28 de marzo de 2007

MICRORELATO (XXIII)



Dos historias paralelas:
Un hombre negro recibe una brutal paliza por parte de unos skin. Está en coma y su familia dona los órganos.
Un joven con una dolencia cardiaca sufre un nuevo ataque, necesita un transplante
Sus vidas se cruzan por segunda vez cuando se realiza el transplante.
La primera cuando el receptor le gritaba muere negro de mierda.

7 comentarios:

Caminante dijo...

EL ÚLTIMO PÁRRAFO ya se daba por entendido ¿o no? ... cuando escribiste lo de: por segunda vez.
Besos. Paquita

ralero dijo...

Triste historia que, de un modo u otro, aunque de forma más sútil, hasta la saciedad. En Huelva, donde sobrevivo, por poner un ejemplo sin ir más lejos, se desprecia al inmigrante, ya sea negro, magrebí o rumano, se le aparta, se le calumnia y hasta se le prostituye cuando es mujer, que coger fresa no da para mucho... Pero después es el que nos saca las castañas -la fresa, pues- del fuego. Y hay unos freseros orondos y que viven como príncipes, todo el día quejándose de la falta de rentabilidad y justificando con ésta, si acaso, los salarios miserables que pagan.

Un abrazo.

ralero dijo...

...se repite hasta la saciedad.

Dudu dijo...

Ayer en el programa de las 100 preguntas a Zapatero un inmigrante, negro a más señas, lanzó un pregunta muy interesante. Quería saber por qué si lleva bastantes años trabajando en España, con papeles y pagando religiosamente los impuestos, no tiene derecho a elegir a sus representantes políticos. Ahí lo dejo para esperar vuestras opiniones.
Si es que no nos diferenciamos en nada. Por lo menos yo cuando voy a currar y cojo el metro a las siete de la mañana con un montón de inmigrantes. Todos somos curritos.

Larrey dijo...

¿y qué contestó ZP?. Porque no tiene sentido que alguien que vive en el extranjero pueda votar y un tipo que pagan y pace en España, por no haber nacido aquí no pueda intentar elegir quien le va a robar con los impuestos

Anónimo dijo...

Fantástico. Acabas de describir lo que en esta sociedad ocurre día a día, inmigrantes que mueren directa o indirectamente a nuestras manos llegan a salvarnos la vida sin pedir nada a cambio. Creo que esto es algo que hay que valorar...

Anónimo dijo...

Extraordinario microrelato. Brutal y extraordinario. No solo son apaleados y canibalizados para que sus órganos sirvan a los blanquitos de occidente, sus manos se quiebran en oficios miserables para que, mañana, podamos ser cómodos jubilados pensionados y veraneantes en sus paises de origen.
Salud