Cuando vio aquellas figuras blancas, aquellas capuchas picudas tras la cruz, Sam, biznieto del último esclavo de su familia, pensó que iba a morir. Después escuchó como una voz como de ultratumba: pero quillo, quiés dejá de gritá y aparta, que no deja pazá el Cristo del Gran Poé, ozú con los guiris.
29 de abril de 2007
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4 comentarios:
Deben ser reminiscencias de otro KKK, la Santa -más bien demoníaca- Inquisición. Porque ya estamos acostumbrados, pero imagino que, sin conocerlo y por primera vez ante esos fesfíles procesionales, también sentiríamos un agudo escalofrío.
Un abrazo.
Es para asustar, y más aún si has sido biznieto de un esclavo.
Muy bueno, Larrey
No somos conscientes de nuestro historico pasado...
A mí, siempre siempre me parecieron kukusclán total.
Besos PAQUITA
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