SOL PONIENTE
Me pregunto quien goza con que suframos los hombres. Blas de Otero.
Con su smoking blanco
y su cuidada barba,
con su amplia experiencia
y un gran currículum,
Dios, se acercó a la tierra.
Ha llegado el momento -dijo-
que habéis estado esperando tanto tiempo.
El momento de juzgar a cada cual
según sus actos
de poner las cosas en su sitio
y los puntos sobre las íes,
de separar el grano de la paja
y al digno del indigno.
Ya no os enviaré más hijos
pues al fin y al cabo
dijo bajando la voz,
no estoy casado.
No temáis los que habéis amado
pues yo os redimiré
ya que como sabéis,
os hice de barro y no de oro.
Esta noche cuando el sol se ponga,
muchos de vosotros dormiréis
plácidamente en el Cielo
tan ansiado
tan prometido
tan hermoso.
Un silencio tenso
se había extendido
desde sus primeras palabras
y Dios pensó
-son muchos años de marketing
no es para menos la expectación-
pero poco a poco
su gran instinto,
labrado milenio a milenio,
pues no en vano
más sabe Dios por viejo
que por divino,
empezó a decirle
que algo no iba bien.
Grande fue su sorpresa cuando
contra todo pronóstico
la humanidad,
esa humanidad tantas veces golpeada,
tantas veces mísera,
enferma adúltera sanguinaria
lasciva temerosa e insulsa
tan impropia de Él,
guardando un respetuoso silencio
decidió por una vez
hacer algo al unísono.
Y dándole la espalda
partió voluntaria
e inmediatamente
en busca del infierno prometido
pues el camino era largo
y no querían que la noche
se les echara encima.
y su cuidada barba,
con su amplia experiencia
y un gran currículum,
Dios, se acercó a la tierra.
Ha llegado el momento -dijo-
que habéis estado esperando tanto tiempo.
El momento de juzgar a cada cual
según sus actos
de poner las cosas en su sitio
y los puntos sobre las íes,
de separar el grano de la paja
y al digno del indigno.
Ya no os enviaré más hijos
pues al fin y al cabo
dijo bajando la voz,
no estoy casado.
No temáis los que habéis amado
pues yo os redimiré
ya que como sabéis,
os hice de barro y no de oro.
Esta noche cuando el sol se ponga,
muchos de vosotros dormiréis
plácidamente en el Cielo
tan ansiado
tan prometido
tan hermoso.
Un silencio tenso
se había extendido
desde sus primeras palabras
y Dios pensó
-son muchos años de marketing
no es para menos la expectación-
pero poco a poco
su gran instinto,
labrado milenio a milenio,
pues no en vano
más sabe Dios por viejo
que por divino,
empezó a decirle
que algo no iba bien.
Grande fue su sorpresa cuando
contra todo pronóstico
la humanidad,
esa humanidad tantas veces golpeada,
tantas veces mísera,
enferma adúltera sanguinaria
lasciva temerosa e insulsa
tan impropia de Él,
guardando un respetuoso silencio
decidió por una vez
hacer algo al unísono.
Y dándole la espalda
partió voluntaria
e inmediatamente
en busca del infierno prometido
pues el camino era largo
y no querían que la noche
se les echara encima.
2 comentarios:
¡Buenísimo!
Me ha gustado mucho, yo no sé qué me está pasando a mí con la poesía, me está embelesando Erato, no es extraño que con Eros junto a ella estén lanzándome flechas.
Me gusta ver a un Dios decepcionado, con sus expectativas incumplidas, sorprendido; y a unos humanos protagonistas de su destino, carentes de miedos y arcanos temores capaces de tener sus preferencias,y escépticos de divinos paraisos ofrecidos.
Saludos,¿César?
lástima que para todo esto haya que aceptar la existencia de Dios, pero he de reconocer que a mí también me ha gustado.
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