24 de abril de 2007

LOS NIÑOS GITANOS


Cuando llego a por mi hijo, ahora que hace buen tiempo (aunque habrá que empezar a cambiar esta idea, visto lo visto, el bueno tiempo debería ser cuando llueva) voy directo al parque. La abuela, después de ir a buscarlo a la escuela, lo lleva y allí me esperan. Esta primavera la escena es siempre la misma, en una esquina del recinto para niños está mi hijo con otros seis o siete con todos sus juguetes esparcidos por el suelo. Cubos, palas, botes, como si una obra más de la M3o fuera la arena va y viene en un aparente caos (vamos, la M30). Mi hijo es el proveedor oficial de ese turno de trabajo. Y con él siempre hay tres niños gitanos. Estos niños son egoístas, quieren todos los juguetes, no los comparten y discuten y lloran cuando se los quitan...vamos, como cualquier niño. Y este juego de ideas que acabo de hacer no es correcto, además, porque resulta que estos niños nos están dando una lección de sociabilidad. Es cierto que si un extraterrestre bajara (se supone que la ausencia de conocimiento alguno evitaría el prejuicio) se daría cuenta de que hay algo especial en su entorno, tal vez escribiría en su bitácora: niños morenos, sucios y mal vestidos van siempre acompañados de un número mayor de adultos. Y es que es verdad, al parque bajan los tres niños y sus madres, supongo que tías, primas y abuelos, algunas veces incluso los cuatro. Son más escandalosos que el resto, seguramente diría. No le faltaría razón, pero cuando mi hijo se junta con sus abuelos, sus padres y algún amigo, ¿el extraterrestre podría identificarlos como parte de su entorno?. No, porque a nosotros no es fácil encasillarnos, no hablarmos de un modo concreto, no llevamos un tipo de ropa estandar. Ocurre lo mismo con los taxistas en Madrid, cuando uno te hace una pirula, trasciende, ya le has puesto en un grupo, en cambio otro conductor, salvo si es mujer, queda en el limbo de la generalidad.

El caso es que estos niños son especialmente sociables y simpáticos. Juegan con mi hijo que, evidentemente los ve con toda normalidad, y son para él una amenaza idéntica al niño murciano de abuela soriana. Pero cuando se acaba el juego, eso ha ocurrido estas tardes, y damos orden a todos de que tenemos que recuperar el armamento lúdico, casi todos, incluidos mi hijo, se hacen los remolones, menos ellos, que corretean de una lado a otro buscando los juguetes para llevarlos a la bolsa. Falta una pelota. ¿Cómo es, cómo es?, ¿es azul?, y poco más que al rato vienen con tres para que elijamos. No sé si el tiempo los hará distintos, si les costará integrarse en la sociedad porque no podrán ir a la escuela o estarán sujetos a normas enquilosadas en el pasado. Pero ahora, no solo son niños como cualquiero otro, sino que son especialmente generosos.

¿En qué momento dejarán de serlo?¿por qué lo harán?.

7 comentarios:

Caminante dijo...

MI EXPERIENCIA DIRECTA DE TRATO CON GITANOS fue durante un ingreso urgente hospitalarios seguido de intervención quirúrgica en la que compartí habitación con una mujer de esa étnia. Me preguntaron los responsables del hospital si me molestaba ¡por supuesto que no! y fue una experiencia "distinta", ruidosos, esas cosas, y ella ... muy maja, más cercana que su familia. PAQUITA

Dudu dijo...

Esos niños son ellos y sus circunstancias. Cambiaran cuando sean contaminados por sus circunstancias.

Elena dijo...

En mi bloque, bueno, el de mi madre (¡que recuerdos del bloque!)..volviendo, pues había una familia gitana, los 3 peques majos, el mayor era el mas macarra (y actualmente es un macarra con hijos a su vez), la pequeña era distinta, tenía inquietudes de estudiar, recuerdo, de sacarse una carrera...hoy es mamá de 2 niños y creo que no llegó a estudiar, .. el mediano era mas majo que un solete, Pepito, aún hoy es la mar de simpático cuando te ve con la familia, te conoce, se para, te saluda...todos tienen familia gitana, es decir, fueron padres jóvenes. ¿sus trabajos? pues no lo se, pero cuando les veo he de decir que no les falta "de na'".

ralero dijo...

Bueno, al menos donde yo vivo, he escuchado muchas veces -y muchas veces he reprendido a mis hijos por hacer comentarios similares-, cuando un grupo de chavales han hecho alguna gamberrada, "si, vino un grupo de gitanos y...", y eso independientemente de que fuesen gitanos o payos. ¿Se puede considerar eso como un síntoma de racismo?

Abrazos.

Larrey dijo...

sí, claro que es un síntoma. Yo me esfuerzo por no usar esas expresiones, en mi barrio cuando hacías algo cutre decían no me seas gitano, o cuando el coche va lleno de bártulos se sigue diciendo íbamos como gitanos. Intento evitarlo.

María Narro dijo...

Dudu creo que ha dado con la respuesta: esos niños son niños y sus circunstancias y dejaran de serlo cuando sean contaminados por sus circunstancias.

Soy antiracista, si esa palabra existe, y conozco a muchos payos a favor de la integración. Pero no conozco a niguna persona gitana mayor que quiera meter en su grupo a gente no gitana.

Es una étnia muy cerrada, aunque habrá de todo.

Un beso.

Anónimo dijo...

Cuánta grandeza puede encontrarse en las vivencias cotidianas cuando somos capaces de descorrer la cortina de los estereotipos.

Grata -gratísima- lectura.
Un saludo.