29 de septiembre de 2009

COSAS QUE PASAN (III)



Protagonistas: el perito y Laura, la rubia.


Tercer capítulo de esta escatológica saga. Ayer teníamos la cita con el perito. Un hombre entrado en años, con una curiosa e incipiente calvicie en la coronilla, que añadido a su tono pausado, le confería cierto aire de sacerdote reciclado. Parecía caminar entre dos épocas, el pasado reflejado en su carpeta y su bolígrafo, y el futuro, en su flamante y atareado móvil. Supe, gracias a ese teléfono, que lo que habíamos tenido nosotros era un siniestro (no puedo atenderla, estoy en otro siniestro) Así que ya tenemos banda sonora para esta saga, cualquiera canción de Siniestro Total. Nuestras pretensiones eran claras y se resumían en una idea: queremos la casa como la teníamos antes de que la mierda de los vecinos nos inundara. Fue tomando nota y yo me sentía como un fallero al que le revisan las excelencias de su obra. Valorando aquí, valorando allá, numeró nuestras pérdidas: techo habitación (más menos tres metros) y del baño (dos metros), parquet (dos metros) pintura de pared y techos, maderas de armarios (no armarios en conjunto) y rodapies. Le comentamos nuestros problemas de habitabilidad. Nos dijo que si era necesario un hotel lo cubría el seguro. Buenas ganas nos daban, y de darles gastos, pero ¿están mejor unos niños que con sus abuelos? Y la higiene, que también nos preocupaba (después de ver como nuestro techo cagaba a modo de cascada sobre nuestro baño) También cubre una limpieza especializada. La cosa va para largo, pero el perito fue educado, comprensivo y muy sensible a nuestra situación (la casa en sí misma, transformada en trastero y armario era un poema en sí mismo)
También tuvimos un nuevo capítulo con nuestra amiga de la administración. Ella, solícita siempre en principio, se ofreció a mandarnos una empresa de desinfección en esa misma tarde. La empresa llamó pasadas las seis para explicar dos cosas: una que su trabajo se centraba en el control de plagas (que buscamos evitar, aunque todavía, por suerte, no tenemos) y que aquella misma tarde imposible. Nuevo contacto con Laura (la rubia) ¿cómo? pero si los llamé esta mañana (craso error el de delegar responsabilidades siempre en terceros y con indignación, no cuela) Queda en llamarnos de nuevo y no lo hace. Los intentos posteriores de contacto son imposibles. ¿Solución? llamamos de nuevo al perito, ya que él podía ofrecernos una empresa de limpieza eficiente, aunque quizá no tan rápida en la ejecución.
Y hoy tenemos cita, a las cinco y media, con el albañil (que nos ha buscado nuestro amigo el fontanero, ya que la aseguradora nos lo traía para la semana que viene) y, por su puesto, un nuevo capítulo de esta saga monográfica.
Ah, el día ha empezado muy bien, en el programa de radio Morning 80 (m80 Radio) hay una sección en la que un oyente pide una canción despertador y hoy pusieron la mía. Les pedí en el email que hablaran del trastero a cambio de publicidad en mi blog. No hablaron de ello, pero me ha dado tanta marcha el you shook me all night long de AC/DC que no puedo evitar hacerles publicidad de su programa.

3 comentarios:

ralero dijo...

Bueno, también se podría llamar -seguro que así comienza ya a pareceroslo- "La Historia Interminable".

Más abrazos.

Elena dijo...

¿Y lo bonita que va a quedar con todo nuevo? si al final es como si fuerais a estrenar piso ¿no?....bueno, es por quitar hierro al asunto...¡q follón!...follón de jaleo, que ahora no hay muchas ganas de lo otro mirando a los vecinos por el agujero ...¿o sí?...bss.

Dudu dijo...

Algún día os reireis de toda esta situación ¿o no?