Leo en el periódico que un hombre de unos 60 años entró en una entidad bancaria madrileña el jueves pasado, esperó la cola pacientemente y cuando le llegó su turno entregó a la cajera la siguiente nota (literal): esto es un atraco, vete a la caja y saca 3.000 euros y me los das os serba el Bolsillo de la derecha no quiero Rollo. Ablo en serio. Esta historia es como una taladro en la pared de mi imaginación, ha ido horadando huecos hasta dar con un torrente creativo y las ideas han salido a borbotones. Me imagino a este pobre hombre sometido toda la vida a su padre, a su hermano mayor, a su jefe, a su mujer, ahora arruinado y acuciado por las deudas y la mirada inquisitiva de su esposa (¡ nunca haces nada bien !, eres un inútil ). Tan arrinconado por esos ojos reprochantes que no se le ocurrió otra cosa que intentar un atraco, pensando que no tenía por qué estar reñida tan delictiva y transitoria actividad con su educación y respeto hacia los demás. Como la cajera no se lo dio y lo tomó por un loco, se fue sin hacer aspaviento alguno, tal vez algún tímido chasqueo de los labios imaginando la cara de su mujer al saber que, tampoco está vez, ha sido capaz de hacerlo bien.
O puede que se tratara de un atracador de toda la vida, un insensible asesino a sueldo que con la vejez y la llegada de un inesperado nieto, se hubiera vuelto sensiblón y respetuoso. ¿Por qué no un delincuente que siempre lo fue?. Disculpe, esto de la pistola es un formulismo, no tengo la más mínima intención de pegarle un tiro, Dios me libre, pero si fuera usted tan amable de entregarme el bolso sin gritar, se lo agradecería y que tenga un buen día, señora, precioso collar, por cierto ¿herencia familiar?, ¿si?, en ese caso será mejor que se lo devuelva, no quisiera yo.
El hombre, al ser detenido no muy lejos del lugar del no atraco educado, entregó un cuchillo romo de enormes dimensiones (ni si quiera eliges bien el cuchillo, ¿para qué queremos el jamonero si nunca traes un jamón?) y la nota manuscrita. No mostró el más mínimo gesto de rechazo ante su detención, como si la llegada de la policía fuera una especie de bote salvavidas para un naúfrago. ¿Qué compañero de celda puede ser peor que ella?, ¿habrá unas lentejas más rancias y sosas que las suyas?. Tal vez todo formara parte de un maquiavélico plan para abandonarla sin tener que afrontar el trauma de su mirada inquisitorial (¿me estás diciendo que me dejas?¿pero tú quien te crees que eres?.
El torrente creativo va cesando. No es que la avería haya desaparecido o que el fontanero de las ideas haya dado con la solución, es algo espontáneo, natural, se llama tiempo, desayuno, hijo, periódico, compra, pelota, comida, siesta...
1 comentario:
PUES SÍ, YO TAMBIÉN PENSÉ CUANDO LEÍ LO DE SU ENTREGA a la policía, si no habría sido una coartada para que el enchironen ¡como si fuera tan fácil!
Buena noche PAQUITA
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