Cuando tenemos visita en Madrid la rutina casi siempre es la misma. Museos obligados, callejuelas del centro, algún barrio nuevo, alguna obra reciente, las tapas de La latina y fijaros de rápido que anda la gente. Cuando se marchan la sensación, también, casi siempre es la misma. Sí, las callejuelas de Madrid tienen gran encanto, las cañas muy bien tiradas y hay que ver lo deprisa que camina todo el mundo. Era una especie de verdad intuída, latente, pero ahora resulta que hay un estudio científico que lo demuestra. ¡ Chúpate esa, San Isidro !. Según un estudio de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) los peatones madrileños son los terceros que más corren de todo el mundo. En esta carrera por el estrés diario solo nos ganan en Singapur y Copenhage (sorprendentemente, chicos, hay que acelerar, que un Danés no puede darnos cera). La medición, que se realizó observando a miles de peatones y que por lo tanto tiene, como casi siempre, una credibilidad relativa, se mide en el tiempo que tardan en caminar 10 metros. Los madrileños emplean 5,95 segundos, 18 centésimas más que un ciudadano de Singapur y solo tres más que los daneses (¡ a por ellos !). Choca que, por ejemplo, un neoyorkino emplee en esa misma distancia casi tres cuartos más de segundo. Es decir, un madrileño sube los 500 primeros metros de la Gran Vía en casi cinco minutos, mientras que un hombre en la Gran Manzana lo haría en en cinco y medio. Así José le gana un minuto a la vida cada 1.000 metros.
Esto, que en el fondo puede parecer una chorrada y tal vez lo sea, sin paños calientes, no refleja más que una realidad evidente: esta ciudad es un estrés constante. El estudio incluso lanza una evidencia inquietante: quienes viven en ciudades más veloces sufren mayores índices de enfermedades coronarias y son menos solidarios. Esa es la realidad, no sabemos disfrutar del tiempo relajado, de la tranquilidad de hacer las cosas sin prisa, parece como que perder el tiempo sea en realidad perderlo y no ganar salud. Todo está programado, y lo que es peor, con nuestros hijos estamos repitiendo este patrón de comportamiento, salida del colegio a las 07, a las 25 han de estar en la escuela de dance, el miércoles en violín a las 15,49 para tener tiempo de aparcar, con 37 minutos para hacer la compra y ver el último arpegio...en fin, que nosotros ya no tenemos remedio, pero ¿y nuestros hijos?, ¿no merecen ellos un pequeño esfuerzo?. Vamos, dedícale un par de minutos, no se te va a ir la vida en ello.
3 comentarios:
Mi comentario al respecto: que yo no creo que andar deprisa sea sinónimo de estrés ¿por qué lo digo? Heme aquí. Ando muy deprisa, pero mucho, normalmente, supero la velocidad de mi hijo que mide 1,92 cm -imaginad su zancada- y no lo hago por que tenga prisa si no porque me gusta, movilizo el corazón, las piernas, me cansa menos que andar lento, en suma. Y puedo disfrutar de lo que quiero porque voy mirando y si algo me llama la atención me paro y "santaspascuas" dedicándole el tiempo que me apetezca.
Andar es tonificante, sobre todo a paso de marcha, si vas lento ...menos, claro que ... si no se puede, no se puede.
creo que de todo modos eres una excepción entre los andarines, tu andar es en sí mismo un objetivo, no un vehículo. TIenes que observar el metro, la gente corre para arriba, para abajo, empuja, se recoloca. Eso no es tonificante para el corazón
Así enfocado ¡vas a tener razón!
PAQUITA
¡qué exito con las votaciones! es el disloque!
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