 años tenía que trabajar para poder seguir estudiando y tuve que seguir trabajando y dejé el ocio masivo para poder comprarme una casa, cuando era todavía razonablemente posible. Ellos probablemente solo tengan que estudiar (y envidia es lo que tengo) y les sobre el tiempo (no es una actividad que ocupe las 24 horas los 365 días del año, que nadie se engañe). Pero sobre todo tienen un futuro demasiado incierto, o demasiado cierto a largo plazo: ¿cuando se irán de casa?¿a los cuarenta?¿nunca?. Hay mucho más, claro, está el deseo natural del joven a oponerse a la autoridad, como parte de la formación de la persona, la incompetencia de la policía en su conjunto para mediar con estos descerebrados, y muchas más cuestiones que dejaremos para otro día.

Y no culpo a la policía, entre otras cosas porque no estuve allí. Pero he leído relatos de quienes sí estuvieron, e incluso de madres de jóvenes. En estos casos los daños colaterales son los inmposibles de evitar. Pero hay que calcular la rentabilidad de los actos. Entiendo que estamos en campaña electoral y que el gobierno madrileño tiene que dar imagen de seriedad y de intolerancia con los intolerantes. Lo sé. Pero ¿qué podían hacer todos esos jóvenes sin cargas policiales?. ¿Imposibilitar el sueño de los vecinos (no nos hacemos una idea de lo que eso puede ser fin de semana tras fin de semana) y romper el mobiliario?¿se evitó con las cargas?. Evidentemente la culpa será siempre de quiene vuelcan los contenedores y acuden a esos "eventos" cargados de tornillos y piedas, pero la policía debe de ser el elemento regulador, no uno más en el conflicto.

Me está costando mucho escribir lo que pienso sobre el tema, y sé que mis palabras va a ser malinterpretadas por un lado y por otro. Así que, como siempre, echadme una mano y veamos si somos capaces de tener una idea común.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Unos jóvenes sí tienen demasiado tiempo, quizás porque no han asumido que el futuro depende de ellos (creen que de todas formas es negro). Otros porque su trabajo basura es alienante y lo compensan con la bebida etc. En eso todos estamos de acuerdo. Pero lo de la policia es alucinante; se sabe que está contenida de bastantes "fachas" que aprovechan para dar leña, yo oí cómo contaban los hechos de Malasaña jóvenes a los que pegaban, y ví escenas; Somanta de palos, amenazas como "o vas a que te curen o te vienes con nosotros y sigues recibiendo allí" (pero impedían que el aludido fuese en la dirección de curarse).No les gustaban las fotos de los móviles, y se los tiraban lejos, a uno le sonó el movil y cuando fué a usarlo recibió un patada en la oreja, el móvil fué a parar debajo de un coche, cuando se agachó para cogerlo recibía patadas por doquier y golpes. Uno que llegaba en coche,cuando se fué a bajar recibió de lo lindo, en fin... Aquí encuentran los fachas su vocación. Que nadie piense que esta policía le va a proteger de nada ni de nadie. Más bien que no se cruce nadie en su camino.