26 de junio de 2007

MORIR ¿POR QUÉ?


Odiaba el ejército de forma teórica hasta que hice la mili (algún día hablaré de esta parte de mi vida). Era poco más que una pose (que sirvió de lanzadera moral, todo hay que decirlo) algo así como una puesta en escena de un video de Jonh Lennon. Escribía y hablaba sin entender del todo la magnitud de mis palabras. Pero esas palabras, esas pintadas en el pupitre, en mis pantalones, en cualquiera carpeta que se pusiera a tiro, son el germen de la persona que ahora razona lo que escribe. Después de nueve meses empecé a odiar el ejército de manera práctica, concienzuda y argumentada. Además de no entender en absoluto su utilidad. Y vayamos a términos prácticos: si se hiciera una auditoría al estilo empresa privada el 80% de los trabajos que se realizan dentro de los cuarteles son meridianamente inútiles. Nos contaban en la Base Naval de Puntales (vaya, ya me estoy adelantando a mi confesión) una anécdota, que es algo así como una leyenda militar. Había un cuartel chiquitito en Galicia. Allí un día el comandante decidió pintar todos los bancos. Para evitar que los soldados se mancharan puso una guardia en cada uno de ellos. En la parte más sur del cuartel había un banco no muy lejos de la garita. Aquella fue la única guardia que se mantuvo. Se sucedieron los relevos por años, desapareció el banco y décadas después se seguía haciendo aquella guardia sin saber para qué ni por qué. Esa anécdota resume la sinrazón de la mayoría de las actividades militares que yo vi.

Todo esto se me amalgama en el estómago con una buena dosis de bilis cuando un soldado español muere en el extranjero. No es falso patriotismo, es que el dolor que creo se puede evitar y es más cercano es el que más me duele. Digo que se puede evitar porque a los gobernantes los ponemos y quitamos nosotros. No sé realmente cual es la utilidad del ejército, pero me gustaría que fuera como la Guardia Suiza del Papa, algo simbólico y útil para las emergencias. No entiendo de tanques, aviones, misiles, tácticas. Entiendo de paz y es de lo único que quiero entender. No me gustan los países belicosos, me gustan los que entienden el diálogo como camino directo al entendimiento, y no el palo y tente tieso. Ya, ya sé, que hay un territorio que defender, que si vienieran a mi casa a por mi familia, bla, bla, bla. No me gustan los ejércitos, no me gustan las guerras, ni las armas, ni las batallitas, y ni cien torturadores argentinos que vinieran me harían cambiar de idea. Al primer mamporro, eso sí, cantaría la salve marinera con los pelos como escarpias y confesaría hasta la muerte de Manolete, miedica que es uno, pero jamás cambiaría de idea.

5 comentarios:

Pedro dijo...

En "Tengo una pregunta para VD" una chica le preguntó: ¿Cree que nos ha fallado? -En referencia a Zapatero no nos falles-.
ZP dijo "creo que no, porque prometí retirar las tropas de Irak y lo he cumplido".
Me sorprendió porque solo dijo eso, como si fuera la única promesa que hubiera cumplido.
Y quitar las tropas de Irak para ponerlas en Líbano o Afganistán, no tiene sentido.

Larrey dijo...

tiene sentido político (electoral)

María Narro dijo...

tengo una prima, muy jovencita y muy guapa, en el ejército, para ellos es solo un trabajo más. Y bien pagado.

Yo tampoco sé para que sirve.

Un beso.

Anónimo dijo...

Sinceramente me entristece el pensar que en pleno siglo XXI sigamos hablando de ejércitos, guerras, muertes en nombre de patrias, de derechos (qué mayor derecho que el derecho a vivir cuando estás vivo?) y el consuelo de jugártela por defender "libertades"(?¿?)mientras los que las proponen admiran expectantes la función desde sus grandes sillones mientras se frotan las manos.

Yo también soy una fiel defensora del diálogo, pero parece increible, verdad? Hay quien lo utiliza como "la gran amenaza a un país"

No tiene mucho sentido cuestionarse según qué cosas...Consolémonos con que, afortunadamente, el servicio militar dejó de ser obligatorio en este pais.

Dudu dijo...

Siempre que ha sucedido una desgracia en España, como por ejemplo la plaga de incendios del verano pasado, pienso en el ejército y en la oportunidad que dejan pasar para demostrar que sirven para algo. Al final siempre intervienen pero siempre tarde y detrás de la sociedad civil