Estuvo en la calle bastante tiempo jugando con la máquina elevadora, en la puerta del almacén de curtidos. Hasta que llegó el camión. Le pidió a su hijo que le diera las gracias al amable y desconocido señor. Una sonrisa. Se alejaron y vio en la solapa del conductor una pistola. Sintió miedo y comprendió que aquel camión no traía precisamente cueros.
23 de junio de 2007
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