Ha llegado, en la décima entrega, la hora de desvelarar la identidad del autor de esta saga del Extranjero: cosas que dejé de usar.
Se trata de Alfonso Moragón, perito jubilado, coleccionista impenitente, adicto reconocido al buen cine, al clásico para ser más exactos, buen comedor, abuelo a tiempo parcial y jugador experto de dominó y de mus.
Para despedirse, Alfonso, nos habla del tabaco, uno de los vicios que perdió en el camino.
“Cosas que dejé de usar 10-1982
Fui, como casi todos los de mi generación un fumador precoz, a los doce años ya sabía lo que era el TABACO. Al principio fumaba esporádicamente, a los dieciséis ya era adicto al BISONTE, tabaco rubio de fabricación nacional que me dejaba la garganta como papel de lija y que por las noches me hacía toser sin freno, a tal grado de gravedad llegó la cosa que siguiendo los consejos de no se quien me cambié al tabaco negro. Al principio me costó habituarme pero finalmente di con la marca REX que era la más suave, marca que no abandoné hasta el final. Un día estaba enfrascado en la oficina en un informe que precisaba de toda mi atención e instintivamente cogí la cajetilla que tenía encima de la mesa, saqué un cigarrillo, lo encendí y lo dejé en el cenicero, entonces me di cuenta que había otro recién encendido y en un extraño rasgo de lucidez pensé, ¿el tabaco puede conmigo o yo con el? Apagué los dos cigarrillos, mandé una orden al cerebro para dejar de fumar una temporada y tras varias ampliaciones, esa orden sigue vigente. Sigo siendo fumador, en potencia, y tuve “mono” durante muchos años, veinticinco años después, en alguna circunstancia extraña todavía tengo que renovar la orden “tabaco no”.
Fui, como casi todos los de mi generación un fumador precoz, a los doce años ya sabía lo que era el TABACO. Al principio fumaba esporádicamente, a los dieciséis ya era adicto al BISONTE, tabaco rubio de fabricación nacional que me dejaba la garganta como papel de lija y que por las noches me hacía toser sin freno, a tal grado de gravedad llegó la cosa que siguiendo los consejos de no se quien me cambié al tabaco negro. Al principio me costó habituarme pero finalmente di con la marca REX que era la más suave, marca que no abandoné hasta el final. Un día estaba enfrascado en la oficina en un informe que precisaba de toda mi atención e instintivamente cogí la cajetilla que tenía encima de la mesa, saqué un cigarrillo, lo encendí y lo dejé en el cenicero, entonces me di cuenta que había otro recién encendido y en un extraño rasgo de lucidez pensé, ¿el tabaco puede conmigo o yo con el? Apagué los dos cigarrillos, mandé una orden al cerebro para dejar de fumar una temporada y tras varias ampliaciones, esa orden sigue vigente. Sigo siendo fumador, en potencia, y tuve “mono” durante muchos años, veinticinco años después, en alguna circunstancia extraña todavía tengo que renovar la orden “tabaco no”.
3 comentarios:
Bueno, alfonso, una grata experiencia tu colaboración, te esperamos más por aquí. A mi, personalmente, este es el que más me ha gustado.
Resulta increible que años después tengas que renovar la orden de tabaco no. A mi también me pasa
Estimado Alfonso,
Gracias por compartir tus escritos cada semana con nosotros. Han sido no solo didacticos sino tambien muy amenos!
Estoy con Larrey, este probablemente el que mas me ha gustado.
Un cordial saludo,
mega
Publicar un comentario