11 de noviembre de 2009

PARANOIA


La semana pasada, de vuelta de ver a Les Luthiers (¡cómo te quiero morena!) íbamos por la M40 madrileña, por el carril central, cuando se puso tras de nosotros una furgoneta de tamaño medio. Tan cerca que no veíamos más que sus luces en nuestro cogote. La velocidad era considerable, 90 km/h. No me gusta tener otro vehículo a esas velocidades pegado a mi culo, así que hice un amago de frenar, para que se pusiera en tensión, que mi luz roja lo despertara. No sirvió de nada, así que aceleré todo lo que pude y me coloqué en el carril de la derecha rebasado a otro coche. La furgoneta hizo la maniobra inversa por el otro carril y volvió a colocar su morro lamiendo mi culo. Durante un instante, apenas dos segundos, me puse en tensión extrema e imaginé que aquel conductor había malinterpretado mi gesto y estaba, en la jerga de la calle, picado conmigo. Unos segundos después abandonaba la M40. Era, simplemente, un mal conductor que no tenía nada personal contra nosotros. Pero durante unos segundos mi corazón se aceleró, se dispararon las pulsaciones y mi mente se sintió acorralada. Me acordé de David, nuestro viejo amigo, que sufría esquizofrenia paranoide y sentí de inmediato empatía por su sufrimiento, una vez más. Él pensaba que todos los mafiosos de El padrino concentraban sus esfuerzos por matarlo. Vivía una angustia tal que entiendo perfectamente que las cosas ocurrieran como ocurrieron. Si dentro de su cabeza sintió la misma angustia que durante un segundo atenazó mis sentidos en la M40, entiendo perfectamente que cogiera su coche, se alejara de la ciudad, lo dejara aparcado bajo una encina, toda la documentación ordenada y las llaves sobre el salpicadero, se adentrara en la vieja casa abandonada y de dos certeros cortes con una botella rota, trasnversales, de la muñeca a la cara interna del codo, acabara con tanto sufrimiento. Sí, lo entiendo perfectamente.
Siento el detalle de esta narración, pero escribir ayuda a sacar los demonios y los fantasmas. David, te seguimos echando de menos.

2 comentarios:

Elena dijo...

Realmente es un descanso al corazón, cuando los latidos por la adrenalina empiezan a bajar, sea cual haya sido la paranoia momentanea.....pero vivir así uffffffffff. Tuvo que ser duro para David. Un familiar de Tir cnon esquizofrenia, desde que se medica con control, ha dejado de hablarnos de la fuerza de las pirámides invertidas.... no creo que sufriera como David, él al fin y al cabo era feliz con sus pirámides al revés. Lo siento por tu amigo.

Marisea dijo...

Un dia, en especial, que no se me ha olvidado. Cuanto me acuerdo de el.