1 de noviembre de 2007

EL CAPITÁN EÑE


HOMENAJE.

Hay días en los que uno se levanta cariacontecido. Hoy es uno de esos días. Hay días en los que uno no puede dejar de pensar en los demás, hoy es lo que me sucede a mí. No fui afectado, nadie de mi entorno familiar sufrió aquel día. Pero como la estadística dicta, aunque muchas veces no creo demasiado en ella, sí lo fue el hermano de un antiguo compañero de trabajo. Siempre pasa, que alguien que conoces, al menos, conoce a alguien al que le ha sucedido algo.
El hermano de mi compañero murió. Mi compañero y sus padres son víctimas. Y su dolor es incomprensible para mí, porque estar en su piel debe ser algo inenarrable. Solo el que sufre una pérdida así sabe de lo que hablo, pese a que yo mismo no pueda imaginarlo a ciencia cierta. Perder a un ser querido tan inesperadamente debe de ser horrible. Sobre todo cuando no es ley de vida. Sobre todo cuando no hay una explicación coherente para algo tan desgarrador. Pero así es la vida, que viaja aferrada a la muerte como destino final. Y ese final es tan cruel a veces, que uno no puede dejar de imaginarse a lo largo de la vida como será la muerte para uno mismo. Y recurrentemente uno piensa en la muerte, pero difícilmente sabe cómo le acechará a él.
Aquel día nunca lo podré olvidar, me imagino que mucha gente en España se acordará perfectamente de lo que hizo. Fue amargo y doloroso, igual que lo fueron los días posteriores. Yo estuve imbuido en un clima de tristeza tremenda. Los primeros días se hicieron realmente duros. Pero no puedo imaginar lo que pensarían los padres de mi compañero ni las demás víctimas.
Su cuerpo fue trasladado hasta Ifema, transformado en morgue por unos días. Curioso destino para aquellos cuerpos ya sin vida, trasladarlos a un lugar en el que habitualmente fluye la algarabía de las ferias. Mejor así, pese a todo. Y fue en Ifema donde después de muchas horas de búsqueda, de visiones horrendas que no puedo ni quiero imaginar, pudieron identificar el cadáver de Álvaro. Sí, así se llamaba el hermano de mi compañero.
Álvaro tuvo la mala suerte de coger el tren en Santa Eugenia. Puro azar. Fue subirse al tren, colocarse en el vagón y morir. No tendría tiempo para nada. El tiempo allí se detuvo para él y vino la muerte a llevarle a otros destinos. O no. ¡Quién puede saberlo!.
Hoy es un día especial, doloroso, pero hoy es un día grande. Hoy se va a hacer justicia. Y yo, creo en la justicia, pese a la cantidad de jueces dudosos que hay en este país. Pero por lo que he podido seguir de este juicio del 11M, creo que este es uno de los jueces que tienen todo mi respeto. Le creo y creo que ha trabajado de forma ejemplar.
Hoy acaban las conjeturas, las mentiras, el vómito, las conspiraciones, o no, quizás no. Posiblemente esa pandilla de políticos y de medios de comunicación encargados de intoxicarnos hasta la saciedad, esparcidores de invenciones sin fundamento, seguirán dándonos su versión. Diciendo que no, cuando la respuesta es sí. ¡Qué acertado el chiste de Forges de ayer!.
Hoy los familiares de Álvaro y los de las demás víctimas del peor atentado de la historia de España, verán como sus responsables van a la cárcel por unos años. Quizás no les parezcan muchos años y nadie les va a devolver a sus muertos, pero al menos van a tener la recompensa moral de una sentencia que demuestra que España es un país moderno y serio cuando quiere.
Familiares, todo mi apoyo. Pilar Manjón, toda mi admiración por todo lo que has tenido que soportar como cabeza visible de muchas de las víctimas. No os devolverán a vuestros familiares, pero al menos, hoy, se habrá hecho justicia. Este es mi humilde homenaje a todos vosotros. De corazón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estremecedora entrevista que pude ver en el segundo canal autonómico de Canal sur (no recuerdo el nombre; lo veo por satélite) a Pilar Manjón. La entrevista duró una hora y fue imposible evitar que se te pusiese la piel de gallina. Creo que pude ver el mejor ejemplo de eso que se llama coraje de mujer, madre y persona.