30 de septiembre de 2009

PEREZA SOCIAL


Creo que soy un tipo extremadamente educado. Además, una especie de pegamento social, porque sirvo para unir grupos dispares, entre otras cosas porque soy de la asociación del chascarrillo fácil que lucha con ahínco contra el silencio incómodo. En cambio me estoy dando cuenta de que con las amistades establecidas ( y la edad) soy voluntariamente perezoso. Hay un hilo que lo sustenta todo, si se corta, justificadamente o no, me cuesta encontrar las energías para ponerlo todo en su sitio. Me ocurre también con compañeros de trabajo. Como decía la película, todo el mundo es bueno, así que personalizo mis manías, y hay personas que, simplemente, no me gustan. No las culpo. No las demonizo. Símplemente me alejo ¿cómo? con pereza, evitando el más mínimo esfuerzo de establecer contacto. El tiempo y la rutina hace el resto. También es verdad que hay personas con las que necesitarías mucho más, por ser como son o por estar donde están, ahí también soy perezoso y me sale el tipo educado que llevo dentro. Desde el respeto es más fácil encontrar la asepsia y la distancia. Con los amigos sigo estos pasos. No me duelen prendas en confesarlo, con la vida que llevamos no me gusta perder el tiempo, así que los esfuerzos los empleo con las muchísimas personas que realmente merecen, desde mi subjetivo e injusto punto de visa, de verdad la pena. No es un plan de guerra, un diario de la desidia que cumplo con religiosidad, es algo que me sale. De pronto un día paso por la casa de un viejo amigo con el que he compartido mucho y pienso, vaya, este tipo desapareció de mi vida, y te das cuenta de que lo que hiciste fue dejar de tocar las teclas necesarias para que formara parte de ti. Quizá te vuelvas a ver, y te rías, y disfrutes, pero sabes que no quieres que forme parte de tu rutina. La rutina es un reino en el que no dejo a entrar a cualquiera, y lo que hago para echar a quienes no quiero que estén es usar los batallones de la desidia, el ejército de la desgana y antes de que me quiera dar cuenta desaparecen. No sé si sentirme orgulloso, lo que sé es que he llegado a una edad en la que estas cosas no me cuesta reconocerlas.


Lo malo no era que se tomara la vida como si fuera una sucesión constante de carreras, sino que, encima, las perdía todas.

29 de septiembre de 2009

COSAS QUE PASAN (III)



Protagonistas: el perito y Laura, la rubia.


Tercer capítulo de esta escatológica saga. Ayer teníamos la cita con el perito. Un hombre entrado en años, con una curiosa e incipiente calvicie en la coronilla, que añadido a su tono pausado, le confería cierto aire de sacerdote reciclado. Parecía caminar entre dos épocas, el pasado reflejado en su carpeta y su bolígrafo, y el futuro, en su flamante y atareado móvil. Supe, gracias a ese teléfono, que lo que habíamos tenido nosotros era un siniestro (no puedo atenderla, estoy en otro siniestro) Así que ya tenemos banda sonora para esta saga, cualquiera canción de Siniestro Total. Nuestras pretensiones eran claras y se resumían en una idea: queremos la casa como la teníamos antes de que la mierda de los vecinos nos inundara. Fue tomando nota y yo me sentía como un fallero al que le revisan las excelencias de su obra. Valorando aquí, valorando allá, numeró nuestras pérdidas: techo habitación (más menos tres metros) y del baño (dos metros), parquet (dos metros) pintura de pared y techos, maderas de armarios (no armarios en conjunto) y rodapies. Le comentamos nuestros problemas de habitabilidad. Nos dijo que si era necesario un hotel lo cubría el seguro. Buenas ganas nos daban, y de darles gastos, pero ¿están mejor unos niños que con sus abuelos? Y la higiene, que también nos preocupaba (después de ver como nuestro techo cagaba a modo de cascada sobre nuestro baño) También cubre una limpieza especializada. La cosa va para largo, pero el perito fue educado, comprensivo y muy sensible a nuestra situación (la casa en sí misma, transformada en trastero y armario era un poema en sí mismo)
También tuvimos un nuevo capítulo con nuestra amiga de la administración. Ella, solícita siempre en principio, se ofreció a mandarnos una empresa de desinfección en esa misma tarde. La empresa llamó pasadas las seis para explicar dos cosas: una que su trabajo se centraba en el control de plagas (que buscamos evitar, aunque todavía, por suerte, no tenemos) y que aquella misma tarde imposible. Nuevo contacto con Laura (la rubia) ¿cómo? pero si los llamé esta mañana (craso error el de delegar responsabilidades siempre en terceros y con indignación, no cuela) Queda en llamarnos de nuevo y no lo hace. Los intentos posteriores de contacto son imposibles. ¿Solución? llamamos de nuevo al perito, ya que él podía ofrecernos una empresa de limpieza eficiente, aunque quizá no tan rápida en la ejecución.
Y hoy tenemos cita, a las cinco y media, con el albañil (que nos ha buscado nuestro amigo el fontanero, ya que la aseguradora nos lo traía para la semana que viene) y, por su puesto, un nuevo capítulo de esta saga monográfica.
Ah, el día ha empezado muy bien, en el programa de radio Morning 80 (m80 Radio) hay una sección en la que un oyente pide una canción despertador y hoy pusieron la mía. Les pedí en el email que hablaran del trastero a cambio de publicidad en mi blog. No hablaron de ello, pero me ha dado tanta marcha el you shook me all night long de AC/DC que no puedo evitar hacerles publicidad de su programa.

MICROS


Su incapacidad para escuchar no venía de una falta de respeto, sino de una falta de tiempo, ya que el principio básico de escuchar al otro es callarse primero.


NOTA: todos conocemos a una persona así, ombligo del mundo incapaz de callarse y que utiliza a su interlocutor como la pared de un frontón en la que no deja de escucharse.

28 de septiembre de 2009

¿Y SI TE ATARA?


Ha sido todo una cadena de despropósitos. El primer error fue fijarse en ella, en esa carpeta de adolescente llevada por el cuerpo de una mujer. En su melena morena y rizada. En sus ojos color aceituna. Mala suerte que a ella le gustaran los hombres algo más maduros, entrados en los treinta, como él. Infortunio que en un concierto coincidieran. ¿De qué conoces tú al Combolinga? Una desgracia más que aquel primer encuentro en el coche ¿te sorprende que te la haya chupado en la primera cita? fuera tan arrebatadoramente prometedor. Un contratiempo que además del sexo la risa los uniera como loctite. Una desdicha que se le ocurriera ir a su casa. Mi padre es militar, no llegará hasta mediada la tarde. Era la hora de la comida ¿qué peligro podría haber? Después, todo como uno puede imaginar entre dos cuerpos que se desean y se acoplan como piezas de un puzzle. Ni siquiera las fotos castrenses del progenitor esparcidas por las paredes fueron capaces de minimizar el fuego de su deseo. Quiero hacer algo especial. Lo dijo como si llevaran toda una vida juntos. Raro cuando en este tiempo no han sido capaces de repetir ni lugar ni juego sexual. Quiero atarte. Quizá en ese momento debió fijarse en la foto del padre con las dos piezas de caza mayor y la enorme escopeta que preside el gran salón. Pero una preciosidad de veinte años en ropa interior hace inútil cualquier intento de análisis. Volvió con el cinto de un albornoz y lo ató a la cama. Ahora vas a gozar como no lo has hecho jamás en tu vida. Se metió la polla en la boca con tanta violencia que él se tuvo que retorcer por el dolor. Perdona, es que algunas veces me cuesta controlarme. Se fue durante unos instantes y volvió con un vaso de leche caliente, otro de chocolate y hielos, muchos hielos. Estaba completamente desnuda, y lo primero que hizo fue sentarse sobre su pie, haciendo que el dedo gordo de entrara en el coño. Así se movió durante unos segundos en los que el desconcertado y caliente dedo se sintió el rey del mundo. Después empezó con el hielo. Cogió un cubito con los labios y comenzó a recorrer su cuerpo, muy despacio, dejando que se formaran gotas que como lava caliente iban dejando su rastro helado. En los pezones dedicó todo su afán, hasta que el calor de los labios, de la piel, hizo que el hielo quedara reducido a un recuerdo frío. Fue entonces a por la leche caliente, bebió un poco y la dejo en su boca, metiéndose entonces la polla, con mucha más calma que en el anterior arrebato. Dejó que fuera entrando, fundiéndose con la leche caliente, que chorreaba de sus labios. El calor fue tan intenso que cerró los ojos con fuerza, totalmente arrebatado por el placer, retorciendo su cuerpo casi por completo. Después buscó un hielo e hizo lo mismo, lo metió en la boca y buscó la polla, que se sintió primero desconcertada y después desbordada por el cambio de sensaciones. Hizo este trueque varias veces, con certera pericia, tanta que no sabía si sobre el hielo o sobre la leche, pero tarde o temprano, de seguir así, llenaría su boca de semen. Pero él era el preso, así que se limitaría, pensó, a avisar con una subida de volumen de los gemidos. Quedaba el chocolate. No tardó en descubrir para que era. Le dio la vuelta, en una postura algo forzada por las manos atadas al cabecero de la cama, pero en aquellas alturas esos detalles eran nimiedades. Entonces ella usó la lengua para llenar su culo de chocolate, sin medida, no solo los glúteos, sino el interior. Y después, con la misma lengua, pero ahora incisiva y recolectora, fue retirando a modo de cosecha lo plantado. Llegó a meterle varias veces la lengua en el culo, con fuerza, lo que fue una agradable sorpresa. En ese momento ella echó de menos algún juguete más, lo que hizo que su pulso se acelerara, la cosa podía mejorar todavía un poco. Espera, me queda la última sorpresa. ¿Un vibrador?¿una hortaliza?¿una película porno? Unos segundos de espera, algo de silencio y un inconfundible sonido, el de un cuerpo inerte golpeando contra el suelo. Entonces recordó algo brumoso, una palabra que le dijo entre risas, mientras él le mentía la lengua en la oreja y ella buscaba su polla con la mano algún día de estos. ¿Cómo coño me dijo que era? Ah, sí, leche, narcolepsia. La evidencia le vino de golpe, como el miedo. La llamó varias veces, primero tímidamente, como si temiera despertar a la realidad, después en gritos desesperados preñados de miedo. Y ahí está ahora, en la casa de una adolescente, atado de pies y manos, el culo lleno de chocolate y una erección que, tozuda e incomprensible, sigue ahí. Escucha el sonido de unas llaves y visualiza al dueño de la escopeta, franqueando la puerta, viendo el cuerpo desnudo de su hija esparcido en el pasillo. Pero ¿nena, qué te ha pasado? Y entonces hace memoria, le cuesta, pero al final lo logra. ¿Cómo era? Ah, sí, padre nuestro, que estás…

MICROS


Ironía sobre la crisis:


El cobrador del frac recibió la visita de uno de sus compañeros.

26 de septiembre de 2009

COSAS QUE PASAN (II)

El segundo capítulo de este serial de la casa veneciana en Carabanchel lo protagonizaron:

Cesar: el majete fontanero
La rubia: la administradora, arpía y manipuladora
Los servicios de emergencia: 112, solícitos y educados.

Una vez convencimos a la aseguradora de la comunidad de que teníamos un mar de mierda sobre nuestro techo, un fontanero de emergencia (el mismo que no pasó por la noche) se presentó a primera hora de la mañana. Hizo un pequeño hueco en el techo (snifAñadir imagen ingenuo entonces) sacó su cabeza y sentenció: es de la general. Entonces se llamó al aministrador, cuyas gestiones para nuestra comunidad las lleva Laura, la rubia. ¿Por qué la conocemos? pues porque desde hace dos meses mis vecinos y yo llevamos persiguiéndola para que ponga remedio a una grieta en la cornisa del edificio que ha generado 3 trozos de piedra sobre el suelo de nuestras terrazas. Peligroso, evidentemente, pero no tanto para ella. En esta ocasión (ya volveremos sobre las piedras de la cornisa) manda un fontanero, nuestro amigo Cesar, un simpático joven carabanchelero que se pone manos (y mierda) a la obra y abre más el primero agujero (snif realista por fin) y un segundo en el baño hasta que da con el problema: una atasco en el codo de la general. Vaya. Me sugiere que deje el baño limpio de objetos. ¿Los tapamos? le sugiero. No, no, saca todo lo que haya...Snif acojonado pues. Entonces, con una escalera, cuerpo entero en el techo deshace el tapón y (aquellos con problemas estomacales con la escatología que pasen al punto siguiente) literalmente la mierda atascada durante dos días de todos mis vecino viene a parar sobre nuestra bañera, una catarata de mierda, pis y agua que lo deja todo...en fin, que me olvido de los detalles. Cesar, que es un profesional como la copa de un pino, deja solucionado el tema de fontanería, y conviene conmigo en volver, hoy sábado, para comprobar que todo ha quedado perfecto. Le ofrezco una cerveza, prefiere un vaso de agua y se va.
Me queda la parte de la primera limpieza. Debe hacerlo un profesional, entiendo, el lunes vendrá una empresa que desinfecte todo (eso espero), pero yo no podía dejar los rastros del evento por las paredes. Así que allí me veis, como un jardinero regando sus plantas con la ducha. Medianamente decente.
Nos queda esperar al perito y el nuevo periplo, que adivino largo, de llamadas, seguimientos, nuevos arreglos, peleas y luchas, para que cambien el parquet, hagan el techo nuevo, unos nuevos armarios, desinfección general, etc, etc.
Y volviendo por último, a nuestra amiga la rubia y los terceros actores (el 112) Viendo que esta muchacha no le da mucha importancia y escuda su desidia en un pleito entre la aseguradora y la comunidad, decidí llamar al 112. Allí, amablemente, me explicaron en primera instancia que podía acudir a los bomberos, me pasaron con ellos (080) y estos, con la misma amabilidad, me explicaron que si había riesgo para las personas, ellos acudían, saneaban (costara lo que costara) y se marchaban. Así que, agradecido por la información, lo tenemos claro. La administradora ha quedado con una empresa (que por cierto, le pasó el fontanero) el lunes. Si no hay un proyecto de solución, llamaremos a los bomberos, pondrán remedio y lo que venga después, que venga.


Por su puesto, habrá tercera, cuarta y hasta quinta parte de este culebrón de fontanería y aledaños.


Migajas


“Los pájaros se han ido
y yo, me quedo solo".
Li Bái


Ya nada sé
De la flor del cerezo;
Palideció sin brisa
Su trémula fragancia
Entre destellos cárdenos
Una cálida noche
De humedad y de calma.
Y vacuo en el estanque
Donde al son de los grillos
La luna llena nada,
Se asfixia en su ceguera
El sol de mi mirada.
Ya nada sé
De la flor del cerezo,
De la luna, el estanque,
Del aroma, la calma;
Pero un mantillo fértil
Que anhela ser semilla,
Bajo aguaceros grises
Que al almagre ensombrecen,
Se pudre en mis entrañas.
Y en las ramas desnudas
Del cerezo aterido
No hay pájaros canores
Desterrando el hastío,
Ni huellas o testigos
Que, entre ruina y maleza,
Esbocen el camino;
Ya anidan sólo el aire
Criaturas extrañísimas
Que, en vuelo espeluznante,
Descienden anegando
El suelo en sus rugidos,
Y engullen las migajas
Precarias que marcaban
Los fúlgidos trayectos
Al sueño y al rocío.

25 de septiembre de 2009

COSAS QUE PASAN (I)


Son cosas que pasan...


El martes mi hijo mayor y yo estábamos ultimando los detalles de su obra de arte: un cuadro urbano, con tintes rurales (siempre incluye una granja), con su helicóptero y todo. Creación maestra que ahora preside el salón familiar. En un momento dado, literalmente, comenzó a llover, pese al cielo raso. ¿Qué es eso, papá? preguntaba asustado. Corrimos de un lado a otro de la casa mientras el agua golpeaba algún techo hasta que la encontramos: llovía sobre la habitación grande de la casa, la de los papis. Mi hijo tuvo su primera misión difícil en la vida: has de quedarte solo, pequeño, cuidando de tu hermanito, tengo que subir a casa de los vecinos. Subí, sorprendidos, no daban crédito a mi relato y cortaron toda salida de agua. Hicimos algunas pruebas y sí, efectivamente, su agua no iba a la alcantarilla, sino a mi techo, que empezaba a mostrar las manchas de humedad. Al día siguiente hablamos con los seguros y cita concertada para hoy, viernes. Pero ayer, cuando llegué a casa de pasear con los pequeños, el techó era ya una suerte de cielo preñado de burbujitas de agua que al estallar devenían en una divertida gotera (consecuencia: la foto que muestro). Vuelvo a hablar con los vecinos, mientras achico agua como puedo. Pues nosotros no tenemos nada abierto en los baños. El agua sigue sonando. Esto es algo más gordo. Presidente de la comunidad de por medio se llama al seguro. Van a mandar un fontanero de emergencia en cualquier momento de la noche. Desmontamos todos los armarios, porque el agua estaba ya calando en ellos, sacamos el colchón al salón para recordar los viejos tiempos de pareja sin cama, y esperamos. Los Alcantara dormían ya en su caja catódica cuando a la una de la mañana llamamos otra vez al seguro. Oigan, que tendremos que dormir, no podemos esperar sin límite, ¿no podría venir a primera hora de la mañana? Y aquí estamos, después de una noche durmiendo en el salón, esperando novedades...os mantendré informados.

MICROS


La avenida de la guerra terminaba en una amplia calle a la que quisieron llamar, ilusionados, Vía de la paz. Unos años después, realistas, le cambiaron el nombre por avenida de más guerra.

24 de septiembre de 2009

LA GRIPE A HA GRIPADO


¿No os da la impresión de que se va diluyendo la paranoia gripera? Quedan rescoldos en forma de recomendaciones, alguna noticia perdida, los carteles en el metro, en las oficinas, en los centros de salud. ¿Ya no se va a morir la gente?¿ya no estamos al borde de una pandemia? ¿del apocalipsis de la cápsula y las vacunas? A mi hijo le han obligado a traerse de casa un vaso en la escuela, le han enseñado como limpiarse las manos extremando las precauciones, como debe toser y estornudar, para luego salir al patio con sus amigos y morrearse y rebozarse llenos de vida ¡y de virus ! No lo critico, es bueno enseñarles higiene, ahora y siempre, pero creo que el tiempo, poco a poco, va a ir dando la razón a los que pedían calma, a los que hablaban de esta como de una gripe más, o como mucho igual de peligrosa que la porcina, de la que ya ni los propios cerdos saben nada. Nos dejamos llevar. Es como si necesitáramos el miedo, no sé, para valorar lo que tenemos. Es como si ver rondar a un ladrón por la hacienda de nuestras vidas nos hiciera valorar lo que tenemos. Si es por eso, bienvenido sea el miedo, pero no las locura, las medidas desorbitadas, la pérdida del norte y el sur. No pienso condicionar mi vida al miedo que fabrica quienes se enriquecen con él. La vida es corta y de seguir esta tónica M.Jackson y sus mascarillas ya no serán un recuerdo excentrico, sino un ejemplo a imitar. Seamos sensatos y vamos a tocarnos, sin miedo. Besemos, que los besos alimentan. Y ya hablaremos de la gripe, si es que hay que hablar.

MICROS


Era tan orgulloso y defendía con tanta pasión sus convicciones que una vez fue a visitar a la más afamada de las videntes. Dime cuanto tiempo viviré. Ella le aseguró que llegaría a la vejez. ¡ Y una mierda ! gritó, sacó una pistola y allí mismo se pegó un tiro.

23 de septiembre de 2009

INSUMISIÓN


No suelo arrepentirme de las decisiones que tomo. Pienso que los parámetros que influyeron en mí jamás se van a repetir, así que jugar a valorar es injusto. Solo le pongo un pero a esta premisa: la mili. Reconozco que saqué el máximo partido de ella (un título profesional de submarinismo) pero si cumplí con el ya olvidado ritual de pérdida de tiempo castrense no fue por inercia, comodidad o, ni mucho menos, convencimiento. Fue por miedo. Por falta de valor. Mis principios me invitaban a ser insumiso. No quería hacer la mili pero, además, creía en la lucha contra esa barbarie que condenaba a todo hijo de vecino a pasar casi un año entre cuarteles, garitas y profesionales del ejército. Pero vivía bajo un techo, bajo unas normas y temía más incumplirlas en casa que en el estado. También las consecuencias que sobrevolaban sobre los insumisos eran atemorizantes, incapacidad para ser funcionario y hasta la cárcel. Aun así creo que si hubiera sido insumiso ahora no estaría escribiendo esta carta, sino agradeciendo, como hizo Pepe Beunza no hace mucho en una carta a El País, a personas como el recientemente fallecido Ruiz-Giménez, el apoyo y la ayuda a los que fueron valientes (no yo) y decidiendo poner, con su rebeldía e insumisión, la primera piedra del muro que desterró para siempre la atrocidad del SMO, el dichoso servicio militar, la puta mili de los cojones. Si hubiera sido insumiso estaría orgulloso.

MICROS


Siempre soñó con follarse a una novia en su banquete de boda. Por eso acudía a todas las que fuera invitado con renovada ilusión. Cuando por fin ocurrió, él era el novio y no se enteró de nada.

22 de septiembre de 2009

GRACIAS

Tenía en la recámara este artículo, medio vertebrado, un pese a todo gracias. Pero estos tipos tozudos de largos brazos se han empeñado, otra vez, en estropearme los argumentos y me han obligado a quitar el pese a todo. Gracias. Sin más. Para alguien como yo, que soñó con emular a Fernando Martín, que ha pasado horas y horas en canastas de barrio inventándose la utopía imposible de la NBA, esta generación es un regalo irrepetible. No voy a hablar de lo obvio, de lo que todo el mundo dice sobre el juego. Quiero destacar como padre el valor de sus proezas, porque con gente como ellos o Nadal es más fácil explicarle a un hijo los valores del esfuerzo, el respeto y el sentido colectivo. Por eso gracias. Y por hacer saltar del sillón con cada mate, con cada triple, con cada robo de balón.
Esta generación empezó aquí, robándole la cartera junior a la todopoderosa selección Yankie:



Fue el inicio de un camino de perlas inolvidables:




Incluso con éxitos que, por exigencia, convertimos en fracasos:



Pero que también eran éxitos:




Por todo esto, y mucho más, pase lo que pase en Turquía, en las próximas olimpiadas, pase lo que pase...

¡¡¡¡ GRACIAS !!!!

MICROS


Cristobal Colón y los suyos fueron los primeros inmigrantes ilegales que llegaron a las costas americanas en patera.

21 de septiembre de 2009

QUE ESCRIBIR


No sabe que escribir. En la pantalla en blanco tintinea el puntero. Pone sus pies a los lados del teclado, estirando ligeramente las piernas. Arquea la cabeza, como si tras ella estuviera la inspiración agazapada, jugando al escondite. Si es un juego, ha perdido, cruci, porque la musa sigue en paradero desconocido. El ventilador arruina cualquier atisbo de magia. La ciudad se agazapa en una siesta tórrida más. El sudor empieza a perlar su cuerpo. Lleva una camiseta interior blanca y unas braguitas también blancas, calcetines de invierno en lugar de sandalias. Justo como le volvía loco a él. El simple recuerdo hace que un suspiro eléctrico recorra su cuerpo. La piel se eriza, y ante su propia sorpresa observa como los pezones se erectan hasta parecer auténticas ballestas bajo su camiseta, lanza misiles tensando el algodón. Con la palma de la mano los acaricia, no hay una intención clara en ello, más que la simple curiosidad. Pero su sexo ha malinterpretado el gesto y se ha abierto como una flor al rocío primaveral. Una de sus manos se adentra en a él, explorando y evidenciando la excitación. Sonríe. Desde que él se fuera el sexo ha sido algo más bien secundario, apenas dos encuentros tristes y algún intento de masturbación fallido. En cambio ahora se siente realmente excitada. Y saltan las alarmas. Los recuerdos vuelven, esos censurados momentos, esos arrebatos, esos encuentros que han sido condenados al hangar de los olvidos forzosos, se arremolinan en su cabeza mientras los dedos se adentran en su cuerpo. Se muerde el labio, en un inconfundible gesto de rendición. Lo imagina entrando por la puerta, ese cuerpo esculpido por un dios insensible, tal vez una toalla en la mano, secándose la melena, recién salido de la ducha, el sexo semierecto, las piernas imberbes de futbolista acercándose a ella, abrazándola por detrás, una mano en el pecho izquierdo, su favorito, y la otra directa al coño. Primero por encima de las braguitas, nunca tenía prisa, parecía mentira que un hombre con su pasión por la velocidad fuera tan mágicamente pausado en el sexo. Los besos en el cuello, ritual en el que era un maestro, con algún mordisco certero. Si en este momento hubiera algún batallón de la cordura intentando negarse al encuentro era cuando el centro de mando ordenaba retirada total y se entregaba en cuerpo y deseo. Simplemente irresistible. Era capaz de regatear a la desgana sexual con la misma habilidad que lo hacía con los defensas en el campo. Una finta aquí, un beso allá, un amago por aquí, un dedo por allá y la portería a su disposición. Si él estuviera ahora detrás de ella, acariciando su pecho y su coño, no tardaría en darle la vuelta a la silla, en besarla, primero con ternura, labio con labio, latigazos de la lengua, adentrándose en la boca osada y valiente; después con pasión, con violencia, apretando su cuerpo contra ella para que la polla roce sus muslos, sus manos, sus hombros. Ella no resistiría la tentación, la agarraría con fuerza, por la parte de abajo, y comenzaría a moverla ligeramente. Después se la metería en la boca. Hasta que lo conoció el sexo oral era poco menos que un compromiso, con él pasó a ser la parte más explosiva del juego, no pocas veces era incapaz de parar y acababa con la boca llena de semen, entre risas y excitación incontenible. Sabía que después ella abría las piernas y el mejor besador del mundo se adentraría en su coño, así que el premio era siempre seguro. En su fantasía hoy, en cambio, no quiere que se corra en su boca, sino que lo empuja contra la cama, llevando el control. Una vez allí se sienta sobre su polla, metiéndosela con enorme facilidad. Empezaría a moverse. Delante y atrás, sin sacarla de la cueva, frotando su clítoris. Él, seguramente, humedecería su dedo y se lo metería en el culo. Ese juego también fue una novedad inconfesable a la que se descubrió adicta, jamás nadie le había hecho cambiar de idea sobre las posibilidades de ese punto tan oscuro. Con él todo era fácil, sencillo, natural, un día, sin más, sintió su polla en el culo y pensó cuanto había perdido el tiempo hasta entonces. En esa postura sabe que no tardaría en sentir un orgasmo, normalmente ella primero, si el dedo en el culo sabe cómo tiene que moverse. Y no hay problema, porque después ella se la mete en la boca y recibe su premio caliente. Pero hoy no, hoy se corre con contenida violencia, y vuelve a la realidad, él no está, no hay polla que saciar, no hay orgasmo que agradecer. Respira, recupera el aliento, vuelve al teclado y empieza su cuento de hoy: “No sabe que escribir…”.

MICROS


Su feliz cambio de vida se vio reflejado en un pequeño detalle: hacía semanas que había perdido el reloj y todavía no se había dado cuenta.

20 de septiembre de 2009


Anda, ya han abierto la biblioteca. ¿De libros?. Ana, 37 años.


Nota: ¡ por estas cosas te queremos tanto, Anita!

19 de septiembre de 2009



M)aullidos
Desahuciado el maullido en el subsuelo
Sin luz aún alumbrando sus pupilas,

- - lo acogiste, alimentaste, diste
Ternura, amparo, abrigo, la ocasión sin igual
De aferrarse a la vida.
Mas no dieron sus fuerzas para tanto
Y al poco se extinguió, mudo y sombrío,
En tanto que, espinado, el corazón,
Igual que una pedrada quiebra el vidrio,
Pensaste que el dolor te rompería.
Pero tus entretelas, mi agonía,
Tan muelles como el ala de un arcángel,
Se alzaron del pesar de nuevo al cielo
Tintándose en la luz de un nuevo día.
Y así, ciego y callado en este pozo
Que me ahoga en mi desahucio sin sentido,
Resisto en la quimérica esperanza
De que un instante amparo en tu regazo
Le otorgues al postrer de mis (m)aullidos

EL TT ROJO


- ¿En serio puedo ir donde quiera?
- Claro, ya te he explicado que con este coche puedes ir donde realmente de apetezca.
- Está bien, conozco un lugar cerca de la playa, cada vez lo transita más gente pero un día como hoy y a estas horas estará desierto.
Irene mira levemente por el retrovisor izquierdo y en un movimiento rápido comienza a acelerar los incontables caballos del deportivo para desaparecer en unos minutos por la autovía y adentrarse después en una estrecha carretera que los conduce casi hasta la misma orilla de la playa. Un lugar desierto a las 10 de mañana con el reflejo del sol sobre la dorada arena.
Frente al sol, Irene cierra los ojos y el techo del coche comienza a plegarse, el aire mece suavemente su pelo mientras sale y se apoya sobre el capó hasta que él la acompaña.
El lleva una corbata lila, que ahora se desliza en las manos de Irene mientras la mira sorprendido, pero su sorpresa va más allá cuando sin preaviso los labios de Irene rozan los suyos. Los ojos cerrados para no ser deslumbrado por el sol adivinan los movimientos de ella al deslizar la chaqueta por sus brazos y sentir que cae al suelo.
De pronto se descubre acariciando las nalgas de la chica bajo el ligero vestido, quizá demasiado veraniego para esa época. Su corbata hace unos segundos que pasó de su cuello al de ella y la ve jugueteando paseando el lazo lila por sus pechos turgentes, voluminosos y demasiado firmes para su edad.
Sin darse cuenta su cinturón ha desaparecido y una delicada mano ha invadido sus calzoncillos tomando un firme rehén que lucha por mantener su posición y no ceder. Para entonces también su mano ha encontrado el cuartel del enemigo y busca húmedamente en su interior. Un tímido gemido le confirma que va por el buen camino.
Irene eleva sus manos hasta el fornido pecho y acariciándolo suavemente se desliza hasta que sus labios encuentran el pene demandando atención, lo observa con detalle, lo acaricia de abajo hacia arriba con la lengua, muestra el glande y a penas lo roza humedeciéndolo suavemente, repite los movimientos de nuevo de forma muy delicada, a penas rozando con la lengua hasta que, bruscamente, lo introduce en su boca.
El nota como la punta de su pene llega hasta la garganta de la chica, los movimientos en circulo con la lengua y la presión de los labios le excitan de tal manera que se inclina y busca ansioso de nuevo aquellos pechos que antes a penas tuvo tiempo de acariciar. Las suaves manos le aprietan las nalgas y siente que de seguir así en un minuto inundará toda su boca con su semen.
Es hora de tomar la iniciativa y levanta a Irene fuertemente con los brazos, se da la vuelta y la apoya contra el capó rojo metalizado, presionando sus pechos contra el frío metal, su pene choca ahora con las nalgas descubiertas por el diminuto tanga de encaje, lo retira y encuentra el sexo húmedo, esperándole. Lo acaricia, busca lentamente el clítoris hasta que ella gime indicándole que ha dado con el lugar exacto, con la otra mano busca el camino abierto e introduce un dedo fácilmente. Ella se estremece de placer y susurra palabras incompresibles, le gustan tanto los movimientos que su sexo recibe como el sentir el duro miembros en sus nalgas. Y como ella sigue siendo más rápida que él, saca un preservativo escondido en el sujetador y con los dientes rasga el envoltorio, se lo pasa a su acompañante, que, ducho en la materia lo coloca en un par de segundos y comienza el baile.
No ha habido delicadeza por su parte, agarrándola del cuello con una mano y de la cadera con la otra, le da la vuelta, le apoya la espalda en el capó y la penetra con brusquedad levantando una de sus piernas. Pero a ella le gusta, era lo que quería. Se deja llevar y abre sus brazos sobre el brillante rojo mientras sus caderas siguen el baile que marca la pelvis de él, se siente libre y le gusta notar las embestidas de su adversario acompañadas por unos sordos gemidos que a penas escucha, cada vez más continuados.
Sus pechos están ahora inundados por unas grandes manos que los aprietan y pellizcan mientras su sexo no deja de recibir acompasados golpes que la trasladan hasta el placer más intenso, su orgasmo esta ahí, necesita aferrarse fuertemente al capó. Grita intensamente mientras su pelvis se eleva, no puede contenerse más, todo su cuerpo se estremece de placer, a penas han sido unos segundos pero ha perdido el sentido, cuando abre los ojos lo nota, ahora viene él, aprieta fuertemente y descarga en un par de últimos movimientos para caer derrotado sobre ella.
Cuando se recuperan, ella compone su vestido y coge un cigarro del bolso.
- Bueno, qué, ¿te lo quedas entonces?- dice él – Volvemos al concesionario y arreglamos los papeles.
- ¿Estás loco? – ríe Irene - Yo no puedo permitirme un coche así …

18 de septiembre de 2009

DESEMBOLSO ECOLÓGICO


Manolo, el del bar de enfrente, lleva semanas bombardeándonos con una campaña de marketing. Creíamos que era un farol. Ecología de barra lo llamaba. Puso carteles por todos los sitios y nos explicaba sus razones. Que sí, que el pantano de mi pueblo es una ponzoña de barro, que nos estamos cargando el planeta, que el agua es un bien despreciado. Todo para justificar su decisión: para ahorra agua ha decidido dejar de servir las cañas y los cafés en recipientes de plástico. Su argumento es que necesita demasiada agua para limpiarlos todos en conjunto. Por eso nos invita a que nos traigamos de casa nuestra propia taza o nuestro vaso de caña. De este modo al limpiarlo nosotros uno a uno ahorraremos agua. Y si no queremos ir y venir con vasos o tazas él nos vende, por un precio simbólico, unos divertidos vasos de cartón plastificado que al salir podemos dejar en el contenedor de cartón que ha solicitado al ayuntamiento...

¿Qué os parecería esto? es mentira, pero no tanto. Esto mismo lo ha hecho un centro comercial muy conocido. De forma unilateral y bajo la falsa premisa de la ecología, ha decidido suprimir uno de los servicios que ofrecía al cliente: las bolsas gratuitas. Ahora ya no las hay. Yo era tremendamente ecológico con esas bolsas, tengo en casa un espacio específico para ello, porque las reutilizo como bolsas de basura para el reciclado. Nunca las tiro. Nunca las dejo en un lugar que no corresponda. Ahora tendré que comprar el doble de bolsas de basura, ¿dónde? pues claro, en los mismos centros comerciales donde ya no me las van a dar gratis. Así que, bolsas, lo que se dice bolsas, seguiré usando las mismas, pero me saldrán más caras y el centro comercial ganará dinero con ello. Me jode que por la falsa ecología me toquen las pelotas (de plástico). ¡ Qué bonito hubiera sido un Carrefour (ups...) regalará a todos sus clientes a partir de octubre bolsas de papel ecológico ! No, nos las cobran y encima van de modernos y ecologistas. Quiero mis bolsas de plástico, me gusta tirar el la basura no orgánica con logos de centros comerciales. Daba gustito...

MICROS


Al entrar en el local sintió un extraño frío, acaban de desnudarla con la mirada.

17 de septiembre de 2009

EXPLICACIONES INNECESARIAS


Hay situaciones en la vida en la que sientes tentado de caer en el EIN (las Explicaciones INnecesarias) Voy a poner un par de ejemplos para ilustrar lo que os quiero contar.

EJEMPLO UNO: Me gusta mucho ir a las playas nudistas. El aire, la arena, el agua rozando tu cuerpo sin la tiranía textil. Normalmente esto tiene lugar en playas específicas, donde todo el mundo, o casi, va desnudo, igual que tú. Pero sales del coche vestido, haces el camino, casi siempre largo, también vestido, y luego al llegar al lugar donde dejas la toalla es cuando te desnudas. Entonces vas vestido caminando a la ida y a al vuelta, vestido, rodeado de personas que no lo están. Entonces tienes el momento EIN y te gustaría explicarle a todos, eh, que nosotros vamos a desnudarnos ahora mismo, que no somos unos mirones...

EJEMPLO DOS: Entras en un ascensor vacío y cuando se cierran las puertas las narices detectan un extraño olor que en la primera planta tu centro de indentificación de aromas extraños logra clasificar: pedo. El olor es tremendo, incómodo, asqueroso, y te sientes aliviado cuando las puertas se abren...salvo cuando compruebas que, por ejemplo, esperan ese ascensor una madre con sus dos hijos. Entonces tienes otro momento EIN y es difícil no caer en la tentación de decir eh, no fui yo.

EJEMPLO TRES: Vas a al baño, en el trabajo, por ejemplo, en el descanso de una importantísima reunión. Utilizas el urinario vertical. Mientras recolocas tu pene y su cárcel de cremallera, das al agua y zas, esta no cumple su misión de llevarse tu restos urinarios, sino que se dispara cuan fuente en todas direcciones, manchándote el pantalón. Evidentemente esa mancha de agua está decorando el contorno de tu bragueta en forma de gran sombra negra adornada de una buena dosis de satélites. En la reunión preguntan ¿y Larrey? en el baño. Entonces abres la puerta de la sala, mientras todos esperan y tienes otro momento EIN, es que veréis, le he dado al botón y claro, ha salpicado.

¿Tienes tú también tus momentos EIN?

MICROS


Quienes hacen cine de terror es porque son incapaces de superar de otro modo sus miedos, dijo el director de cine porno...

16 de septiembre de 2009

ENTRE SEMANA


Pasear en horario laborable por los barrios periféricos de una ciudad grande como Madrid es una gozada. Si es pronto, todavía se ve la resaca de entrada a los colegios. Los rescoldos del atasco, con brasas de doble fila y dentellazos en forma de última pitada. Incluso algún adolescente corriendo, con cara de haberse dormido, rogando para que no le hayan cerrado la puerta. Mujeres (sí, mujeres) paseando de retorno. De la puertas del colegio a la rutina hogareña. Si son de avanzada edad uno adivina que son abuelas. Ellas van más deprisa. Puede que en compañía, en chandal y hasta con el carro, así de vuelta harán la compra. Porque hay mujeres en las ciudades que todavía no están inoculadas del virus del centro comercial y el gran carro mensual, y hacen su compra en pequeñas dosis diarias. También hay más jóvenes, incluso con carros con el hermano pequeño dormitando, mucho más tranquilas. A esa hora el río de asfalto lo empieza a ocupar el rebaño de abastecedores, así en cada calle puede encontrarse una furgoneta frente a una tienda de todo a cien, frente a una bodega o en la cuesta del mercado. Si te acercas al parque es el coto de los jubilados. Ahí la proporción es mayoritariamente masculina y uno tiende a pensar que son los maridos de aquellas que arrastrando el carro van camino de la compra. Unos circulan en rítmicos paseos, animados por la charla futbolera o política, cuando no es la mala salud la que los lleva de una acera a otra. Y otros, los petanqueros más madrugadores, ya lanzan sus primeras bolas al aire. Hay gente que corre, ahí la edad no es un parámetro evaluable, pero cuando es una persona en edad laboral cabe preguntarse ¿parado, turno de tarde o vacaciones? Uno identifica, de todos modos, a un grupo muy concreto de parados de forma muy evidente. Están como desubicados, el día y la ociosidad forzosa les molesta como piedra en el zapato, y no es complicado verlos en un banco del parque leyendo la prensa especializada, lápiz en mano, subrrayando con auntoimpuesta esperanza alguna oferta de empleo. Quizá este grupo, por el peso de la tecnología, acabe desapareciendo, pero aun es común el parado con el segundamano por las calles de mi barrio. Me dejo muchos actores en el tintero, los paseantes de perros, adolescentes saltándose alguna clase, los representantes comerciales que entran en las tiendas, las personas que trabajan a deshora y empiezan o acaban su jornada, con las mismas ojeras y desidia, médicos en alguna urgencia, los porteros de las fincas en sus primeros quehaceres, los dueños de los bares camino de la compra, barrenderos, policías...¿a quién echas de menos tú?

MICROS


Abrió el cajón de los recuerdos y ahí estaban: su sonrisa, su forma de andar, el color de su pelo, el sabor de sus labios, la textura de la piel. Lo cerró y estaba tan repleto que lo tuvo claro, jamás la olvidaría.

15 de septiembre de 2009

MI COCHE VIEJO


Un viejo carro de más de 200 mil kilómetros es como una casona enorme. Si está llena de gente, de vida, de los rutinarios sonidos del día a día, es afable y acogedora. En cambio, el silencio invita al misterio, a la tensión. Las puertas suenan, el aire aulla por las rendijas, los pasos de quien sabe azotan incomprensiblemente el techo. Estando solo te sientes más acompañado de lo que te gustaría. Si la casa es vieja esa sensación se multiplica por mil. Eso me ocurre con mi coche. Por esas cosas del SINOTEC (destino tecnológico) estuve un par de días sin radio (ni perro que me ladrara, que ya lo hubiera querido) en mi viejo bravito. Cuando uno monta en el coche y revisa la batería del móvil es porque tiene cierta experiencia, cierta incertidumbre. Pero, sobre todo, cuando uno tiene el coche como una herramienta imprescindible en su día a día, cuando ves más a menudo a tu mecánico que a tu viejo amigo de la universidad, es cuando estas cosas adquieren su magnitud máxima. El silencio y el miedo a una avería no son buenos compañeros. Con la música, canturreando a los poetas de Serrat, el trayecto se hace corto y el coche es una máquina certera que responde a mis estímulos. En cambio, en el silencio, todo suena sospechoso, esa puerta pareciera que no ha cerrado bien, le cuesta arrancar, las irregularidades del asfalto son posibles pinchazos, las subidas o bajadas de revoluciones un aviso, las marchas entran con una dificultad sospechosa, el intermitente ¿funciona?, silencio, ruidos y tiempo, así el viaje se hace eterno. Así que puse remedio en cuanto pude y ahora el coche vuelve a funcionar a al perfección, o al menos solo me enteraré cuando deje de hacerlo, de golpe. ¿Servicio de grúa? sí, verá, estoy en el kilómetro...

MICROS


Un día dejaron de abrumarle sus propios errores. Lo poco que había aprendido en la vida había sido gracias a ellos.

14 de septiembre de 2009

PROBADOR


Es el calor del verano. El ventilador no ayuda. Casi peor. Por las ventanas entreabiertas entran los sonidos de la ciudad, adormecida. Está desnuda. No es capaz de dormir con ropa con este calor. En el techo se reflejan, juguetonas, las calles tamizadas por el filtro de la persiana y las cortinas. Es un interesante juego de lechosos claroscuros. Las gotas de sudor van surcando su cuerpo en pequeños ríos. En los pechos nace una riada salada que va marcando un interesante cauce. En su paseo va desde el pecho hasta el vientre, surcando el ombligo con pericia marinera hasta lanzarse por sus cadera y morir en el sexo. Un pequeño suspiro la invade y se rinde ante la evidencia: está excitada. De no ser así no sentiría con tanta precisión cualquier caricia en su cuerpo, cualquier movimiento y estaría profundamente dormida. Entreabre las piernas ligeramente y se lleva la mano al coño. Nota la humedad, y no es sólo sudor lo que ha recibido a sus dedos. Con la otra mano se acaricia el pecho, que lo celebra con tremenda erección de los pezones, tanto que no resiste la tentación de mordérselo, aunque para ello tenga que poner a prueba sus abdominales. Sin casi percatarse un dedo ha entrado en su vagina con asombrosa facilidad y como si tuviera vida propia juguetea por dentro, despertando todo un castillo de fuegos artificiales que la obligan a soltar el pezón y arquear el cuerpo. Sumida en esa nube de movimientos tensos por fuera, eléctricos por dentro, recuerda a un joven que entró en la tienda esta mañana. Buscaba camisetas ajustadas, con esos pectorales, comentó con otra compañera en privado, hubiera sido un crimen cualquier otra prenda. Estuvo ayudándolo a decidirse, porque estaba como un queso y la tienda vacía, ¿qué otra cosa mejor podía hacer? Le llevó varias camisetas mientras él se las probaba, esta te queda mejor, esta no tanto, aunque todas se ajustaban con dolorosa perfección a un cuerpo no menos perfecto. Se llevó media docena de ellas y algún que otro suspiro de las dependientas, cuando con una luminosa sonrisa, abandonó la tienda con su aire de surfista. Ahora, mientras aprieta su mano con las piernas y ya son dos dedos los que la electrifican por dentro y otro se ha concentrado como un salvaje en su clítoris, el joven surfero ha salido del probador con una camiseta puesta al revés. Ella se apresura a corregirlo y le ayuda a quitársela. ¿Haces pesas? pregunta al ver el torso depilado. Sí, bueno, ahora ya no, no tengo tiempo. Tienes un cuerpo espectacular. En los sueños no hay miedo al fracaso y se atreve a ser directa si se lo pide el cuerpo, y ahora tres dedos en el coño se lo estaban pidiendo con insistencia. Tú también estás espectacular. Quizá la última palabra ya no llegó a escucharla, tapada por sus labios, fundidos ambos en un largo beso. Ya son cuatro los dedos que juguetean dentro de su coño. Ella cierra la cortina. El surfero comprende y la eleva en volandas para colocarla a horcajadas sobre él. La besa en el cuello, fuerte, muy fuerte, incluso la muerde, manejando con maestría el noble arte del dolor y el placer. Después los pechos, con las mismas normas. Un dedo que se adentra por el tanga, liberadas sus piernas por el arte de magia del hedonismo y los sueños, de la falda del uniforme. Están los dos desnudos y ella se arrodilla para llevarse la polla a la boca, entera, hasta lo más profundo de su garganta. Mientras lo imagina lleva dos dedos a la boca, para ayudar al guionista de los sueños. Aprieta el culo del surfero mientras se come la polla con hambre, sedienta, entregada, obscena, vulgar. Se pone en pie. ¿Te gusta mi cuerpo? Le dice acariciándose las tetas y poniendo cara de niña buena. Me muero por él. Pues cómetelo; y levanta la pierna hasta la silla para indicarle el camino. Como no podía ser de otro modo la lengua y los dedos del surfero saben lo que se hacen. Entran, salen, chupan, muerden, absorben, comen, lamen hasta provocarla el delirio, poco le importa que haya más personas en los probadores, ella se aferra a las perchas para mantenerse en el mundo. Cuando el surfero se cansa del coño se sienta, con la polla erecta como un mástil sin bandera. Móntame, le sugiere. Y ella se pone encima y siente en toda su extensión, la polla dentro de su coño. Ahora se abrazan con fuerza y se mueven coordinados. Se golpea las rodillas contra el cristal con un realismo que de no ser por el orgasmo que ronda sus dedos, le resultaría hasta extraño. Él se corre primero. Ella sigue moviéndose, vamos, córrete nena, quiero que me chorrees y por fin sí, por fin se hunde en su melena rubia y siente un orgasmo desgarrador que le arranca un sonoro gemido…¿estás bien, cariño? Un brazo familiar la toma de la mano, todavía húmeda, ¡ estás sudando muchísimo ¡ Eh, sí, sí- recupera la respiración- es que no puedo dormir. ¿Es el calor?¿el trabajo? Sí, eso debe de ser, no dejo de pensar en el trabajo, pero cari, tu sigue durmiendo, que creo que ahora no voy a tener problemas, un beso mi amor…

13 de septiembre de 2009

MICROS


Se sentó frente al espejo y le pidió sinceras disculpas a su cuerpo.

Papá apretó el frenillo de ir para delante y... (levantó el pie del freno)

12 de septiembre de 2009



H1N1

No bese, nunca abrace, no acaricie,
Contenga hasta la asfixia el propio aliento,
No gima, no suspire, no jadee,
Y ponga mascarilla a sus afectos.
No acuda a bibliotecas ni teatros,
No tome el autobús, no viaje en metro
Ni suba al ascensor donde un vecino
Tal vez estornudase sin pañuelo.
Y no llegue a pensar que esta pandemia
Oculta tras de sí el virus del miedo,
Así como inmorales intereses
Que han hecho del mercado infausto templo;
Que más matan malaria, guerra y hambre,
Fenol, tolueno, estroncio, plomo, arsénico,
El tráfico y la falta de ternura
Que esta falaz pandemia de diseño.
Sucumba ya al contagio, al arrebato,
Que hilando con el ánimo sereno
Quizá usted descubriera, ciudadano,
El nexo que une al virus con los cerdos

11 de septiembre de 2009

ESTOS PADRES

Es que la policía es muy chula y hay que quitarle la chulería, si no se puede hablando habrá que hacerlo a botellazos. Esto no lo digo yo, lo dijo uno de los jóvenes entrevistados con motivos de las revueltas del pasado fin de semana en las fiestas de Pozuelo (Madrid). Nada nuevo, la filosofía de este es mi chacho y hago con él lo que quiero ya lo manejaban (Batussi y cia) mis amigos de la infancia. Ahora, gracias a la tecnología, es más fácil que el cobarde/valiente de masa se organice. La tienen preparada para este fin de semana. Lo mismo, nada que no haya visto y escuchado en mi adolescencia. Hay una serie de detenidos por estos altercados. El juez ha dictado sobre ellos una medida cautelar (que no sé muy bien que es). Resulta que los padres la han recurrido. Claro, a uno le da por pensar que el juez se ha pasado, ha cruzado la raya, los ha tomado como cabeza de turco para ejercer una medida ejemplar y salvaje...¡ no podrán ir a las fiestas más tarde de las diez de la noche ! Es decir, para los padres de unos críos que se liaron a botellazos contra la policía, que quemaron uno de sus coches y que incluso tuvieron un conato de asalto a la comisaría, quedarse sin disfrutar de las horas nocturnas de las fiestas patronales es una condena excesiva. Sin entenderlo me hace comprender muchas cosas, entendería perfectamente que estos muchachos se liaran a botellazos a las diez menos cuarto de la noche, total ¿qué les puede pasar? Dicen que su c.v. escolar es inmaculado. Perfecto. Si eres pijo y estudias, puedes hacer lo que te salga de los cojones. Ahora, si eres pobre, vives en un entorno que no te permite la estabilidad y la tranquilidad necesaria para estudiar, para motivarte, para simplemente permitirte tener un espacio en el que lanzarte con los deberes y los libros, y luego sales a unas fiestas y la lías, entonces, sí, entonces eres un verdadero peligro y no hay que dejarte sin fiestas, sino que hay que llevarte a un centro de menores a reconducir tu peligrosa actitud antisocial. Lo siento, primero por los padres de esos adolescentes, los de las buenas notas, porque están creando unos monstruos que puede que un día, por qué no, muerdan hasta la mano que les da de comer. Y también lo siento por la sociedad en la que vivan estos jóvenes, porque tendrán que sufrir su más que evidente falta de valores. No soy alarmista, cuando entiendo las cosas me gusta pensar que soy realista.

MICROS


Se enzarzaron en una pelea tan encarnizada que terminaron perdiendo ambos.

10 de septiembre de 2009

¿SE PUEDE?


¿Se puede querer a alguien con toda el alma y no soportar su presencia?¿se pueden necesitar sus ojos y ser incapaz de sostenerle la mirada?¿se pueden anhelar sus caricias y ser incapaz de tocarla?¿puede ser su voz la melodía de tu vida y ser incapaz de escucharla?¿se puede depender de lo que ella piense y ser incapaz de hablarla?¿qué distancia real hay entre el respeto y el desprecio?¿entre el amor y el odio?...¿por qué nos empeñamos en hacer daño a quien más nos quiere?

MICROS


Era tal el peso de su ego que no le permitió subir más alto.

9 de septiembre de 2009

CARTA DE ANA-LUISA RAMIREZ (EL PAIS)

No toques. No beses. Aprende navegando. Fórmate online. Lee en e-books. Escolariza a tu bebé a los cero años (en inglés, please) y esterilízalo, Einstein-ízalo, Mozart-ízalo. Interna a tus ancianos en residencias.
No beses. Esterilízate. No toques. Denuncia a quien toque a tu hijo/a. No juegues con esto ni con aquello. No te la juegues. ¡Que no juegues, coño! Sé creativo, que yo te diré cómo hay que hacerlo.
No beses. Esterilízate. No toques. Denuncia a quien toque a tu hijo/a. No juegues con esto ni con aquello. No te la juegues. ¡Que no juegues, coño! Sé creativo, que yo te diré cómo hay que hacerlo.
No te diferencies. No decidas. No pienses, limítate a querer consumir lo que te imponen; a temer lo que te acecha, a pagar lo que te exigen; a conversar sobre lo que apuntan los medios; a leer por sagas los best seller de actualidad.
Ve al gimnasio. No fumes. No bebas. No rías, mejor acude por un módico precio a sesiones de risoterapia (de abrazoterapia no, que te he dicho que no toques).
No salgas sin tu móvil, tu portátil, tu pen drive, tu MP4. Sé el primero en obtener tu Plastic Logic eReader. Corre, paga, corre, paga, corre al dictado de la todopoderosa banca, de los glamourosos negocios, de los intereses políticos y financieros internacionales...
No beses. No des la mano. Di hola.
¡Hola! ¿Hay algún ser humano por ahí.

Simplemente genial.

CREO...PERO


Creo que la mejor forma de moverse por una ciudad grande es el transporte público...pero voy en coche a trabajar. Me inclino a la izquierda de la izquierda...pero voto en blanco. Creo que hay que cuidar el planeta...pero me fastidia que los centros comerciales no me den bolsas con la compra. Creo en la educación pública...pero mi hijo va a una escuela privada (gracias Esperancita). Me considero una persona tolerante y en absoluto racista...pero si voy en el metro y aparece un grupo de gitanas rumanas aprieto más fuerte mi cartera. Estoy totalmente convencido de los valores de igualdad entre sexos...pero no puedo evitar comprobar si quien me ha fastidiado con el coche es hombre o mujer. Soy ateo convencido...pero cuando ocurre algo sorprendente y malo no puedo evitar suspirar "por Dios". Creo que la tolerancia, el respeto a la diferencia se gana viajando...pero no salí al extranjero hasta los 32. Creo que el ser humano es infiel por naturaleza...pero llevo casi 20 años emparejado. Creo que la violencia no genera más que violencia...pero si alguien pusiera en peligro la seguridad de mis hijos creo que sería una persona extremadamente violenta.
Me culpo de todos los "creo"...pero no sabría que decir de los "peros". ¿Soy un hipócrita?¿es falsa modestia?¿imposutura?¿no soy quien creía ser?¿no se puede ser quien quería ser?. En el fondo creo... pero...

MICROS


El cura creía estar cometiendo un pecado de lujuria, sólo Dios sabía que se trataba también de un incesto.

8 de septiembre de 2009

CORTANDO ALAS


El domingo hacía bastante calor. La piscina, después de una semana con la depuradora estropeada y ya arreglada, lucía estupenda, aguas cristalinas reflejando el sol de la mañana. Mi hijo pequeño, en su interminable y eterno peregrinaje a ningún lugar y todos a un tiempo, caminaba de un lado a otro ladeando su respingón trasero. Edu es un vecino, de unos 10 años. Bajó las escaleras cariacontecido, vestido de calle, camiseta oscura, pantalones cortos oscuros igual. Zapatillas y calcetines. Parecía un pegote entre el sol, el agua y el resto, que íbamos en bañador. ¿Hoy no te bañas? le pregunté. No, no puedo. Mi cabeza algunas veces va más rápido que mi yo consciente e hizo una composición de lugar: si estuviera malo, no tendría esa cara de pena y probablemente hubiera dicho estoy malo. Si se hubiera portado mal y como castigo no pudiera darse un chapuzón también hubiera dicho estoy castigado; así que me la jugué: ¿es por alguna religión? Sí, contestó taciturno. Ah, ¿cúal? Mormona. Después, para esconder mi visceral rechazo hice algunas preguntas sobre el lugar de culto más cercano etc y zanjé el asunto con un yo no tengo religión, Eduardo, así que no puedo darte opinión.

Y me pregunto. Sí, que sé que estoy es una nimiedad, pero es una perla que sirve para enseñarnos la verdad de la que tanto hablan los distintos representantes de los distintos dioses. Me pregunto ¿qué clase de Dios se alimenta de que un niño de 10 años un día de 40 grados a la sombra deba quedarse sentado en las escaleras mientras sus amigos disfrutan de uno de los últimos días de piscina del verano?

MICROS


Toda la vida humillándolo, despreciándolo, hasta que él se cansó de aguantar, y entonces ella se dio cuenta de cuanto lo necesitaba.

7 de septiembre de 2009

EL SOCORRISTA


Es lo que tiene agosto. El silencio puede asustar. A ella no. En una urbanización tan ruidosa como la suya el silencio es un tesoro. Por eso ella baja a nadar a la hora de la siesta. El sol calienta demasiado, pero nada que una buena crema protectora no solucione. Con lo que no contaba era, a su edad, con tener un aliciente inesperado. Un aliciente musculado, hasta el delirio, de algo más de uno ochenta y pelo rubio y largo en una coleta. Mientras nada, cada largo, no puede evitar fijarse y sentir, con placer, su mirada tras los cristales tintados. Afina el estilo sin ser consciente y, contra su costumbre, usa para nadar los bikinis, en lugar de los bañadores arena inútilmente comprados al efecto. Es más, ahora hasta toma el sol. El ritual en estas dos semanas de Rodríguez es siempre el mismo, baja cuando no hay nadie, saluda con una sonrisa, nada y se tumba frente a él, adoptando posturas intencionadamente sexys. El esfuerzo de mantener un cuerpo cuidado se rentabiliza en sesiones de coqueteo como estas. No busca nada. O eso creía. Hoy es el último día, mañana empezarán sus vacaciones y correrá al encuentro de su pareja y sus dos hijos. Ha bajado antes. Ha buscado el bañador rojo que tanto resalta su figura y su sorprendente moreno. En lugar de sonreír le ha preguntado la hora. Las tres. Está nerviosa, pero no sabe por qué. Va camino de la ducha. No hay agua, escucha desde el otro lado. El socorrista se pone en pie y se acerca. Se le acelera el pulso. Hay un problema con el agua, es más, es recomendable, si no le importa, no bañarse de momento, los niveles de cloro no son los adecuados, estoy esperando al técnico. Vaya, maldice en alto, es una pena. Hoy era mi último día de natación tranquila. Sí, es una pena, porque era el mejor momento del día verla nadar. No se anda por las ramas. Ahora mismo nota como sus pulsaciones golpean la sien con violencia, en un insoportable canto de sirenas. Es el momento o de aceptar el quite o de poner césped de por medio. Yo tampoco me había aficionado nunca tanto a la natación. Pues no lo parece a juzgar por su cuerpo. Bueno, hago otro tipo de ejercicios. Sí, eso es evidente, demasiado evidente, es incluso cruel para el resto de los humanos. Está muy cerca, en la ducha sus manos se han cruzado y no se han esquivado, al contrario. Llevo toda la semana teniendo sueños contigo. Ella baja la mirada, excitadísima y encantada. Desde la primera vez que te vi no dejo de imaginarme acariciando tu cuerpo. Soy consciente de donde estamos, de tu situación- ahora están más cerca que nunca, pareciera que estuvieran bailando- por eso me voy a ir al botiquín y esperaré; si entras me harás el hombre más feliz del mundo. Si no lo haces seguiré adorando cada noche esta figura el resto de mi vida. Y se aleja. Cruel, meciendo el cuerpo más perfecto que jamás haya soñado. Ella se queda paralizada, apretando los dedos al hierro de la ducha. Se muerde el labio, jamás se había sentido tan tentada, es como si los cimientos de su ordenada vida se estuvieran desmoronando. Podría quedarse dentro y arrepentirse toda la vida, o dar el paso hacia el botiquín. Los cimientos se desmoronan a su espalda mientras ella, con el corazón a mil por hora, recorre el camino. Mira a un lado, mira a otro, intuye las miradas inquisidoras de los vecinos, pero ni así es capaz de detener su paso. Abre la puerta y ahí la espera el socorrista, desnudo y erecto, con una sonrisa inabarcable, como la belleza de su cuerpo. El atrevimiento, en lugar de frenarla, ha acelerado el proceso y se abrazan con violencia. Sus cuerpos se fusionan por la boca, por la cintura, por las manos. Le quema el bikini y se lo arranca literalmente. Siente la polla en su cintura como una llamada. Se arrodilla y la besa. Él levanta la mirada al techo del pequeño y oscuro cubículo. La tiene ceñida por los hombros, marcando el ritmo. Ella estaría toda una vida chupando, lamiendo, mordiendo, pero su coño le reclama protagonismo. Regala un par de salvajes lametones y se recuesta en la camilla, con las piernas entreabiertas. Él se arrodilla entonces y comienza a besarla, con la misma ansiedad que ella se comió su polla. Mientras lo hace rebusca en su mochila un preservativo, se lo coloca con rapidez y la penetra con un gemido animal. Acoplados se besan un instante y después comienzan a moverse abrazados. Una docena de embestidas después él la fuerza a tumbarse y al tiempo que la penetra busca su clítoris. Lo acaricia de arriba abajo con la justa velocidad y la delirante presión que la están llevando a las puertas del orgasmo. Ella pellizca inconsciente sus pezones, le araña el pecho y se muerde el labio. La polla entra y sale por completo, y cada nueva vez que recorre el interior de su coño la trasporta un poquito más lejos. Quisiera alargarlo, demorar el momento, esperar el orgasmo compartido, pero no puede, ha perdido por completo el control de su cuerpo, cierra los ojos y grita, como nunca, el orgasmo más intenso de su vida. Él, respetuoso, disfruta de la estampa, el cuerpo gimiente, hermoso y sudoroso, rendido al placer. Ella se siente en deuda y sin pensarlo un instante se baja de la camilla y se arrodilla. Al hacerlo ha visto un bote de crema y cambia de planes. Le quita el preservativo y se echa crema entre los pechos. Después lleva la polla a ese lugar y con ayuda de las manos la aprisiona entre ellos. Él comienza a mover el culo para que la polla suba y baje en el maravilloso e hidratado cañón. Cuando la polla está en la cima recibe el regalo de un lengüetazo. En apenas diez movimientos empieza a sentir la cercanía del orgasmo. Ella levanta la mirada, quiere ver su hermoso rostro roto por el placer hasta que la leche le golpea la barbilla, ardientes dentelladas que se pierden por su cuello y que mueren en los pechos. Demora unos últimos movimientos lentos, se la mete en la boca por última vez a modo de despedida y se pone en pie. En silencio, todavía mecida por la excitación pero algo aturdida, como si los remordimientos le estuvieran llegando de golpe. Se limpia con una toalla y se viste. Él se ha quedado tumbado en la camilla, incapaz de articular palabra. No se despide más que con una incomprensiblemente asustadiza y tímida sonrisa. Y se va camino de casa, para ponerle un mensaje a su pareja, voy a adelantar el viaje, salgo de madrugada, tengo ganas de veros. Él, cuando recupera el aliento, feliz, baja al cuarto de la depuradora a poner de nuevo el agua. Una vez hecho su trabajo, el agua debe fluir de nuevo.

MICROS


Y cuando nadie más volvió a pensar en él, desapareció.

6 de septiembre de 2009


Rubén sube la calle central del pueblo que desemboca en la plaza, al doblar la esquina descubre que está el mercadillo. Recorremos todos los puestos y se compra un juguete. Al día siguiente subimos la misma calle y a unos metros sale corriendo dobla la esquina y maldice: vaya, hoy no está el Carrefour...Rubén, cuatro años.

5 de septiembre de 2009



Y viene un hijo de puta…


“…que los pobres coman pan
y los ricos mierda, mierda.”
Chicho Fernández Ferlosio


No, amigo, no; detén un poco el carro
E intenta moderar tus esperanzas:
Jamás esta tortilla
Se habrá de dar la vuelta
Y puede ser que nunca a este tomate,
Prendido aun tan tranquilo de su mata,
Le otorguen el perdón por su ancha culpa:
La fe inocente y firme en la Utopía.
No obstante, compañero,
No dejes de anhelar cambiar el mundo,
Y al cabo en tu agonía, con orgullo,
Podrás testificar que a ti tampoco
El mundo con sus vicios te ha cambiado.
(Y si un día, casual, suena la flauta,
Tendrás la recompensa inesperada
De ver a buitres, ratas y gusanos
Hundirse por un tiempo en las cloacas)