8 de mayo de 2007

FAUNA IBÉRICA


Ya estoy en el tajo. Lo cual no quiere decir que me encuentre bien en el sentido más generoso de la palabra, estado este que con la edad, el de estar bien, empieza a ser como los ovnis, que hay gente que dice que los ha visto pero nadie lo puede demostrar. Después de más de 150 llamadas al centro de salud de mi barrio (no es una hipérbole, que hice 15 tandas de 10 rellamadas) me dieron cita para 35 horas después. ¡ En un centro de salud !. Gracias Espe, no han sido 30 días. Esto para la consulta del doctor por un resfriado o lo que sea. ¿Tengo que ir a urgencias si pienso que es grave o quiero evitar que se agrave?. ¿He de acudir a la cobertura privada que me ofrece mi trabajo?. ¿Eh?, eso te ha gustado más, Esperancita, ¿a qué sí?. En fin, que lo mismo cuando esta tarde acuda al médico le tengo que contar todo en pasado porque lo que tenía ya no tengo y lo que tengo no tenía. Bueno, el cabreo perdurará, así que algo tendré que contarle.

Bueno, pero no es esto de lo que quería hablaros, sino de la fauna ibérica. No con la que Felix Rodríguez endulzó nuestra infancia, sino la humana, esa tópica que nos rodea y que muchas veces supera la ficción. La lista podría ser larga, e igual que hicimos en su día con los conductores, no parece una mala idea un catálogo completo de personajes. Lo dejaremos para otra ocasión. Esta vez me centraré en uno. Suele ir montado en un coche coupé, suele ser rojo, amarillo o negro, suele rugir como si alguien se hubiera liado a pedradas con su escape, suele llevar en invierno un plumas sin mangas y debajo camiseta de manga corta, como si el pecho fuera el de una abuela y los brazos de un marinero ruso. Por último suele llevar la ventanilla bajada, en invierno y en verano, pasando frío y calor. Desde que se generalizaron la calefacción y los aires acondicionados en esta ciudad las ventanillas solo se bajan para saludar o preguntar. Salvo este ejemplar ibérico. Lo más chocante, y aquí es donde propongo un juego, es que su entrada, además de por el rugir de su motor, suele anunciarse por una suerte de zumbido, dum, dum, dum, dum, nnnnnna, dum, dum, dum, nnnnnnnna, are you ready. Con esto de las migraciones de otras especies, también ha irrumpido otro ejemplar, más oscuro, quizá bajito y sin la modalidad No mangas, con la música diferente: a mi morena, a mi mulata, vamos mi negra.

Y lo que propongo es que busquemos, sin descanso, con profesionalidad, a un ejemplar de ventanillas bajadas que lleve, por ejemplo, a toda pastilla a Georg Friedich Händel, Vivaldi, Mocedades, Jose Luis Perales o unas rancheras de la Durcal. Cualquier canción me vale. Hombres G, Cecilia. Al que lo encuentre que lo fotografíe, lo entreviste, lo bese, porque está ante un ejemplar único. De los otros hay demasiados en el zoo de esta ciudad.

1 comentario:

Dudu dijo...

Ayer estuve en el centro de salud para pedir cita para la vacuna de los 18 meses y la correspondiente revisión. Pues me tuve que poner de mala ostia, "señorita se trata de la vacuna de los 18 meses no de 19", al final conseguí que sea la de los 18 meses y medio.
Quiero añadir otro especimen, de la misma familia que el que comentas. El que escucha a Camela, solo que no es un coupé si no ford escort maqueado.