26 de noviembre de 2007

PROFESIONES

Estos días que he tenido ciertos dolores he recurrido a mi vieja amiga Mamen, fisioterapeuta y osteópata. Y me he dado cuenta de que hay ciertas profesiones que son como Santa Bárbara, que se acuerda uno cuando truena. Incluso son incómodas para la vida social. En ello se llevan la palma, creo, los informáticos y los fisioterapeutas, porque casi todo el mundo tiene ordendor y cuerpo, y si tiene ambos, raro es que no le pase algo a alguno de los dos, sino a los dos a un tiempo. Así cuando se conoce a alguien, tarde o temprano se pregunta la profesión. Si eres fisioterapeuta se produce un efecto físico-verbal, la mano diestra se va a un punto concreto del cuerpo y se lanza la frase: pues a mi me lleva doliendo...Si eres informático, no hay reacción física determinada, pero sí frases del tipo, anda, pues tengo un virus que no soy capaz de quitar. Debe de resultarles incómodo. Me imagino como serían las reuniones sociales si ese modus operandi se extendiera a todas las profesiones, porque no creo que un ebanista reciba preguntas del tipo, anda, pues tengo una silla en casa con un roce; o un contable otra del tipo pues anda, que tengo yo los balances de casa, entre los haberes y los deberes del peque, que no lo cuadro ni con aceite. Claro, que para eso hay profesiones mucho más incómodas. Enterrador, por ejemplo, anda, ¿es usted enterrador?, es que tenemos a la abuela en casa, que no sabemos que hacer con ella, que ya van para dos semanas y la cosa empieza a oler, ya me entiende. Misionero, anda, pues tengo yo a mi hijo que es un poco macarra, un par de meses por Honduras y me lo devuelve tiernecito como un bollo. Tanto sería así que formaría parte de la educación básica encontrarle una utilidad personal a la profesión de la persona que acabas de conocer. Y si no se te ocurre algo, a lo mejor demostrabas una falta de interés, esto, espere, espere, ya le digo algo, esto, ah, sí, como es usted equilibrista pues anda, si menudos equilibrios tengo que hacer yo con los presupuestos de la casa, ya me dirá como lo hace usted, un par de consejillos. Por ser educados, claro. También los habría muy hábiles, seguro. ¿Pocero?, pues métale mano al gobierno, que ahí mierda hay para aburrir.
El caso es que a mí me sigue doliendo el tobillo, así que no me quedará otra, ¿Mamén?, es que mira, tengo un dolor aquí...

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