Ayer volví a una sala de musculación, esto es, a un gimnasio propiamente dicho. Hacía casi una década, ni lo recuerdo. Y mi retorno me ha evidenciado, como mínimo, las 10 cosas que os detallo:
1.- Allí dentro, entre testosterona y sudor, mancuernas y aparatos, me sentía más perdido que un skin en una biblioteca. Era como si aquel oasis de músculo fuera la isla de Perdidos y yo su único morador.
2.- Habrá sido mala suerte, pero siempre me encuentro con monitores que tienen más desarrollado el deltoides que el cerebro. El que ayer me tomó nota se detuvo unos diez segundos pensando como terminar de escribir "mantenimiento" para finalmente escribir "para mantenerse".
3.- Claro, que tuvo su venganza apenas un minuto después, cuando me enfrentaba a mi primera máquina, artilugio del demonio, poema incomprensible del sistema de poleas. Bendije al inventor de las pegatinas y a su primo, el creador de las imágenes de muestra. Hasta un tipo como yo comprendió, cuando la localicé, que aquella máquina era para otro nivel. Así que me decanté por las mancuernas tradicionales.
4.- Cuando eres un regordete viejuno que acude al gimnasio para mantenerse, diez kilos en press de banca (pecho) es una ridícula barbaridad. Era más grande el hierro que sustentaba las pesas que las propias pesas. Ahí tumbado, resoplando, era una caricatura de mí mismo. Me imagino al monitor del fracasado mantenimiento escribiendo ahora en el blog de todomúsculo.com la llegada del nuevo personaje a su gimnasio.
5.- La televisión es un nuevo elemento. Cinco pantallas gigantes amenizan al sufridor/a. Con tal oferta bien pudieran poner un canal porno. Habría dos consecuencias, las máquinas que hubiera frente a ese monitor serían las más solicitadas, y la sala se iría poco a poco quedando sin mujeres.
6.- La música es una constante imposición. La potencia de mi ipod no pudo con el hilo musical, pero como prefiero el flamenco a Bisbal, seguí con los cascos puestos, así que mi cabeza era una suerte de feria, a la que solo le faltaba, de vez en cuando, un grito de "¡ otro perrito piloto !".
7.- La fauna que uno puede encontrar en un sala de musculación no ha variado mucho: van desde el musculitos de libro, que parece un lagarto de esos con dorsales y patillas de pollo, a los adolescentes con más grano que músculo, pasando por los deportistas reciclados de otras disciplinas, sin olvidarnos del perenne opositor a bombero y su amigo.
8.- Sigo sin entender por qué la gente prefiere correr sin moverse en una cinta que salir a hacerlo en la calle, a no ser que enfrente tengas el canal porno.
9.- Media hora de repeticiones se me hace eterna, y desde que planifiqué la sesión, que terminaba con un baño en la piscina, cada resoplido se acompañaba de un con lo bien que estaría nadando.
10.- Cuando me zambullí en el agua recuperé mi seguridad, mi orgullo (pese al gorro), porque si el agua fuera una biblioteca, allí sería un ratoncito con gafas de pasta.
2.- Habrá sido mala suerte, pero siempre me encuentro con monitores que tienen más desarrollado el deltoides que el cerebro. El que ayer me tomó nota se detuvo unos diez segundos pensando como terminar de escribir "mantenimiento" para finalmente escribir "para mantenerse".
3.- Claro, que tuvo su venganza apenas un minuto después, cuando me enfrentaba a mi primera máquina, artilugio del demonio, poema incomprensible del sistema de poleas. Bendije al inventor de las pegatinas y a su primo, el creador de las imágenes de muestra. Hasta un tipo como yo comprendió, cuando la localicé, que aquella máquina era para otro nivel. Así que me decanté por las mancuernas tradicionales.
4.- Cuando eres un regordete viejuno que acude al gimnasio para mantenerse, diez kilos en press de banca (pecho) es una ridícula barbaridad. Era más grande el hierro que sustentaba las pesas que las propias pesas. Ahí tumbado, resoplando, era una caricatura de mí mismo. Me imagino al monitor del fracasado mantenimiento escribiendo ahora en el blog de todomúsculo.com la llegada del nuevo personaje a su gimnasio.
5.- La televisión es un nuevo elemento. Cinco pantallas gigantes amenizan al sufridor/a. Con tal oferta bien pudieran poner un canal porno. Habría dos consecuencias, las máquinas que hubiera frente a ese monitor serían las más solicitadas, y la sala se iría poco a poco quedando sin mujeres.
6.- La música es una constante imposición. La potencia de mi ipod no pudo con el hilo musical, pero como prefiero el flamenco a Bisbal, seguí con los cascos puestos, así que mi cabeza era una suerte de feria, a la que solo le faltaba, de vez en cuando, un grito de "¡ otro perrito piloto !".
7.- La fauna que uno puede encontrar en un sala de musculación no ha variado mucho: van desde el musculitos de libro, que parece un lagarto de esos con dorsales y patillas de pollo, a los adolescentes con más grano que músculo, pasando por los deportistas reciclados de otras disciplinas, sin olvidarnos del perenne opositor a bombero y su amigo.
8.- Sigo sin entender por qué la gente prefiere correr sin moverse en una cinta que salir a hacerlo en la calle, a no ser que enfrente tengas el canal porno.
9.- Media hora de repeticiones se me hace eterna, y desde que planifiqué la sesión, que terminaba con un baño en la piscina, cada resoplido se acompañaba de un con lo bien que estaría nadando.
10.- Cuando me zambullí en el agua recuperé mi seguridad, mi orgullo (pese al gorro), porque si el agua fuera una biblioteca, allí sería un ratoncito con gafas de pasta.
2 comentarios:
Lo de meterse en un gimnasio para correr sobre una cinta, sí, tiene su miga. Preferible un buen carril o, en su defecto, el puro y duro asfalto.
Más abrazos.
¡¡¡¡¡¡ "abujetas"!!!!!!!!!!!!!
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