3 de mayo de 2007

EL EXTRANJERO


COSAS QUE DEJÉ DE USAR (III): 1952
A.M.C.
A los once años nos trasladamos a vivir al barrio de Estrecho, en una casa propia y con una habitación para mi solo. Muy cerca estaba el CINE BELLAS VISTAS. En esa época solamente el cine y la lectura te dejaban ver otro mundo. Los sábados por la tarde eran para el cine. El reunir 2,75 Pts, algo más de céntimo y medio de euro, era la tarea ímproba de toda la semana, alguna pequeña sisa en los recados de mi madre, algún viaje al cole andando en vez de en metro, cuatro estaciones, y el resto un último asalto a mi padre que era mas vulnerable en ese sentido que mi madre. Nos juntábamos tres o cuatro amigos y hacíamos una cola interminable para ver un maravilloso programa doble en el cual siempre entraba una de guerra o del oeste. Cuando lo cerraron emigramos a otros cines un poco más alejados pero igualmente indispensables.

1 comentario:

Anónimo dijo...

las cosas cuando cuestan más, cuando nos exige un esfuerzo, un ingenio, una picardía, las disfrutamos más; por eso es tan alienadora la sociedad del "todo hecho", merma la necesidad de aventura del individuo.

Muchos besos