27 de abril de 2007

¡ CARGA A DOSCIENTOS !.


¿Por qué me impacta tanto?. Estamos acostumbrados a la muerte en televisión y en el papel couché. Hemos visto cuerpos mutilados, personas con los miembros y la vida cercenada. En las series de hospitales, tan de moda, aparecen vísceras, sangre y la muerte que se pasea burlona por un aparato y su ansiado pitido. La muerte y el dolor son algo cotidiano y ajeno a un tiempo. ¿Por qué miro la foto y tengo esta sensación de desamparo?. Hay un hombre negro tendido en el suelo. Varias manos enguantadas sujetan aparatos que pretenden sujetarlo, a su vez, a la vida. Leo la base de la foto con esperanza, con infantil esperanza...La cruz Roja asiste al inmigrante que murió...que murió, ¡ que murió !. No pudieron salvarlo. Harían los trámites de rigor frente a la pálida dama. Carga a doscientos, después a trescientos, a cuatrocientos, para luego certificar su muerte.

Me dan ganas de hacer copias de esta foto y repartirlas a todos aquellos a los que he tenido que escuchar maldecir sobre el problema de la inmigración. Sé que es demagogia, pero no puedo evitarlo. A ellos quisiera yo verles en esa situación. ¿Qué esperan encontrar estos muchachos en nuestro mundo?. ¿Qué les hace abandonar sus raices y lanzarse al mar de la desesperación?. Leí hace mucho tiempo que la publicidad era como un acicate en los países de origen. Lo que yo llamo el efecto California. En España tenemos la imagen de que en California nunca se trabaja, que nuca llueve y que uno puede pasar el día entero en la playa, jugando al frisbee y ligando. Algó así induce la publicidad en el norte de África. Si tratan así a sus animales, por ejemplo, cuando ven anuncios de comida para perros, ¿cómo han de vivir las personas?. No puede bastar, ese sueño ficticio puede animarte a tomar un avión, un tren, un barco para cambiar tu vida para siempre o al menos intentarlo. Pero lanzarse a un cayuco, probablemente sin saber nadar, probablemente muerto de miedo, probablemente con la certeza de que si no es para tí, para alguno muy cerca será su último intento, para algo así hay que tener un nivel de desesperación que aquí, en nuestro estrés, en nuestro Madrid otra vez sin título, en nuestra hipoteca, en nuestro mira que está caro el cine, no vamos a entender jamás. Y si al menos no logramos entenderlos, ¿qué tal si empezamos a respetarlos?.

2 comentarios:

María Narro dijo...

Creo que nunca se les va a respetar ni intentar comprender.
Por perseguir un sueño llegan a España, muchos buscando un mañana, otros escapando de su ayer.
Pero no serán bienvenidos primeramente porque todos llevamos unas lindas orejeras que no nos dejan ver ni entender lo ajeno; segundamente porque ellos trabajan hasta en festivo y por sueldos míseros...
Y muchas más mentes dentro de un país donde el deporte de moda es echar la culpa al inmigrante. ¡¿?!

Un beso.

Larrey dijo...

lo que pasa es que todos, hasta esos que reniegan de ella, saben que el país depende de su mano de obra. Es como si quisieran que cada día cruzaran la frontera, trabajaran en silencio en los trabajos que nosotros no queremos y luego se fueran a su país. Que trabajen, sí, pero que no se les vea, ni se les huela, ni se les oiga...