11 de marzo de 2007

11M



Suena el móvil. No necesita mirar la pantalla, siendo el día que es, y la hora, no lo necesita. Hola, mamá, estaba esperando tu llamada. Felicidades, hija, ¿cómo estás?. Bien, mamá, la verdad es que estoy muy bien. Pues eso, feliz cumpleaños. Nunca te olvidas ¿verdad?. Pues no, hija, no me lo quito de la cabeza. Es una tradición preciosa, mamá, no te preocupes, sabes que me encanta. Pues aquí anda tu padre, que no se quiere poner, que dice que cuando vamos a acabar con esta costumbre macabra, que tu cumpleaños sigue siendo el catorce de mayo, como si no lo supiéramos, ¡qué tendrá que ver!. Ya sabes como es, no te preocupes, a él le basta con saber que tú y yo seguimos y protestar. Claro, claro, cómo no se va a alegrar. Bueno, mamá, gracias por acordarte, mañana hablamos, ¿te parece?. Sí, hija, perdona que me emocione, pero es que se me pone un nudo en la garganta, todo es tan extraño, que nos alegremos con esto sabiendo lo que pasaron otros. Mamá, no pienses en eso, las cosas son así, hasta mañana. Hasta mañana, hija, te quiero mucho.
Cuelga y busca su diario. Un diario que empezó hace tres años con aquella frase ellos han querido matarnos a todos, pero no han podido.. Escribe, emocionada, como todos los años en este preciso instante…hoy es once de marzo, y otra vez me siento feliz de poder escribir, tres años después, y sentirme viva. Los recuerdos son cada vez más difusos, pero no esa evidencia, la sensación de empezar de nuevo. Mi madre me ha felicitado. Pasa el tiempo y no se olvida.

1 comentario:

Caminante dijo...

Estupendo relato. PAQUITA