17 de marzo de 2007

EL BLOCK

Con la edad la nostalgia es como una especie de grano en la nariz, es mirarte en el espejo y no parecer que hubiera otra cosa en el rostro: ni ojos, ni labios, ni cejas...¡ solo el grano !. Eso nos pasa ahora. No nos vemos. Es la vida que llevamos; no me atrevería a decir que hemos elegido. Aunque es lo que hay. Nuestra amistad se nutre de casi una veintena de años vividos y millones de recuerdos. El problema es que hay que programarse como si fueramos ministros coordinando agendas. Y lo logramos (cosa que, visto lo visto, no sé si podrían decirlo los señores ministros). Ayer fue uno de esos días. Y estábamos todos, o casi todos, Nono, Foche, Tonino, Ñotacas, Mon, Mikie y yo. Sí, no superamos del todo la etapa adolescente de los motes. Además, hay padres de famila y reputados profesionales, no quisiera yo complicarles la vida. Comida, partidita, cañas, tapas y para acabar el Block. ¿Qué es el Block?, es a nuestra vida el Kronen y sus historias. Un garito con más de quince años de historia. Las primeras copas no pasaban de las trescientas pesetas. Madre, qué viejos somos. Ha cambiado de dueño un par de veces y ayer entramos y nos sentimos algo desubicados. Los nuevos dueños lo han cambiado por completo y de un plumazo se han cargado el estilo urbano que lo diferenciaba. Era nuestro sitio y por primera vez en nuestra vida nos sentimos ajenos. Lo sé, no es más que un garito, un bar, un espacio, pero es como un capítulo de Mazinger Z, ¿es sublime en tu recuerdo?, pues no vuelvas a verlo. El Block tiene aparcacoches (nos reíamos imaginando el R14 de Nono aparcado por un tipo trajeado hace quince años), cuadros y baños de diseño y copas a 10 euros. Ya no solo no es nuestro bar, ya no es un garito de barrio. Y eso nos hizo sentir viejos, bien, pero muy viejos. Hablamos con los nuevos clientes y parecíamos el Abuelo Cebolleta (que nadie conoce pero todo el mundo sabe como es) haciéndoles saber que las primeras copas en aquellas que ya no eran nuestras barras nos las tomábamos a principios de los noventa. ¿Quince años?, me preguntaba Tonino, que me da un infarto. En cada trago, más que alcohol, entraban a borbotones la retahíla de recuerdos inconexos, esos primeros conciertos de Fer, esas borracheras simpáticas de Dudu, las palmas bien dobladas, esos ligoteos, esas "calabazas" al más puro estilo Chicho Ibañez, y hasta aquí puedes intentarlo...Y sentaban bien los tragos. Los recuerdos te hacen viejo, sí, pero son la gasolina para los malos tiempos. Quiero a mis amigos porque ellos son como mi familia. Y a la familia no hace falta verla todos los días para saber que están ahí, al quite cuando de verdad hagan falta. Además, siempre nos quedará acercarnos al Block, creer que sigue siendo el mismo e imaginarnos que tenemos quince años y toda una vida por delante.

4 comentarios:

Dudu dijo...

EL 127 rojo de Toni, je,je,je. Inimaginable con aparcacoches... Me disteis envidia, me habría tomado una copa, pero solo una coño a 10 euros!!.
El Block fue uno de los puntos cardinales de nuestra juventud, Destilerías y Crianzas del Güisqui, otro. Los dos últimos los dejo a la imaginación del lector, que no vamos a contar todo!!!!

Larrey dijo...

Dudu, si hubieramos tenido en nuestra juventud camareras con esos escotes te digo que ni el DYC ni los otros dos puntos, pal norte, siempre pal norte

Caminante dijo...

BONITO TU ELOGIO DE LA AMISTAD, de la amistad de la juventud que puede durar toda la vida.
Mi hermano pequeño -tiene 41 años- conserva los amigos de su adolescencia. Algo digno de elogio.
PAQUITA

Larrey dijo...

me quedan siete años para poder decir lo mismo que tu hermano...