8 de noviembre de 2007

EL CAPITAN EÑE

FINES SOCIALES

Ahora resulta que la Iglesia Católica se embarca en una campaña publicitaria para que todos los españolitos de a pie marquemos en nuestra declaración de la renta la casilla en la que un porcentaje de nuestro dinero les financie. Pues va a ser que no, al menos por mi parte.

Rouco vive muy cerca de mi casa, en el Palacio Arzobispal de Madrid. No en una casa pequeña ni humilde, más bien al contrario, en una casa enorme y lujosa, propiedad de la Iglesia. Alguna vez le he visto en coche por mi barrio. Él va sentado con su chofer, me imagino que yendo a algún acto protocolario y ajeno a lo que sucede a su alrededor. Por personas como él, no marcaré la casilla de la Iglesia. No puedo creer en una institución así.

Si bien es cierto que también en mi barrio hay un albergue en el que duerme gente indigente y que es gestionado por la Iglesia Católica. Cuando veo a las personas que lo gestionan, aparentemente religiosos, pienso, esto sí es en lo que creo que debe ser la Iglesia. Se les ve gente humilde que trata con gente con problemas sociales a los que les ayudan en parte a hacer su vida un poco menos dura. Les dan de cenar, además de ropa, y les ofrecen un cobijo para dormir en las frías noches de invierno. Además, acuden voluntarios a ayudar en esas tareas. Si toda la Iglesia Católica fuera así, marcaría la casilla de la Iglesia en mi declaración de la Renta.

Yo creo en Jesús de Nazaret como hombre, no tanto como el hijo de Dios. Él existió, eso está demostrado, y debió de ser un personaje destacado en su época. Me quedo con él como persona, incluso me creo parte de esas historias que luego se fueron contando acerca de él. Pero gracias a ese hombre, se forjó una leyenda que construyó un mito que ha culminado en un poder de incalculable valor social y económico. Y la Historia de la Iglesia Católica es para echarse a temblar.

Yo no puedo creer en la Iglesia como poder, y menos en la de hoy en día jerárquicamente construida y que ha hecho fortuna a costa de explotar y manipular la historia de un hombre. Me encantaría ver al Papa trabajando por los humildes de verdad, a pie de obra, vendiendo todas sus lujosas posesiones para ayudar a acabar con el hambre en el mundo, criticando la explotación infantil, las desigualdades sociales y tantas y tantas otras cosas injustas que afectan a los hombres de este planeta. Estoy seguro de que si así actuaran y sin la necesidad de adoctrinar, el mundo sería mucho mejor, porque ese es el Jesús en el que creo, lo más importante que él me ofrece como hombre, es su bondad y su solidaridad. Y solo con eso, a todos nos iría mucho mejor, y encima la Iglesia ganaría millones de adeptos, yo entre ellos.

Marcando la casilla de fines sociales, uno ya les está financiando en parte a través de las ONG católicas, y con eso, mi aportación es más que suficiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una magnífica reflexión

Anónimo dijo...

Yo no puedo creer jamás en la Iglesia como Institución. Una institución provocadora e instigadora de odio e intolerancia.
Sinceramente creo que la homofobia que desprende la Igleisa debería estar penada.