Ya he hablado aquí de Javier (más conocido como mi cuñado). Incluso creo recordar que puse un video suyo con un canastón tremendo. Es un tipo atado al deporte, el que sea, por tierra, mar y aire. Fue un más que digno jugador de baloncesto, de balonmano, profesor de Judo, escalador y un largo etcétera. Ahora, incluso, después de su operación, debe estar entre los 20 mejores jugadores españoles de baloncesto en silla de ruedas. En cambio es un verdadero paquete en el fútbol. Es madrileño y de barrio, por lo que resulta harto inexplicable. Hasta este fin de semana, que en un monólogo divertidísimo nos lo explicó. Vivió su infancia en un bajo, y el muro de su casa servía de portería para los mini partidos de barrio. Su padre, por tanto, sufría los rigores goleadores y cada gol era un porrazo en el salón de su casa. Así que de vez en cuando salía a la ventana y daba cuatro gritos para que los niños cambiaran la ubicación del campo, o al menos de la portería. Y claro, entre los niños estaba su hijo, que desarrolló una táctica infalible para jugar y ahorrarse el disgusto de su padre: era siempre el portero en la portería bajo la ventana de su casa. Así, cuando salía a la ventana todos gritaban ¡ tu padre ! y él se pegaba al muro, su padre abroncaba a los amigos y no se daba cuenta de que su hijo estaba entre los culpables. Así nunca corrio la banda, nunca dio un pase largo, nunca marcó el gol decisivo y, en cambio desarrolló una capacidad para mimetizarse con el ladrillo que ya la quisiera el más afanado de los ladrones.
Eso me invita a pensar en las casualidades de la vida, ¿quien nos dice a nosotros que si los padres de mi cuñado hubieran vivido en un quinto su hijo hubiera sido extremo derecho del Real Madrid?. Claro, que si hubiera nacido en África hubiera corrido en busca de algo de comida o lo que es peor, para escapar de la muerte. Y así tantos ejemplos como nos podamos imaginar. La vida es un cúmulo de casualidades, y eso puede ser abrumador. Pero también es verdad que es como una partida de cartas, donde dos jugadores con los mismos naipes pueden hacer cosas de lo más diferentes. Por eso no hay que dejarse llevar por el desánimo del sino, eso me parece a mí, pero tampoco sentirnos dueños de aquellas cosas que nos han venido dadas: nuestra cultura, nuestro país, por ejemplo. Es casualidad que hayamos nacido donde hemos nacido y es justo que lo defendamos, pero por lo que hemos puesto y han puesto nuestros antepasados porque sea lo que ahora es. Y poco más, dueños, realmente dueños, de lo poco que somos es de nuestros sueños, y no siempre.
Eso me invita a pensar en las casualidades de la vida, ¿quien nos dice a nosotros que si los padres de mi cuñado hubieran vivido en un quinto su hijo hubiera sido extremo derecho del Real Madrid?. Claro, que si hubiera nacido en África hubiera corrido en busca de algo de comida o lo que es peor, para escapar de la muerte. Y así tantos ejemplos como nos podamos imaginar. La vida es un cúmulo de casualidades, y eso puede ser abrumador. Pero también es verdad que es como una partida de cartas, donde dos jugadores con los mismos naipes pueden hacer cosas de lo más diferentes. Por eso no hay que dejarse llevar por el desánimo del sino, eso me parece a mí, pero tampoco sentirnos dueños de aquellas cosas que nos han venido dadas: nuestra cultura, nuestro país, por ejemplo. Es casualidad que hayamos nacido donde hemos nacido y es justo que lo defendamos, pero por lo que hemos puesto y han puesto nuestros antepasados porque sea lo que ahora es. Y poco más, dueños, realmente dueños, de lo poco que somos es de nuestros sueños, y no siempre.
1 comentario:
Creo que simplemente es genial, y perfectamente con algo mas de humor al final , nos serviria de monologo para las mejores cadenas de TV. Gracias por expresarlo tan bien
un beso y por cierto admito lo paquete que soy en esto del "jurgol", y eso que tuve un año entero en INEF para reciclarme, pero acabe bajo palos............ gracias a mi padre
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