27 de noviembre de 2009

EJERCICIO LITERARIO I: EL ATARDECER

Selene ha desplegado sus encantos lechosos sobre el manto azulado y esponjado de cúmulos y estratos. Su luz blanquecina y borrosa ha cegado al sol, que plegado ante su belleza, se inclina sumiso por el horizonte. Arrodillado sobre sus últimos rayos rinde pleitesía a la dama de la noche. Como un pintor enloquecido y enamorado, lanza sus brochazos nacarados, rojos, anaranjados, amarillos, y los mezcla sobre los tejados. Utiliza de lienzo a las nubes, que se afanan por recoger toda la explosión creativa del astro. Es la ofrenda a su amada antes de retirarse, antes de guardar la arrogancia con la que ha castigado al día. Mientras lo hace ordena a la sombras alargarse, esa sombra alargada de las cosas, es una salva de luz y oscuridad en honor de la luna, efímeros reinados del claroscuro en honor a quien acuna sus noches. La luna lo observa todo desde su trono, divertida con el juego del escondite al que somete el sol a las cosas y las sombras cada tarde a estas horas. Las estrellas, sus eficientes damas de honor, se van situando en sus respectivas posiciones, siempre brillantes, siempre atentas a las necesidades de su reina. Venus se cuela, como cada noche, en la fiesta de las damas de luz. La ciudad se acomoda al nuevo reinado, las farolas, hermanas obreras del sol, comienzan su jornada laboral, y lo hacen sumisas, inclinadas hacia el suelo, como las imaginó su creador, el señor de la luz, para no robarle un ápice de protagonismo a Selene. Los coches flanquean la ciudad con sus dos zarpas de luz blanca. Los zarpazos de los tigres de hierro no dejan huellas sobre la piel de asfalto. Las casas dibujan sus cubos de vida y sombra en los edificios. Unas van, otras se apagan. Unas se encienden, otras vienen. Esta inconsciente sinfonía es la melodía con la que el sol pretende despedirse de la luna. Hasta la mañana, cuando Selene, cansada, se recosatará sobre el horizonte sin tanta fanfarria y el sol, rejuvenecido y arrogante de nuevo, irrumpirá en escena con sus rayos dorados y certeros. Las farolas suspiraran aliviadas y cansadas. Los coches ya no necesitarán de los rayos de luz y la ciudad se desperezará para empezar un nuevo día.

MICROS


La presidenta de la Asociación de Letras por una Ortografía más Relajada, la tilde, fue condenada a 20 hojas y un párrafo por delito esdrújulo de ausencia de diptongo.

26 de noviembre de 2009

LA FRASE DE NEON

Antes, cuando escribía novelas, estas entraban en mi vida por formas muy diversas. Unas se construía en torno a la forma de ser narradas, como aquella en la que el protagonista de la historia no aparece en ningún momento y quienes la cuentan son aquellos que se van cruzando en la narración. Otras veces es un personaje, como el cocinero de la novela futurista. En otras una idea: como aquella en la que parto de la premisa de hay un hombre desnudo en el armario de una mujer y no es lo que parece. Ayer ocurrió algo inaudito. Estaba cepillándome los dientes y pensando en qué escribir esta mañana. Evidentemente no una novela. No daré pistas pero mentalmente empecé la narración hasta que apareció una frase. Lo hizo con fuerza repentina. Me ocurre muchas veces cuando escribo mentalmente, que de golpe una idea, que en mi blandengue ego considero sublime, irrumpe en la narración con fuerza y su eco resuena durante largos minutos, como una rampa a la que volver para que la narración tome fuerza. Pero ayer esta frase no solo irrumpió con fuerza, porque era algo más que una rampa. Era una frase caníbal, letrapofaga, se fue zampando a sus compañeras, a cada nueva palabra engullida se crecía más hasta que como un enorme letrero luminoso dominó por completo mis pensamientos. Era como si el guisante se hubiera comido al solomillo. Ya ni recordaba la primigenia idea de la narración, solo veía la frase, como los neones intermitentes del mismísimo Broadway me reclamaba mi atención. Me susurraba algo más que su contenido, como cantos de sirena literarias a un naufrago de la creación, me ofrecía la magia perdida, la ilusión entregada, la rutina cedida, el ego dormido y me dejé caer. Ahí he dejado la semilla, sobre un manto de tierra mojada que bien pudiéramos llamar esperanza. Iré regándola, con paciencia, con esmero, con mimo y ¿quien sabe? quizá un día de estos, cuando menos me lo esperE, va y surge un arbolito, con sus frases, con sus ideas, con sus personajes, con sus letras, con su nudo, con su desenlace...quién sabe, nunca es tarde si la frase es buena ¿verdad?
NOTA: La frase en cuestión: la sombra alargada de las cosas.

MICROS (CONVERSACIONES DE BARRA)




25 de noviembre de 2009

LA CADENA DE EMAILS

Seguro que a los que trabajáis en oficinas esto os resulta de lo más familiar...




MICROS (CONVERSACIONES DE BARRA)


24 de noviembre de 2009

MISION BARBIE

Fue una de las misiones más arriesgadas de mi infancia. Me la jugaba con un enemigo astuto y certero. Tenía que usar todos mis conocimientos y tener fe en mi intuición, por eso puse un clic en mi bolsillo y no dejé nada a la improvisación. Me puse mi chándal oscuro. Me gustaría decir que elegí ese, pero era el único que tenía. Busqué el mejor momento del día, los previos a la cena, cuando las defensas del enemigo más entregadas se encontraban. Apagué la luz del pasillo para que la oscuridad jugara a mi favor. Mi madre y mi hermana mayor ultimaban los detalles de la cena. La pequeña pondría la mesa, porque ya había escuchado a mi madre el grito de ¡ Antonio, la mesa ! Disponía de poco más de dos minutos antes de que una avanzadilla femenina viniera en mi busca reclamando mi colaboración con los tenedores. Arrastré mi experimentado cuerpo de rey del bote botero y el rescate hasta la habitación de mis hermanas. Por primera vez me alegré de vivir en un piso tan pequeño, aunque ese metro y medio se me hizo eterno. Dos veces tuve que recostarme sobre la pared para que la pequeña no me pillara. Cuando dejaba las cucharas y volvía, tal vez a por el pan, entré. Lo hice con el máximo sigilo y no cerré la puerta del todo. Había que evitar ruidos al entrar y, sobre todo, al salir, un buen soldado siempre deja previsto el plan de huida. Llevaba mi pequeña linterna de explorador, así que tampoco encendí la luz. Sabía donde estaba el objetivo, siempre fueron muy ordenadas mis hermanas. Me arrodillé sobre la cama, a al altura de los pies, y alcé la mano hasta llegar a ella. La sostuve en el aire con suavidad. La meticulosidad era mi tercer apellido. La dejé sobre la cama y con unas pinzas, porque no quería dejar huella alguna, fui quitándole la ropa, primero la chaqueta, descubriendo unos pechos proporcionados en exceso pero carentes de vida. No me sorprendieron, porque en alguna escaramuza anterior ya había logrado visualizar parte del objetivo, incluso sabía de su yerma dureza. Después cayó el objeto final: los pantalones. Me embargaba la emoción pero no quería precipitarme, hubiera sido una lástima que la ansiedad diera al traste con tan arriesgada misión. Primero una pernera, después la otra. Luego enfoqué ansioso con mi linterna y ahí estaba, la entrepierna más triste que pudiera imaginar. Lisa, plana, muerta, absurda, ridícula. No sé el tiempo que tardé en asimiliar mi derrota, mi decepción y mi más profunda turbación e incomprensión ante aquel artilugio sin vida que tanta devoción levantaba en mi hermana. No lo comprendía. Pero estaba en territorio enemigo, el tiempo apremiaba. Estimé innecesario culminar la misión con Kent y salí de la habitación intentando contener las lágrimas, un soldado nunca llorar hasta terminar una misión, por mucho que haya perdido en el combate. Franqueé la puerta con el mismo sigilo hasta que una voz familiar interrumpió la huida. ¿Qué haces aquí? dijo la inconfundible y marcial voz de la mayor. Había que pensar rápido, no quería que me torturaran y saliera a la luz la verdad. Saqué el clic del bolsillo del chándal: se me había olvidado y lo necesito para mañana. Lo enseñé y escurrí el bulto bajo su brazo mientras la escuchaba pedirme que terminara de poner la mesa, que mamá me había llamado dos veces. Me tumbé en la cama y ya en la serenidad de mi campamento, rodeado de mis posters de Butragueño, de mis cintas basf con el último de Barón decidí que no entendía nada, que definitivamente no entendía nada. Tuvo que ser, algunas misiones después cuando, ya dejando huellas, empecé a entenderlo todo.

MICROS (CONVERSACIONES DE BARRA)

23 de noviembre de 2009

SUSO 89


Suso89: Anda, que guay que te conectes, ¿estás ahí?
Lanena:..
Suso89: ¿Estás ahí? No puedo dormir, no dejo de pensar en lo de esta tarde, que pasada, tía, alucino, a lo mejor eso es estar enamorados, no lo sé, pero ahora mismo tengo una erección brutal ¿qué me has hecho? No puedo dejar de pensar en ti, en lo que me has hecho ¿dónde has aprendido estas cosas? Y yo con miedo a darte un morreo delante de la peña, en clase, que parecías tan modosita, menuda tigresa, eres la caña. Ahora mismo, si cierro los ojos veo tus tetas, ¿dónde las escondes en clase? Es una lástima, porque son una preciosidad, y están duras, ¿no te habrás operado, cabrona, y lo guardas en secreto? ¿y ricas? Creo que no he probado algo tan rico en mi vida, que le den al arroz con habichuelas de mi madre, coño. Con esos pezones podrías cortar el hielo. Y tu forma de besar, me ha encantado sentir tu excitación en la boca, como me metías la lengua, como me mordías en el cuello, me has puesto a cien ¿lo has notado? Sabes a caramelo salado, no se como es posible, pero a eso sabes. Tu culo duro apretándose contra mi polla, normal que tuviera esa erección, nena ¿no te das cuenta como me pones? Ahora ni sé como soy capaz de teclear, que tengo la polla más dura que el tronco de un árbol. A lo mejor te asusto un poco escribiéndote así, nena, pero es que lo de hoy ha sido la caña de España. Me has dejado flipado, no estoy seguro de que lo que ha pasado no sea un sueño, cuando te has levantado del banco, has mirado a un lado y al otro, te has arrodillado, me la has sacado y te la has metido en la boca, ¿crees que ha habido algún momento más intenso en mi vida? He tenido que esforzarme para no sentirlo en ese mismo instante, me daba miedo correrme en tu boca a los diez segundos y la primera vez que lo hacemos. Pero, niña ¿quién te ha enseñado a hacer eso con la lengua?¿y con los dientes? De verdad que ha sido la mamada más espectacular del mundo, como te la metías entera, como gemías de placer, como me mirabas a los ojos, como has esperado mi orgasmo ¡ como te lo has tragado entero ¡ pero niña ¿quieres volverme loco? Ha sido el día más especial de mi vida, ¿crees que estoy loco si te digo que te quiero? No sé si resistiré la tentación de volver a masturbarme, antes de sentarme en el ordenador me he hecho una paja pensando en tu boca, pero ahora estoy otra vez igual…¿te hago una perdida?
Lanena: No, no hace falta que me hagas una perdida, estoy durmiendo desde hace más de dos horas, porque soy el padre de Carmen, bueno, de Lanena, es que mi portátil está estropeado ¿quién cojones eres tú?
Suso89:…

MICROS


Reunió el valor suficiente para ser tan cobarde de apretar el gatillo.

22 de noviembre de 2009


Papá, esta pasta de dientes está un poco sosa, ¿no? Rubén, cinco años.

21 de noviembre de 2009



A Vivian
La curva de tu espalda marca el norte
a un sur plácido y fértil de humedales
donde ha de ser mi boca fiel consorte
del oasis de tus labios connubiales.

La curva de tu espalda, el pasaporte
que lleva a esos espasmos cardinales
que empujan a saltar como un resorte
mi sed en marejadas seminales.

La curva de tu espalda, agreste Averno,
portal hasta la flor de un inframundo
tan lúbrico, excitante, abierto y tierno,

tan cálido, ancángélico y profundoque,
aun no portando el ala de lo eterno,
me eleva, hasta la gloria, inverecundo.

20 de noviembre de 2009

DESNUDOS

Todos los sábados vamos a la piscina. Mi hijo el mayor a su clase de natación, yo a mi lucha semanal contra la evidencia del tiempo. Además de consensuar con mi entorno lo mal que me queda el gorro de baño, que dependiendo del color del mismo, puedo parecer o un chupachus de 30 euros de fresa o de cocacola, he descubierto otra realidad que me inquieta: el miedo al desnudo. Sabemos que hay una edad, en torno a las diez, once años en las niñas, algo más tarde en los chicos, en la que desnudarse frente a los demás no apetece lo más mínimo. En general hay un tabú excesivo sobre la ausencia de tela en nuestra piel. No soy psicoanalista, así que no veo nada erótico previamente en un cuerpo desnudo, y en el de un niño muchísimo menos, no soy un enfermo. Pero entiendo que el mundo real, la calle, exige un respeto, y por eso no defiendo el ir desnudo al trabajo, por ejemplo. Pero creo que los vestuarios de una piscina son un lugar ideal para que los niños se eduquen en la normalidad del cuerpo desnudo, en no mitificarlo, que ya tendrán tiempo, con el despertar sexual, de hacerlo y en exceso. Pues en el polideportivo al que vamos, en el vestuario de niños, mi hijo es el único que se ducha desnudo. Los demás lo hacen con el bañador con el que han salido de la piscina. Me parece triste ver sus infantiles cuerpos de cuatro, cinco años, enjabonados con el bañador. Creo que no es una iniciativa del infante, sino algo alimentado por los padres, que debemos de tener mucho miedo a los adultos que allí andan con sus otros hijos, porque sino me costaría mucho más entenderlo. Lo que me inquieta es la excepción, que sea mi hijo el único. Yo, por su puesto, en todo momento estoy en bañador y me termino de duchar en el de adultos. Lo dicho, que no soy un enfermo, ni por exceso, ni por defecto, pero no siento la más mínima envidia de los padres y los niños con pavor al desnudo.

MICROS


Cuando su psicoanalista le sugirió que escribiera en un papel sus malos momentos, no le pareció una mala idea. Hoy, nueve tomos de mil páginas después, empieza a dudarlo.

19 de noviembre de 2009

NO PUEDO, ES QUE NO PUEDO

Puedo soportar que el conductor del camión de la basura, ataviado con el gorro del sherif, dirija el submarino camino de la última misión. Puedo soportar que el vaquero, con el chaleco salvavidas del guardacostas, monte en un dinosaurio para acabar las obras, martillo en mano. Puedo soportar que el obrero, con espada de gladiador y gorro de pirata, reme en el barco de los vikingos. Puedo soportar que el ladrón de rostro oculto con el escudo medieval defienda el castillo de los agresores con un revolver del oeste. Puedo soportar que el pirata, montado en el caballo, intente encontrar sitio en el avión, que a su vez pilota la veterinaria del zoo. Puedo soportar que dentro de las mazmorras del castillo esté la piloto del avión, con un casco de guerrero medieval y una lanza estilo Don Quijote. Puedo soportar que el ciclista conduzca el quad llevando el gorro del arquero y el paquete de las flechas vacío a la espalda. Puedo soportar que el policía montado en moto y con su casco vikingo de cuernos y todo regule el tráfico del puente levadizo del castillo. Sí, puedo con todo esto, puedo con los anacronismos temporales, físicos y conceptuales. Décadas después, puedo. He hecho terapia como padre y lo he conseguido. Pero con lo que no puedo y por mucho dinero que me gaste en el psiquiatra, jamás podre es con un ¡ CLICK CALVO ! por favor, ¿semejante aberración? apartadla de mis ojos, alejadla de mi vista...uf, es que no puedo, no, no puedo...

MICROS


El dictador fue enterrado bajo una enorme losa que dejó a todos contentos. A unos porque aquel majestuoso granito hacía honor al finado, y el resto porque por mucho que el dictador lograra despertarse sería incapaz de levantar semejante piedra.


Nota: cualquier parecido con el Valle de los Caídos es pura intención.

18 de noviembre de 2009

LOS GRANITOS DE DIOS

Las religiones tienen sus leyendas urbanas. Habría que buscarles un nombre, claro, ¿qué tal leyendas de fe? Para los ateos el conjunto de cada una de las religiones es un compendio de leyendas de fe, pero vamos a centrarnos en una. Una que en mi adolescencia hizo fuerza para intentar dominarme y condicionar las relaciones conmigo mismo y, a la postre, las que tenía y/o pudiera tener con los demás, en mi caso, las demás. Me refiero al mito de que los granos del acné eran una respuesta de Dios ante la masturbación. Esa es la versión ligth, porque la dura era la ceguera que podría surgir de una masturbación excesiva, que ya me imaginaba yo, si eso fuera cierto, a una piara de piadosas frente al kiosko de la Once al grito de ¡ vicioso, vicioso, Dios te ha castigado ! El primer punto flaco de esta leyenda era que no me salían las cuentas o Dios era muy malo en matemáticas. Porque como el 90% de los adolescentes (el otro 10% miente) me masturbaba con asiduidad, casi con profesionalidad. Vamos, que ninguna de mis compañeras de clase se escapó de mis redes, ni Mamen, ni Merche, ni Mayte, ni Gemma, ni Ana, incluso alguna profesora, ¿cómo se llamaba aquella que llevaba los vaqueros para sordomudos, ya sabéis, para leer los labios? ah, sí, Lourdes. Todas pasaron por el altar del onanismo que era la intimidad de mi cuarto. Por eso, al ver mi rostro perlado de pequeños monumentos de pus y hacer un pequeño recuento, no me salían las cuentas. Había menos granos que fiestas solitarias (por suerte) así que como la fe tiene estas cosas, que tiembla pero siempre encuentra un resquicio para el equilibrio, pensé que la leyenda estaba equivocada, y que lo que hacía Dios, para no hacer escarnio en el adolescente, era concentrar varios ejercicios de placer solitario en un mismo grano, así que cuando hacía explotar alguna Keops de pus frente al espejo decía ¡ ahí va una familia numerosa ! Y estas reflexiones, que parecen anecdóticas, son las que hicieron temblar el altar sobre el que descansaba mi creencia. Porque un día desaparecieron los granos, no así los encuentros imaginados con mis compañeras de patio de colegio, y a uno le da por pensar, y en lugar de imaginar que Dios ha bajado la guardia, o que la leyenda de los granos es mentira, te haces la gran pregunta del ateo ¿y si lo que de verdad es mentira es Dios...?

MICROS


Solo la muerte le impidió gritarle al mundo ¡ mereció la pena !

17 de noviembre de 2009

MI PRIMER DÍA EN EL GIMNASIO



Ayer volví a una sala de musculación, esto es, a un gimnasio propiamente dicho. Hacía casi una década, ni lo recuerdo. Y mi retorno me ha evidenciado, como mínimo, las 10 cosas que os detallo:

1.- Allí dentro, entre testosterona y sudor, mancuernas y aparatos, me sentía más perdido que un skin en una biblioteca. Era como si aquel oasis de músculo fuera la isla de Perdidos y yo su único morador.
2.- Habrá sido mala suerte, pero siempre me encuentro con monitores que tienen más desarrollado el deltoides que el cerebro. El que ayer me tomó nota se detuvo unos diez segundos pensando como terminar de escribir "mantenimiento" para finalmente escribir "para mantenerse".
3.- Claro, que tuvo su venganza apenas un minuto después, cuando me enfrentaba a mi primera máquina, artilugio del demonio, poema incomprensible del sistema de poleas. Bendije al inventor de las pegatinas y a su primo, el creador de las imágenes de muestra. Hasta un tipo como yo comprendió, cuando la localicé, que aquella máquina era para otro nivel. Así que me decanté por las mancuernas tradicionales.
4.- Cuando eres un regordete viejuno que acude al gimnasio para mantenerse, diez kilos en press de banca (pecho) es una ridícula barbaridad. Era más grande el hierro que sustentaba las pesas que las propias pesas. Ahí tumbado, resoplando, era una caricatura de mí mismo. Me imagino al monitor del fracasado mantenimiento escribiendo ahora en el blog de todomúsculo.com la llegada del nuevo personaje a su gimnasio.
5.- La televisión es un nuevo elemento. Cinco pantallas gigantes amenizan al sufridor/a. Con tal oferta bien pudieran poner un canal porno. Habría dos consecuencias, las máquinas que hubiera frente a ese monitor serían las más solicitadas, y la sala se iría poco a poco quedando sin mujeres.
6.- La música es una constante imposición. La potencia de mi ipod no pudo con el hilo musical, pero como prefiero el flamenco a Bisbal, seguí con los cascos puestos, así que mi cabeza era una suerte de feria, a la que solo le faltaba, de vez en cuando, un grito de "¡ otro perrito piloto !".
7.- La fauna que uno puede encontrar en un sala de musculación no ha variado mucho: van desde el musculitos de libro, que parece un lagarto de esos con dorsales y patillas de pollo, a los adolescentes con más grano que músculo, pasando por los deportistas reciclados de otras disciplinas, sin olvidarnos del perenne opositor a bombero y su amigo.
8.- Sigo sin entender por qué la gente prefiere correr sin moverse en una cinta que salir a hacerlo en la calle, a no ser que enfrente tengas el canal porno.
9.- Media hora de repeticiones se me hace eterna, y desde que planifiqué la sesión, que terminaba con un baño en la piscina, cada resoplido se acompañaba de un con lo bien que estaría nadando.
10.- Cuando me zambullí en el agua recuperé mi seguridad, mi orgullo (pese al gorro), porque si el agua fuera una biblioteca, allí sería un ratoncito con gafas de pasta.

MICROS


Los vencedores reescriben la historia a su gusto, los derrotados la resufren a su disgusto.

16 de noviembre de 2009

EL REGALO DE MAMÁ


Soy puta. Así que voy a donde me pagan. Además, de las caras, mis servicios, que incluyen desde felaciones naturales y completas hasta cualquier filia que el cliente ponga sobre las sábanas y que no suponga un daño físico para mí, están por encima de los cien euros por sesión. Debido a mi trabajo no me extrañó lo más mínimo, faltaría más, la llamada de la clienta. Quiero que venga a hacerle una mamada a mi hijo. Solo por curiosidad pregunté la edad, no porque sea remilgada en ese aspecto, sino porque no quiero problemas legales con menores. Treinta años, señorita, tiene treinta años. En el camino, adecentada con mis galas de puta, que suelen ser siempre minifalda y top ajustado bajo el abrigo, pensaba en qué curiosa vida pudiera tener aquel hijo al que una madre le regala una puta para su cumpleaños. Vivían en un barrio humilde del sur, las casas rezumaban esfuerzos y familiaridad. Yo vivo en el norte, en una zona residencial, pero siempre me siento a gusto cuando paseo por estos barrios obreros. Mis salarios me permiten no sentirme como tal, pero ¿qué soy yo sino una obrera del amor? En un cuarto sin ascensor me esperaba la mujer. Rondaba los sesenta, rostro cansado, ojeras enormes y sonrisa forzada. Buenas noches señorita, le agradezco la puntualidad y la discreción. Esto último lo imaginé porque bajo mi abrigo solo un viejo cliente podría adivinar mi profesión. Vayamos al grano, me dije, y ella entendió mi gesto porque con la mirada me indicó una habitación al fondo del pasillo. Llevaba los dos billetes en la mano, pero le indiqué que cobraría al finalizar el trabajo. ¿Alguna indicación sobre lo que desea su hijo? Ojalá, dijo entre lacónica y resignada. Al entrar entendí su resignación, su tristeza y su profundo cansancio. En una habitación donde uno espera todavía duerma un niño descansaba el cuerpo inerte del joven de treinta años. Las manos retorcidas con los dedos hechos un ovillo, como si intentara rascarse las muñecas. El rostro, relajado, sobre el hombro y sobre él los restos de sus propias babas. Soy una profesional experimentada y creía haberlo visto y hecho casi todo. El casi siempre lo incluyo por este tipo de sorpresas. Pero repito, soy una profesional, así que donde me pagan voy y hago mi trabajo. Y aquel joven retorcido en su desgracia no podía ser peor que cientos de desconsiderados clientes a los que se la he chupado en mi vida. Me acerqué a él con intención de acabar con el asunto lo antes posible. Pero creí adivinar en su boca retorcida una sonrisa que despertó mi ternura de inmediato. Una puede meterse la polla de un desconocido por el culo mientras hace la lista de la compra, pero no es insensible. Lo besé en la frente y me dispuse a comprobar en qué partes de su cuerpo seguía teniendo sensibilidad. Llevé sus dedos retorcidos a mis pechos, mientras le hablaba sensualmente de lo mucho que iba a gozar. Su respiración se aceleraba y la musculatura de su rostro se endurecía hasta conferirle el aspecto del hombre que debería ser. Bajo la sábana se adivinaba la enorme erección, tal era la robustez que la cama parecía una tienda de campaña. Quité la sábana y descubrí su cuerpo medio desnudo y un miembro viril, qué digo, un enorme pollón. Voy a ser dura, pero en aquel momento pensé en qué injusta es la vida, que aquel inerte chaval tuviera aquella herramienta inútil era un verdadero desperdicio. Olía muy bien, como el resto de la casa, impoluta y ordenada, así que imaginé su madre habría adecentado al muchacho para la ocasión. La respiración era cada vez más forzada, y podría adivinarse en sus gruñidos una suerte de gemidos o invitación. Me la metí en la boca con suavidad, no quería asustar a su centro sensitivo. La fui humedeciendo, ayudándome con la lengua y con los labios. Sabía de maravilla así que cerré los ojos y me dejé llevar. Jugueteaba con sus genitales con la mano mientras me la metía una y otra vez con tremenda profundidad en mi boca. Estaba preocupada con que estuviera húmeda, no quería que el más mínimo atisbo de dolor entorpeciera el placer. Cuando estimé, para eso sirve la experiencia, que el muchacho se iba a correr, me centré en la parte superior de su polla. Me puse sobre la cama para que mi lengua incidiera especialmente en su frenillo. La deslizaba una y otra vez sobre ella, con la boca abierta, hasta que la primera dentellada caliente se estrelló contra mis labios. Sin ser algo premeditado me la metí en la boca hasta que todo el semen fue cayéndose desde mis labios a mis dedos y a su polla, que se retorcía, como él, de placer. Me limpié y le di un largo beso a su boca medio cerrada. Cuando salía de la habitación creí entrever en su mueca algo parecido a una sonrisa. La madre me extendió los dos billetes con sincero agradecimiento, le devolví uno de ellos porque en ese instante había decidido instaurar para clientes vips el dos por uno. Salí y me fui a una cabina de teléfono a llamar a mi madre, al otro lado del mundo. Resistí la tentación de contarle lo que había sucedido y que ya tenía claro que regalo debíamos hacerle a mi hermanito para su 25 cumpleaños…

MICROS


Sería buena noticia que fuera sordo, eso, al menos, explicaría por qué no escucha a nadie.

15 de noviembre de 2009


Se mancha los labios con chocolate, se pone muy serio y dice: eh, soy Don Bigote de la Mancha. Rubén, cinco años.

14 de noviembre de 2009


INDIFERENCIA


“Si pudiera huir de este cuerpo podrido.
Mientras tanto dame la mano, decía,
no quiero promesas, no quiero disculpas,
tan sólo un gesto de amor”. Kirmen Uribe




Cautivo del desánimo más perro
Y herido de impotencia hasta la médula,
Anoche oré con fe;
no hubo respuesta.
Turbado ante el silencio y la carencia
Que, impúdico, exhalaba el firmamento,
Mi afán fue pergeñar alguna excusa
Capaz de disculpar tanto abandono
Golpeando mis entrañas sin clemencia.

No fue fácil.

No obstante,
Tratar de conservar la buena nueva
De un credo que jamás brilló en mis noches
La pena colegí que merecía.
Y al fin con el esfuerzo se hizo el éxtasis:
La torpe explicación de la afonía
Que, déspota, aniquila mi universo:
El buen dios aún andaba perpetrando
Su vasta y honda siesta del día séptimo,
Cansado por haber parido un mundo
Con tanta inquina, hiel, venganza, guerra,
Con tanta vanidad, codicia, cólera,
Con tanto niño hambriento, enfermo, triste,
Con tanto espanto, cárceles, murallas,
Con tanto torturado, envidia, muerte,
Con tanta sed, rencor, desesperanza,
Un mundo tan colmado de dolor
Y en el que tú con tanto
encono me desprecias.

13 de noviembre de 2009

EL PEOR MADRID DE LA HISTORIA


Hoy vamos a ponernos futboleros. El martes estuve viendo una película que todavía no he clasificado si dentro de las de terror o de las de risa. O una comedia de estas que guardan el repunte amargo, o a la inversa. Se titulaba El monstruo de Valderas arrasa la Castellana y sus señoritas. En los aledaños de la evidencia estuvimos haciendo un repaso, a colación de la famosa ley Beckam, que merece otro artículo, a los gradísimos jugadores extranjeros que han pasado por la Casa Blanca. Solté por email el guante a mis viejos amigos de Así Somos F.C. y entre todos hemos hecho el peor equipo de la historia de la entidad blanca. Hay un equipo titular, y gracias a su memoria, centrada tan solo de los ochenta a hoy, reservas y todo. Para darle enjundia a esta alineación lease como lo hiciera el responsable de la megafonía (me niego a llamarlo speaker) del Bernabeu:

En la portería Albano Bizarri, el gato argentino.
En la defensa: Secretario la bala portuguesa, Claudemir Vitor lateral brasileño, Spasic el infranqueable y Jonny Metgod el muro del norte.
En el centro del campo: La pulga Ognienovic, Edwin Correcaminos Congo, Freddy quien coño te ha fichado Rincón y Madre mía que paquete Flaubert.
Y para la delantera: Elber la perla báltica Balic y No paro de estar de fiesta, gordo Cassano.
En el banquillo, esperando su oportunidad, estarán Dudek, Diogo, Prosineski, Pablo García, Flavio Concienciao, Emerson, Woodgate, Gravessen y Geremi.
Lo que hasta ahora no hemos decidido es el entrenador y no por falta de candidatos.

Siguiendo esta idea se me ocurren otras selecciones imposibles: la peor española, por ejemplo. O en otros campos, un catálogo de los peores actores de la historia. Políticos, tenistas, lo que se te ocurra. Espero vuestras ideas.

MICROS


El cesped de su vecino siempre le pareció más alto y mejor cuidado. Un día, cansado de envidia, decidió saltar el muro y entonces el suyo le pareció más alto y mejor cuidado...


Metáfora del amor ¿y lo celos?

12 de noviembre de 2009

¿SOY?


Soy comunista pero no creo en la lucha de clases, porque no creo en las clases.

Soy comunista pero creo que cualquier preso político es un crimen, así que considero a Fidel Castro y su régimen como una dictadura asesina más.

Soy comunista pero defiendo lo que es mío y eso incluye la propiedad privada.

Soy comunista pero creo que el Ché, además de una figura emblemática y un icono revolucionario, fue un violento asesino.

Soy comunista pero no creo en las revoluciones violentas como herramientas de evolución.

Soy comunista pero no admiro a Lennin y creo que Stalin era un despiadado dictador asesino.

Soy comunista pero creo que la caída del Muro de Berlín llenó de luz y libertad a millones de personas.

Soy comunista pero las pocas veces que no voté en blanco lo hice a los socialistas

Soy comunista pero trabajo en una multinacional y recelo del buen hacer de los sindicalistas.

Soy comunista pero sueño con tener un coche más grande, que me permita meter los juguetes y las bicis de mis hijos y perderme los fines de semana.

En definitiva ¿soy comunista?

MICROS


Lo preocupante no es que estuviera en paro, sino parado.

11 de noviembre de 2009

PARANOIA


La semana pasada, de vuelta de ver a Les Luthiers (¡cómo te quiero morena!) íbamos por la M40 madrileña, por el carril central, cuando se puso tras de nosotros una furgoneta de tamaño medio. Tan cerca que no veíamos más que sus luces en nuestro cogote. La velocidad era considerable, 90 km/h. No me gusta tener otro vehículo a esas velocidades pegado a mi culo, así que hice un amago de frenar, para que se pusiera en tensión, que mi luz roja lo despertara. No sirvió de nada, así que aceleré todo lo que pude y me coloqué en el carril de la derecha rebasado a otro coche. La furgoneta hizo la maniobra inversa por el otro carril y volvió a colocar su morro lamiendo mi culo. Durante un instante, apenas dos segundos, me puse en tensión extrema e imaginé que aquel conductor había malinterpretado mi gesto y estaba, en la jerga de la calle, picado conmigo. Unos segundos después abandonaba la M40. Era, simplemente, un mal conductor que no tenía nada personal contra nosotros. Pero durante unos segundos mi corazón se aceleró, se dispararon las pulsaciones y mi mente se sintió acorralada. Me acordé de David, nuestro viejo amigo, que sufría esquizofrenia paranoide y sentí de inmediato empatía por su sufrimiento, una vez más. Él pensaba que todos los mafiosos de El padrino concentraban sus esfuerzos por matarlo. Vivía una angustia tal que entiendo perfectamente que las cosas ocurrieran como ocurrieron. Si dentro de su cabeza sintió la misma angustia que durante un segundo atenazó mis sentidos en la M40, entiendo perfectamente que cogiera su coche, se alejara de la ciudad, lo dejara aparcado bajo una encina, toda la documentación ordenada y las llaves sobre el salpicadero, se adentrara en la vieja casa abandonada y de dos certeros cortes con una botella rota, trasnversales, de la muñeca a la cara interna del codo, acabara con tanto sufrimiento. Sí, lo entiendo perfectamente.
Siento el detalle de esta narración, pero escribir ayuda a sacar los demonios y los fantasmas. David, te seguimos echando de menos.

MICROS



Último colegio público madrileño: Mártires de Esperanza. Enero de 2025. Diez de la mañana:


- Niños, niños, silencio, hoy, en clase de arqueología, quería hablaros de algo muy importante para nuestros antepasados: los árboles...


Cuento inspirado por Rafa, nuestro poeta de guardia.

10 de noviembre de 2009

LA VIGENCIA DE UNA FRASE HECHA


Me gustan las frases hechas. Si volviera a ser adolescente, formaría un grupo de música y lo llamaría frases hechas, tiene tirón ¿verdad? Me fascina la capacidad de perdurar en el tiempo de estas frases, incluso cuando, siendo estrictos, su significado ha perdido vigencia. Tengo muchos ejemplos: a buenas horas mangas verdes o irse de picos pardos, son mis favoritas. Todas ellas comparten un denominador común, los elementos que les dieron significado ya no están. Ni la guardia lleva mangas verdes, ni las prostitutas utilizan faldas de picos oscuros. Aun así, dices que te vas de picos pardos y todo el mundo entiende que te vas de juerga (no necesariamente de putas). O si sueltas un a buenas horas mangas verdes, alguien o algo ha llegado demasiado tarde. Me imaginaba siempre como heredero de estas frases, la parte que tiene que pedir explicaciones a alguien más mayor o a un libro, para saber el verdadero origen. En cambio me he dado cuenta de que mi generación ya ha generado frases que para personas más pequeñas, como mis hijos, requieren de un diccionario. Hasta ahora recurría a un único ejemplo: el canto de un duro. Pero hay más, supongo que bastantes más, y ahí es donde requiero de vuestra ayuda. Y como empujoncito os dejo un segundo ejemplo: tirar de la cadena. Mi hijo lo lleva escuchando toda la vida y el significado real está por encima del ¿nominal? pero bien pudiera algún día, y no lo descarto dada su curiosidad e ingenio, que me pregunte, pero papá, ¿por qué siempre dices que hay que tirar de la cadena si en aquí ni tenemos cadena ni tenemos que tirar de nada? Espero vuestros ejemplos, como siempre...

MICROS


Era tan miedoso que odiaba ser feliz por el miedo a dejar de serlo.

9 de noviembre de 2009

MI ONCE TITULAR


No tengo dudas de cual sería. En la portería Nerea, la pelirroja de grandes dedos. Con quince añitos me enseñó lo que una mujer es capaz de hacer con las manos. Era un verano, en el pueblo. La conocí porque era la hermana mayor de un amigo. Ella rondaba los 20, así que se presuponía inalcanzable. Pero es lo que tiene el verano, o las orquestas de pueblo o el alcohol, pero el caso es que a las cuatro de la mañana la besaba contra el muro del frontón. Estaba excitadísimo y ella entre encantada y divertida. Tranquilo, chaval, tranquilo, me decía, que vas a terminar antes de empezar. La besé con mi mayor pericia, en la boca, en el cuello, en los pechos, que liberó de la camiseta para que pudiera mordisquear sus pezones con libertad. Me llevó la mano al coño y me dejó que jugueteara un poco con torpeza, supongo, porque zanjó el asunto con un eh, no te preocupes, yo me encargo. Entonces me bajó los pantalones y los calzoncillos, se escupió en la mano y comenzó a masturbarme. Lo hizo con intensidad y suavidad a un mismo tiempo. Los movimientos eran profundos y no tardé en correrme en sus dedos. Sentí cierta vergüenza cuando ella, entre risas, se limpiaba la mano. No está mal para un chiquillo, dijo cuando vio mi semen sobre sus dedos. Después me besó con cierta ternura que me supo a madre y despedida y regresamos al baile. Nunca más la volví a ver, pero no me imagino a una dama mejor para defender la portería, con esos dedos mágicos que me abrieron el mundo del sexo. En la defensa pondría a las hermanas Smith, las irlandesas de carnes apretadas y ninguna vergüenza con las que juguetee en la playa de Benidorm una madrugada fiestera. Cuando las conocí, sudando en una ruidosa discoteca, me creí perfectamente la historia de que eran hermanas, pero dos horas después, cuando me la chupaban en las hamacas mientras el sol se desperezaba, tuve que dudar de su relación familiar. Una de ellas, imposible recordar cual, era la que llevaba la voz cantante y mi polla era, por ende, su micrófono. Fue bastante extraño, porque la idea fue de ellas y ni tan siquiera tuve que esforzarme, ni apenas jugué con sus cuerpos, fue como si lo tuvieran planeado y yo, o hubiera estado en el lugar oportuno en el momento idóneo, o hubiera sido el mejor de los candidatos. Cuando me corrí en sus bocas, mientras jugueteaban con mi semen, pasándoselo de una boca a otra, creí estar viviendo mi propia película porno. Creedme que toda la vida he buscado la droga que me hizo vivir aquello, porque me sigue costando imaginar que no fuera fruto de mi calenturienta memoria. Como central en mi alineación pondría a María, le preciosa y excesiva María. Una mujer entrada en carnes, de una hermosura sin discusión y un amor por el sexo anal fuera de toda duda. No me imagino a nadie mejor para defender mi retaguardia. Era una compañera de trabajo y en una reunión de ventas me invitó, tras la segunda copa, a subir a su habitación. No hubo apenas intercambio de besos, ni pude saborear sus interminables pechos. Pareciera, una vez más, que yo fuera parte de un plan premeditado. Quiero que me la metas por el culo, me dijo pasándome un preservativo y el lubricante. Estaba borracha y quizá gracias al alcohol se atrevió a cumplir su sueño por primera vez. No me molesté en preguntar por qué no hacía estos juegos con su marido. Me costó entrar, ella gemía entre el placer y el dolor. Cuando ya estaba dentro hicimos una pausa y comenzaron los movimientos. Yo estaba borracho igual que ella, gracias a eso la cosa duró lo razonable. Ella gemía como una loca, gritando como si estuviera perdiendo la vida en cada embestida. Se acariciaba el coño con una mano con tremenda violencia. Yo la tenía por la cintura y veía sus hermosas y excesivas carnes moverse con cada golpe. Ella se corrió primero, con gritos desesperados, después lo hice yo, hundiendo los míos en su espalda. Se deshizo de mi polla y avergonzada, por primera vez, se metió en el baño. Comprendí que debía irme, que no quería verme en aquellas circunstancias. En el trabajo el asunto estuvo tenso hasta que en otra reunión deslizó un preservativo en mi cartera. Supe entonces que, dos copas después, me esperaba su culo en la habitación. Para la banda derecha me quedo con Mariola, la argentina de boca inagotable. Hablaba tanto como chupaba, su número favorito era el 69 y no imaginaba una forma mejor de acabar una sesión de sexo que corriéndose en la boca de su amante mientras ella buscaba el semen para sus labios. Follamos muchas veces, pero buscaba una y otra vez que uno de los dos se corriera primero. Si era yo, ella se tumbaba abriendo las piernas ofreciéndome el coño con ese acento irresistible, para vos. Y si era ella, hacía lo propio con mi polla. Tenía además una curiosa costumbre, después del orgasmo buscaba mis labios, y reconozco que gracias a ella acepté que el sabor de mi propio semen no me era del todo desagradable. Para centro del campo elijo a Itziar, la chelista. Un amigo me invitó a un concierto y ella era el plato principal. Llevaba una larga falda negra con la que abrazó el chelo. A mi la música, la verdad, ni me va ni me viene, iba por mi amigo, pero me pasé toda su interpretación sumido en un profunda excitación. La llevé unas flores al camerino, hablamos, intercambiamos nuestros teléfonos y durante algún tiempo cada vez que venía a la ciudad cenábamos juntos y pasábamos la noche en su habitación de hotel. Era una mujer tierna, que se enfrentaba al sexo como a la música, meciendo cada movimiento, como si se tratara de una partitura. Apenas hacía ruido al sentir los orgasmos, pero su capacidad para repartir juego, para encontrarle las teclas al placer, eran inconmensurables, por eso no me imagino a nadie mejor que ella para repartir juego. Para la banda izquierda está Sabina, la comunista que conocí en una fiesta del sindicato. Llevaba una camiseta del Che, tan tópica como tierna, y una boina calada. Fumaba porros con naturalidad y hablaba de la redistribución de recursos con la fe del creyente. Fuimos amantes durante unos meses, antes de que aceptara una beca para estudiar en el extranjero. Vivía en un pequeño apartamento compartido con otro camarada. La cosa terminó la noche en la que su amigo aceptó nuestra psicotrópica invitación a follar juntos. Fue una mezcla de brazos, pies, manos, dedos y lenguas hasta que sin darme cuenta me fui quedando apartado. Me fumé un porro y me masturbaba mientras ellos seguían follando. Cuando terminaron él le sugirió que no era de buena comunista haberme dejado de lado, y que me la chupara para compensarme, la famosa redistribución, supuse. Ella le hizo caso, se arrodilló y se metió mi polla en la boca. Me corrí por primera vez dentro y ella se lo tragó ante mi sorpresa. Aquella mujer tenía una capacidad innata para sorprenderme, algo que exijo para mi centro del campo. Me queda el tridente de delanteros. Como delantero centro me quedo con Alicia, la mujer con la mejor delantera que jamás he conocido, un monumento a la perfección y el bisturí. Tal era la hermosura de sus pechos, tal orgullo tenía por ellos, que no solo vestía para lucirlos, sino que eran su plato fuerte en el sexo. Si eras capaz de hacerla sentir hermosa con sus pechos, raro era que no acabaras corriéndote sobre ellos. Es la mejor delantera, y nunca mejor dicho. La punta izquierda se la doy a Rosa, la inalcanzable, la más hermosa de todas. Nunca una mujer se me puso tan dura, tan imposible y me hizo trabajar tanto. Como un verdadero crack, cada temporada le prometía a mis gónadas sus carnes y se incumplían, hasta aquella tarde en la que quedamos porque quería contarme algo muy importante. Lo había dejado con su marido y después de tantos meses de intentos, no se lo ocurría a nadie mejor para resarcirse. Hicimos el amor en su piso céntrico, rodeado de las fotos familiares. Mientras la follaba, con toda mi habilidad, tensión y dedicación, ella lloraba. No es de pena, no es de pena, decía entre sollozos. Ni cuando se corrió y terminó agotada y dormida llegó a convencerme. Después su marido le regaló un enorme ramo de flores y ella un nuevo perdón. No volvimos a poner juntos en duda sus sollozos u orgasmos. Y para la derecha me quedo, paradójicamente, con la concejal del PP de la pequeña pedanía gallega. Tuve que reunirme con ella para discutir algunos aspectos laborales y, no me preguntéis como, acabamos follando sobre la mesa de su despacho. Me ofrecía, desde entonces, voluntario cada vez que había que negociar algo con la alcaldía. Hasta que las elecciones pusieron tierra de por medio.Esa sería mi alineación titular, un día de estos hablaremos del equipo suplente.

MICROS


Cerró fuertemente los ojos pero al abrirlos continuó no siendo un sueño.

8 de noviembre de 2009


! Eh, chicos, mirad, he traido estropajos ¡- gritó Rubén (5 años) entrando en el patio del colegio con una bolsa de esponjas (chuches)

7 de noviembre de 2009



SOBRE EL ÚLTIMO FILO


“A través de los siglos
por la nada del mundo,
yo, sin sueño, buscándote.”


Rafael Alberti


Su nombre era el despojo
De aullidos desangrados:
Tan ancha era la noche
Y el canto tan menguado.


Hubiese alzado el vuelo,
Pero en su ala sin párpados
No era posible el sueño,
Su son petrificado.


Bajo un cielo plomizo,
Cementerio de pájaros,
Vagó durante siglos
Aguardando el relámpago


Que a un ángel alumbrase
En la estela de Lázaro,
Devolviéndole el fuego
A su salmo apagado.


Y la nada del mundo,
Negra sima de espanto,
Parió, muda, un demonio
Predador de milagros.

6 de noviembre de 2009

INCOMPRENSIBLE PEREZA


Me considero una persona muy activa. De frente para dentro especialmente activa. Pero en general puedo decir que paso el día haciendo algo. Tal es así que ahora mi mayor ilusión es pasarme un día sin hacer absolutamente nada. Pese a esa tendencia a la actividad, hay ciertas cosas que me dan una incomprensible pereza. No se trata de actividades especialmente costosas, no estoy hablando de bajar la basura a los contenedores que hay a medio kilómetro de casa un día invernal de intensa lluvia. No, hablo de cosas sencillas. Os dejo unos ejemplos y espero los vuestros, porque ya sabéis que como buen tonto necesito el consuelo de muchos:

1.- Quitarles los cartones a los alimentos o bebidas para dejarlos en la nevera. Los yogures y la cerveza, esos son mi gran cruz. Y esta pereza incomprensible acarrea más trabajo posterior, porque como dicen en mi pueblo, al gandul y al pobre todo le cuesta doble. Si no quitas ese cartón, no solo ocupa más espacio, sino que pude que rompas alguno, se te quede pegado el propio cartón a la nevera con lo que luego hay que limpiarlo o simplemente sea una pequeña batalla cada vez que te tomes una cerveza. Lo sé. Aun así soy incapaz y si lo hago es refunfuñando (que hermosa palabra).

2.- Tirar las chapas de la cerveza a la bolsa de basura. Me da igual donde esté. Al final todas acaban como una cuenta sobre la encimera, y al terminar la jornada cervecera van al cubo. Quizá sea una forma encubierta de controlar lo que consumo, las chapas como un contador.

3.- Bajar al trastero. Esto no necesita explicación. No conozco a nadie que se ofrezca voluntario a esta tarea. Y menos si eres mujer.
4.- Borrar el contenido de un disco duro. Hay películas que se pasan meses y meses en la lista de películas vistas hasta que me decido a dar al ratón derecho eliminar.

Son tres pequeños detalles, pero hay muchas cosas en el día a día que incomprensiblemente nos da una muy humana pereza.

MICRO


Tenía una personalidad tan calurosa que buscaba estar siempre a la sombra.

5 de noviembre de 2009

EL RAPERO TIERNO


Leo y escucho mucho sobre la juventud de ahora. A mí todo me parece cíclico. Lo mismo que me gustaría decirle a los jóvenes de hoy me lo decía mi padre en su día, que tuvo que escuchar algo similarmente idéntico de su padre antes, y el abuelo también...Las personas que permanecen son las más fiables: los profesores. También es verdad que ellos van dejando parte de sus energías con el paso del tiempo, pero reconocen una pérdida de valores alarmante. Hablaremos de ello. Al hilo de esto hoy solo me gustaría contar una pequeña escena tierna que vi. Ocurrió una mañana de domingo, volviendo del kiosko de prensa y la panadería de la señá Gloria. Frente a nosotros venían dos personas andando muy, pero que muy despacio. Al ritmo que marcaban los ancianos pies de una de ellas. Era una abuela, encorvada por el peso de la sabiduría y los años, arrastrando su traje de domingo, camino de la iglesia cercana. A su lado había un joven de no más de quince años, en la flor de la arrogancia y la incomprensión. Alto, moreno, con el pelo de pincho perfectamente moldeado y despeinado. La parte del cogote muy corto y a la altura de las patillas una especie de corte transversal, que seguro tiene algún significado. Pendiente en ambas orejas. Chándal blanco, pantalones anchos y cortos, a la altura de las rodillas, del mismo color, y zapatillas de baloncesto blancas y negras desatadas, con la lengüeta por encima. Me atrevería a decir que era un suerte de rapero. No nos miró al cruzarnos, porque estaba concentrado, con toda su ternura, en ayudar a su abuela a llegar hasta misa. El joven llevaba en la mano el bolso de la anciana, que hacía juego con su traje de domingo, y no con las nike del adolescente. Pero él llevaba con una sonrisa tanto lo uno, el bolso, como a la otra, a su abuela, que dependía de él para su cita con dios. Se movía y atendía las demandas de la anciana con infinita ternura. No era impostura. No se le veía avergonzado, preocupado, inquieto, se le veía orgulloso y me atrevería a decir que hasta feliz...quizá ellos no sean tan distintos como nosotros queremos creer, ¿no nos estaremos haciendo mayores nosotros sin más?

MICROS


4 de noviembre de 2009

NOVELAS ETERNAS


Las novelas se me hacen eternas. Y no por qué sean peores que las que devoraba en dos mordiscos hace un lustro. He perdido la rutina. Era LTP, ya sabéis lo que me gustan las siglas: un Lector de Transporte Público. Dos horas al día de traqueteo daban para muchos párrafos. Llegó el primer niño y, curiosamente y sin tener nada que ver, un nuevo trabajo sin metro que me obliga a usar el coche. Aun así había resquicios, momentos de relax y descanso en los que la literatura pasiva (así denomino yo la lectura) se abría hueco. Luego llegó el hermano pequeño y ya no hay resquicio alguno. Ahora las novelas me pueden durar meses. Las elijo a conciencia sin demasiada complejidad precisamente por eso. Y tiene un lado bueno, pasas tanto tiempo con tus personajes que llegan a desdoblarse por encima de la propia voluntad del novelista, pasan tantas horas a tu lado en la mesita de noche, en el maletín del ordenador, en el bolso, que saben más de ti que tu propia pareja. Algunas veces me da la impresión de que se cuelan por entre las páginas y se sientan a mi lado, mientras ceno. Oye, traes mala cara, ¿mal día en el trabajo? Pues mejor que no hables tú, porque me da la impresión de que en las dos próximas hojas te va a dejar tu mujer. No me lo recuerdes, anda, no me lo recuerdes. Eso, y vuelve a la novela, no vaya a ser que me de por leer y te lo pierdas. Uf, pues sí que sería una lástima, porque con las pocas visitas que nos haces...Casi prefiero que eso no ocurra, porque me imagino a los protagonistas de las novelas pendientes saliendo por las noches a manifestarse: ¡ queremos ser leídos ! ¡ queremos ser leídos ! A todo esto, me quedan diez hojitas nada más de cuatro amigos, la recomendable y sencillísima novela de David Trueba (el que tiene un hermano con un Oscar), en dos semanitas me la zampo, no vaya a ser que venga Solo (El protagonista) a darme dos mandobles impacientes.

MICROS


Era el momento de cambiar de vida, así que apuntó en un papel los pasos a seguir:

1.- Aprender a decir lo siento

2.-...

3 de noviembre de 2009

¿DEMASIADA PRISA?


Me guardé un artículo del jueves para hablar de él. Se titulaba sin leer ni escribir hasta los seis. Y, para no aburriros con mi subjetividad, os detallo las ideas que me han calado:

1.- La presión social para adelantar la enseñanza de contenidos en las escuelas cada vez es más fuerte.

2.- Según la portavoz de directores de escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid (Carmen Ferrera- con más de 30 años de enseñanza a sus espaldas-) todos los aprendizajes que se fuercen van a estorbar en el futuro. En esa línea se manifiesta también una experimentada profesora, Marisa Cervigón, que se hace está pregunta: ¿cómo van a aprender a hablar si no hablan, si se pasan el día haciendo fichas"

3.- La excesiva presión sobre los niños puede socavar la confianza y se corre el riesgo de dañar el aprendizaje a largo plazo
4.- La enseñanza debe ser lúdica y contar con los intereses y la evolución de los niños.

Estas cuatro ideas condensan no solo el artículo, sino mi forma de ver este asunto. Tenemos demasiada prisa. En una reunión en la escuela entre padres de niños de tres y cinco años, varios mostraron su inquietud porque su hijo, contra la promesa de la filosofía de la escuela, acabara el curso sin poder leer algunas frases. Mi pareja y yo nos mirábamos asustados ¿con cinco años? con esa edad a mí me preocupan los valores que tenga mi hijo de respeto, de saber esperar, de quererse a sí mismo y a los que están a su lado. Si no es capaz de juntar plu con mero la verdad es que no me inquieta lo más mínimo. Prefiero un niño sano y analfabeto, transitorio y voluntario, que un cabroncete sabiondo. Creo que los primeros años de la vida son para cimentar la forma que ha de tener el niño de enfrentarse al mundo y a los demás. Respetar y hacerse respetar. No tengamos prisa porque corran, que aprendan primero a andar, después correrán tan deprisa que los perderemos de vista. Y de leer hablaremos más tarde ¿no os parece?

MICROS


Ella le pidió tiempo. Él le entregó un cheque de minutos en blanco. Él cada día iba al banco a preguntar, pero nunca llegó a cobrarse...

2 de noviembre de 2009

SE ACABÓ


Ambos son personas metódicas y organizadas. Sus respectivos trabajos se encuentran a unos dos kilómetros, así que se afanaron por encontrar un hotel coqueto y, sobre todo, discreto, a un kilómetro de cada uno. Un día al mes, el último jueves, reservan una habitación con nombre falso y dan rienda suelta a su pasión. No recuerdan muy bien como empezó la cosa, pero ambos serían incapaces de vivir si estas dos horas al mes. Él es un hombre casado, siempre amenazado de divorcio, con una mujer al borde de un constante ataque de nervios a la que solo soporta por rutina, y, tal vez, gracias a estos juegos. Ella también vive en pareja y tiene incluso un hijo, pero jamás logró convencerlo a él de que se casaran. Ahora ya ni lo intenta, también, supone, gracias a estos juegos. Los jueves dejan de ser trabajadores de futuro, marido paciente y comprensivo o madre ejemplar, para ser dos amantes desatados. Sin el envoltorio de la rutina sus encuentros son pura explosión de placer y deseo. Por email, en dos cuentas secretas creadas al efecto, van caldeando el ambiente los días precedentes al encuentro. Hasta entonces, si hay algo que los junte es la casualidad. Quizá ella empiece a calentar motores mandándole una foto de sus pechos con una breve nota: esperan tu leche. O él recuerde que compró un pequeño dildo hace unos meses, especial para el sexo anal. Quizá ella proponga un trato: si yo me corro en tu boca tú te corres en la mía. O él lance un reto: te follaré hasta que pierdas el sentido, y cuando lo recuperes, te seguiré follando. Hoy, por ejemplo, bendito jueves, el tema ha sido un vibrador especial que ella usa para sus viajes. Se lo regaló su pareja cuando, por trabajo, empezó a faltar algunas noches. Es más pequeño que tu polla, le sugería en un último email, apenas unas horas de abrir la puerta de la habitación arrebatados por los primeros besos. Es más pequeña que tu polla, así que la tuya la quiero en la boca, y el de plástico donde se te ocurra. Ella es así de soez con su amante, cuando en pareja es una mujer más bien tranquila y rutinaria. Los jueves se considera una golfa, una guarra, le gusta decir palabras mal sonantes y frases del tipo córrete en mi culo, que soy tu putita. Antes de empezar con estos encuentros ni se imaginaba lo que una mujer loca de deseo podía llegar a hacer. Viene de una familia conservadora y hasta bien entrada su juventud no se convenció de que el sexo era al más que el vehículo para la unión matrimonial y la maternidad. En un par de años de jueves intensos ha descubierto todo lo que se esconde bajo el deseo y la piel cuando se rompen las ataduras y la cordura. Años atrás no se imaginaba ofreciendo su culo y un lubricante a su amante. Y lo que es más significativo, con la polla dentro, no se imaginaba pidiendo más y más, y sintiendo un, para nada procreador, orgasmo anal. Esas son las cosas que le dan los jueves. Si sus amigas de toda la vida supieran que se traga el semen de su amante después de que se corra en sus tetas, y que lo lame con sincero deseo y que le sabe a gloria, tal vez la echarían del club. Hoy quería volver a ser la puta desatada de todos los jueves. Antes de cerrar la puerta ya rebuscaba en su bolso, tirado en el suelo, el vibrador, al tiempo que se quitaba la ropa, eso sí, para dejarla sobre la mesa bien dobladita, que a la tarde hay que volver al bufete. Desnuda se metió el vibrador en la boca, hasta casi hacerlo rozar con sus cuerdas bucales. Vamos, quítate la ropa. Con la mano mientras tanto se iba acariciando el cuerpo, los pechos, el coño. Tumbada, y sin dejar de comerse el dildo, abrió las piernas y el coño con dos dedos. Cómeme, le sugirió. Él, divertido, se arrodilló y comenzó a comerle el coño con violencia, como suelen ocurrir las cosas en los locos jueves de fin de mes. Oh, sí, gemía ella, mientras él iba de un lado a otro con la boca y la lengua. Toma, le sugirió, métemelo en el culo. Le costó un poco hacerlo, porque esta vez no había más lubricante que su saliva, pero cuando lo hizo desató un gemido brutal. Sigue chupando, sigue chupando. Así lo hizo, mientras el vibrador hacia su trabajo en el culo él metía hasta tres dedos en el coño de su amante y jugueteaba con la lengua y el clítoris. Me voy a correr, gritaba, me voy a correr. Y así lo hizo, empapando su boca y el dildo, y las sábanas, de un delicioso néctar ardiente. Ven. Ahora te toca a ti, que sé lo que os gusta a todos los hombres, que sois todos iguales, y solo los que tienen suerte como tú encuentran una guarra para estas cosas. Se sentó entonces en la cama y lo puso a él de pie. Empezó a comerle la polla con la misma violencia con la que había ocurrido todo y al igual que con el dildo, la llevaba hasta lo más profundo de su garganta. Mientras tanto con la mano acariciaba los genitales, tirando de la piel fuertemente hacia abajo. Incluso de vez en cuando bajaba con la boca y le regalaba algunos dulces mordiscos. Me voy a correr, dijo él, a modo de advertencia. Entonces ella cogió la polla con las dos manos, echó la piel hacia atrás y con la punta de la lengua la fue meciendo, con la boca muy abierta, mirándolo a los ojos. El semen llegó en oleadas salvajes que se perdieron dentro de la boca, en los labios, en los ojos, en el pelo y hasta alguna dentellada terminó sobre la almohada. Ella utilizó su polla entonces como si fuera una cuchara para ir recuperando el semen de su rostro y llevarlo a su boca, como si de él dependiera que siguieran viviendo. Después un abrazo, algunas risas, la toalla para limpiarse y una ducha. Hoy tengo que volver a bufete antes, le dijo mientras se maquillaba frente al espejo. Él observaba el precioso cuerpo desde la cama, ese culo insaciable, esas caderas incansables. Y escuchó la frase que jamás esperó escuchar un jueves. La frase que significaba el final de la magia. Voy a dejarlo. Por un instante pensó que dejaba los encuentros. A Manel, voy a dejar a Manel. Lo dijo como quien habla sobre el tiempo o el último entuerto administrativo en el trabajo. Pero a él algo le crujió dentro, como si el suelo se cuarteara bajo sus pies. Las paredes se volvieron feas, ordinarias y el jueves dejó de ser jueves. El corazón se le aceleró y solo cuando llevaba varias zancadas en la calle, casi sin aliento, cayó en la cuenta de dos detalles importantes: Manel era su mejor amigo y él corría desnudo por la calle.