De todas las fotos que he visto sobre el atentado que ayer desató el pánico en Argel me ha impresionado una. Las hay de todos los tipos, y todas muestran con imágenes más o menos explícitas el dolor y la locura. A eso ya, no voy a descubrir nada, nos vamos acostumbrando. Es el rostro de un hombre ensangrentado, sentado en el murete de un jardín, el que me ha impactado más. La foto muestra las llamas al fondo y dos hombres sentados en el suelo. Uno de ellos atendido por un tercero, civil, gritando y con la mano levantada. A su lado está este hombre que parece tranquilo. Mira a la cámara y levanta la mano igualmente, pero con mucho menos ímpetu, casi con serenidad. Pareciera como si el cámara estuviera pasando lista en clase y hubiera dicho su nombre: ¿Ramón Salcedo?, sí, presente. Lleva un traje gris manchado de sangre, tal vez suya, y el rostro también ensangrentado. Pero no hay miedo en sus ojos, más bien tranquilidad. Es desasosegante observar esa tranquilidad, esa especie de en fin, al menos estoy vivo, o tarde o temprano me tenía que tocar. Cada uno afronta el dolo como quiere, bueno, como puede, y este hombre parecía hacerlo con resignación. Miro la foto y es como si él se fuera comiendo el resto de la imagen, las llamas, el jardín, los restos por los suelos, el otro herido. Su serenidad empequeñece antes los males que me acechan, hace de mi atasco de ayer (gracias Gallardón, ¿es que lees el trastero?) una nimiedad absurda e injustamente sobrevalorada. Ya se que esto es demagogia, pero no puedo evitarlo, su rostro me interroga, me mira sereno y aunque no parece pedir explicaciones me siento en la obligación de hacerlo.
Fuera de ese rostro, de la locura de las fotos, está la de quien está sembrando el odio con una rutina alarmante (otra vez un 11). Ahora recuperan conceptos como Al Andalus. Yo no sé vosortos, pero empiezo a tener miedo. Con la sinrazón es complicado encontrar herramientas. Aunque parece lógico que sea la razón la que contrarreste tanto asesino sobre rocinantes, tanto quijote con bombas. Claro, que ¿qué le puedes ofrecer a un tipo que se cose bombas para llegar al cielo en diminutas partículas de odio?
3 comentarios:
(...)Cada uno afronta el dolo como quiere,(...)
Yo no sé vosortos, pero (...)
¿Correctora al aparato, dígame?
....
Que sí, que es desasosegante ¡qué de eses! la situación. Porque todo lo tenemos ya muy cerca, no es como en "otros" tiempos que todo sonaba muy lejano, penoso pero lejano.
Buen día. PAQUITA
recuerdo los cambios de canal de TV que hacían los papás en casa para que no viéramos muertos en la carretera o !!!!.. y por desgracia ahora se ha vuelto demasiado habitual a los ojos de todos, adultos y niños...Buen día. Elena.
Recuerdo haber visto alguna foto del 11-m en Madrid de gente también con el rostro tranquilo, manchado de sangre y hablando por el móvil con la familia.
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