5 de noviembre de 2009

EL RAPERO TIERNO


Leo y escucho mucho sobre la juventud de ahora. A mí todo me parece cíclico. Lo mismo que me gustaría decirle a los jóvenes de hoy me lo decía mi padre en su día, que tuvo que escuchar algo similarmente idéntico de su padre antes, y el abuelo también...Las personas que permanecen son las más fiables: los profesores. También es verdad que ellos van dejando parte de sus energías con el paso del tiempo, pero reconocen una pérdida de valores alarmante. Hablaremos de ello. Al hilo de esto hoy solo me gustaría contar una pequeña escena tierna que vi. Ocurrió una mañana de domingo, volviendo del kiosko de prensa y la panadería de la señá Gloria. Frente a nosotros venían dos personas andando muy, pero que muy despacio. Al ritmo que marcaban los ancianos pies de una de ellas. Era una abuela, encorvada por el peso de la sabiduría y los años, arrastrando su traje de domingo, camino de la iglesia cercana. A su lado había un joven de no más de quince años, en la flor de la arrogancia y la incomprensión. Alto, moreno, con el pelo de pincho perfectamente moldeado y despeinado. La parte del cogote muy corto y a la altura de las patillas una especie de corte transversal, que seguro tiene algún significado. Pendiente en ambas orejas. Chándal blanco, pantalones anchos y cortos, a la altura de las rodillas, del mismo color, y zapatillas de baloncesto blancas y negras desatadas, con la lengüeta por encima. Me atrevería a decir que era un suerte de rapero. No nos miró al cruzarnos, porque estaba concentrado, con toda su ternura, en ayudar a su abuela a llegar hasta misa. El joven llevaba en la mano el bolso de la anciana, que hacía juego con su traje de domingo, y no con las nike del adolescente. Pero él llevaba con una sonrisa tanto lo uno, el bolso, como a la otra, a su abuela, que dependía de él para su cita con dios. Se movía y atendía las demandas de la anciana con infinita ternura. No era impostura. No se le veía avergonzado, preocupado, inquieto, se le veía orgulloso y me atrevería a decir que hasta feliz...quizá ellos no sean tan distintos como nosotros queremos creer, ¿no nos estaremos haciendo mayores nosotros sin más?

5 comentarios:

ralero dijo...

Creo que somos muy dados a generalizar casos particulares -los más malos- atribuyendo al conjunto conductas que en absoluto definen a sus integrantes. Hacemos de la excepción regla, perpetrando una aberración con no muy buenas consecuencias. Cuando alguién siente que dejan de creer en él, el mismo termina por dejar de creerse.

Eso sí, una cosa es cierta. Estamos en una epoca de alarmante pérdida de valores. Pero no sólo ni donde más en los jóvenes. Es toda la sociedad la que se está devaluando: políticos, sindicalistas, banqueros...

Abrazos.

Larrey dijo...

Siendo disentir, Rafa, los banqueros no se devaluan, se forran...

dafne dijo...

Pues claro que era tierno y que no tenía nada que ver que su ropaje fuera un tanto diferente...yo es que a fuerza de equivocarme en el "primera vista", siempre pienso:el que prejuzga se equivoca.
Para ejemplo mi hijo,entró, pese a mi oposicion en 2 de la eso con un pequeño pendiente,una anillita de oro,pues el mismo se sorprendió de que fuese juzgado por algún profe ,y joven por cierto,que cuando le dió las notas ,le pidio perdon diciendo :"pensé que eras un pasota..."
jejejjejej,ya se lo decía su madre,cuidado con la apariencia!!!!
besos

Jésvel dijo...

Eso de no creer en la juventud... sí, debe de ser patológico... y se adquiere con la edad... jeje

Elena dijo...

La historia de los jóvenes es que existen demasiados CLONES, aunque sean de ropa...luego, cada uno, según la educación recibida en casa, tendrá unos valores u otros...pero está claro que las apariencias a veces nos hacen juzgar mal.