11 de junio de 2007

EL CURA DE LOS COJONES


A poco que hayas leído este blog intuirás que no voy a decir nada bueno (ni nuevo) de un tipo con sotana. Pero esta vez voy a hablar desde el prisma de una creyente y practicante; mi madre.

Este fin de semana ha sido el funeral de mi abuelo, Justi, en el pueblo. Justi era su suegro. En los pueblos estos eventos son algo más emotivos (para bien o para mal) que en la gran ciudad, donde el anonimato del barullo parece cercenarlo todo. Aquí la casa del difunto es el lugar de encuentro, de risas y lágrimas a porcentajes sorprendentemente equiparables. Y es que la muerte de un anciano es, en el fondo, ley de vida, y aunque cuesta desprenderse, no hay ese llanto descarnado de la pérdida injusta. Aun así, los sentimiento son profundos y la tristeza, mientras lo preparas para lo que algunos llaman el último viaje, es tan latente que no llorar es casi una quimera. Y una parte del ritual, como no podía ser de otro modo en la profunda Mancha rural, es la misa. Fue un momento duro, mucho más duro de lo que esperaba, yo que siempre he visto ajeno y aséptico estos paseos. Entrar el ataud de tu abuelo, ayudando a tu padre, su hijo fue especialmente emotivo para mí, duro, intenso. Evidentemente, por respeto a mí mismo, a mi abuelo y a los que allí estaban congregados, me salí de la iglesia en cuanto dejé a mi abuelo sobre la mesa. Esperé fuera hasta que el cura hizo su trabajo y volví a entrar para sacarlo de nuevo, camino del cementerio. Entonces vi que mi madre, con lágrimas en los ojos se encaminaba hacia el cura y le pedía explicaciones de algo. Fue una discusión que adiviné a retazos, pero la sensación que tuve era que mi madre estaba indignada. Después me lo explicó, me dijo que como cristiana se había sentido tremendamente indignada. Mi tío, del que ya hemos hablado en este blog, y del que entre otras cosas he heredado su ateísmo practicante, vive en el pueblo y medio en broma y medio en serio bromeó antes de la entrada. Hoy, el cura, que va a ver la iglesia llena, os va a meter caña. Mi madre, más serena, me explicó las razones de su enfando. El cura, entre otras lindezas, en medio del oficio, dijo que aquel que fuera un verdadero cristiano y no sintiera vergüenza de ello, se arrodillara en ese momento. ¿Qué pasa con los ancianos?, ¿con los minusválidos?, ¿con las rodillas molidas del campo?, ¿con los que no quieren hacerlo?, ¿no son buenos cristianos?. Pero lo que más indignó a mi madre, cuya práctica religiosa le está regalando tantos disgustos que no me extrañaría que algún día pasara a nuestro bando, fue que el cura (de los cojones) pidiera un minuto de silencio para ver si Dios aceptaba en su seno a este hijo. ¿Os podéis imaginar la cara de los hijos, de los nietos, primos, sobrinos de mi abuelo?. ¿Qué cojones le pasaba a aquel cura?. Sencillo, mi abuelo era rojo y la iglesia, como yo, la veía casi siempre desde el bar de enfrente. Mi madre, claro, que la ve desde dentro, es más, que la vive desde dentro de su corazón, estaba descarnadamente indignada con un cura tan insensible y tan irrespetuoso.

Así es como la iglesia, este cura y su Dios, quieren ganarse a la clientela. Como lo han hecho siempre, como dicta su dichoso libro sagrando, con el reproche, con el rencor, con el conmigo o contra mi, con la venganza. Pues ahí os quedáis, con vuestro crucifijo, con vuestro palio, con vuestras vírgenes de falso monoteismo, con vuestro melenudo señor y con vuestro curas de los cojones. Que mi abuelo y yo estamos muy por encima de vuestra inmundicia. Incluso nos queda un consuelo desde vuestro terreno, si es verdad que existe vuestro Dios, tarde o temprano os podrá en vuestro sitio, y allí, seguro, no estaremos ni Justi, ni yo.

4 comentarios:

Elena dijo...

Aunque son una minoría, he de decir que no todos los curas son iguales (si no os lo creeis, preguntar por JOSE MANUEL, el cura de Getafe). Teníais que haber visto el tanatorio de orcasitas cuando falleció ¡increible!, eso sí, se lo ganó a pulso y se de muy buena tinta, que a otro cura del pueblo le escocía ver lo arropado que se iba Jose Manuel.... 10 años de su muerte y el día de la comunión de mi sobrino (3 de este mes), lo primero que hizo el cura (amigo de JM) fue nombrarle y recordarle...hubo silencio, y es que a todos se nos puso un nudo en la garganta .... no, gracias a Dios, no todos son iguales.

Caminante dijo...

Efectívamente, caso de haber Infierno, ELLOS serán los que irán de cabeza a él.
Un beso PAQUITA
hE LEÍDO ESTA MAÑANA QUE EL ROUCO HA VUELTO A METER CAÑA CON LOS CURAS DE VALLECAS.

Anónimo dijo...

Estimado Antonio,

DESAFORTUNADAMENTE:

Hay personas buenas y personas malas en todas partes...

Hay personas que no tienen dos dedos de frente..., independientemente de la religion que practiquen (o no practiquen)...

Hay personas sin educacion en todos los gremios...

y este no iba a ser una excepcion...

Lo que puede que le ocurra a tu mama es que esta experimenteando una situacion de conflicto, al ser catolica y ver como esa persona -que en teoria deberia dar ejemplo de bondad- se porta sin educacion, respeto y sin hacer honor a lo que predica...

Un saludo,
mega

Dudu dijo...

Yo solo creo en el misterio de la Trinidad, a saber: en Dios, en el pediatra de mi hija y en mi fisioterapeuta