25 de marzo de 2007

LARREY, EL PACÍFICO




Ayer volvía de comprar el periódico con mi hijo. Es de esas rutinas que me encantan. Me gusta ese rato de intimidad entre los dos, que sepa que vamos a comprar algo que se lee, que luego me vea hacerlo, que vea un periódico en el suelo y diga "papa". Es una idea seductora. Cuando llegábamos a la entrada de casa, todavía en la calle, a nuestro lado iba un hombre de mediana edad, arrastrando una maleta en una mano y una bolsa de basura en la otra. Mientras abríamos el portal, el hombre se acercó a una señal, donde en sus horas correspondientes y en los días correspondientes están los cubos de basura, y dejó su bolsa, tranquilamente, en el suelo. Me di la vuelta completamente atónito. Oiga, señor, ¿no ve que eso es la calle?, ¿no se da cuenta de que no hay cubos de basura y que esa bolsa puede estar todo el fin de semana en el suelo?. Y a usted ¿qué cojones le importa lo que yo haga?. ¿Que qué me importa?, pues por lo pronto que usted está dejando basura a diez metros de la puerta de mi casa, y segundo porque soy un ciudadano libre y como tal opino de la gente cerda como usted. Esta vez, le dije, hemos tenido suerte y se lo he dicho a la cara y tenemos la oportunidad de que se lleve la bolsa, le digo, hemos tenido suerte. Me miró con cara de pocos amigos y me dijo ¿sí? ¿y como vas a hacerlo?. Miré a mi hijo, abrí la puerta del portal, le pedí que entrara, cerré y entonces le dije: sencillo, o usted se la lleva o yo me encargaré de metérsela, botella de cristal incluida, en su maleta. Y si no le gusta la idea, buscamos un apertura de su cuerpo más apropiada. La cosa fue subiendo de tono hasta que el hombre, quizá intimidado por mi firmeza, refunfuñando se llevó la bolsa...bueno, todo esto ocurrió en mi mente...porque lo que es en realidad, en realidad solo ocurrió que el cerdo en cuestión, el que merecía que buscaramos ese lugar apropiado para la basura, dejó la bolsa ante mis propias narices, y yo, ¿y yo?...yo no dije nada. No es cuestión de miedo. Aunque sea de los que piensan que más vale que digan que aquí corrió un cobarde que aquí murió un valiente, no es miedo lo que me impide actuar de forma inmediata en este tipo de cuestiones. Puede que sea una natural búsqueda de evitar el conflicto. Pero algunas veces es oportuno hablar, buscar palabras educadas pero firmes que hagan evidente a personas como aquella que sabemos lo que hacen y que está mal. Es mi proposito de enmienda hacerlo. En cuanto a la basura, ¿tanto cuesta?, en casi todos las calles hay algún cubo de los que están de forma permanente. O esforzarse un poco y al menos, digo al menos, dejarla en una papelera. Lo lógico, pese a todo, es que esos ciudadanos hagan como el resto, lo que hacemos los demás, dejarlas en casa hasta que puedan dejarlas en los contenedores adecuados.

3 comentarios:

Dudu dijo...

En general la gente es muy cerda. Mira ayer por la tarde estuvimos la familia paseando por un parque que acababan de inaugurar. Precioso, con un montón de zonas de juegos para los pequeños y que empezó a disfrutar mi peque. Pero el comentario era lo poco que iba a durar. En breve amanecerá una mañana con la mitad de los columpios destrozados y todos los bancos llenos de pintadas. También comentamos que una de las cosas que más nos llamaron la atención de Paris la primera vez que estuvimos fue que la gente no se llevaba las sillas de los parques a pesar de que no estaban atadas. Es lo que hay

Caminante dijo...

Otra experiencia.
Hace años, yo de paseo con mis niños y muchacha joven que va delante y tira una lata ... al suelo, directamente. Yo, que la espeto amablemente ¡oye! que se te ha caído la lata. Ella que contesta ¡no se me ha caído, que la he tirado! Sin palabras ... es que no me gustan las broncas.
Besos. PAQUITA

Anónimo dijo...

No sé..., pero, si a un tipo le recriminas tamaña falta de civismo, urbanidad o lo que sea y encima se te viene arriba y te bordea igual se merece un par de patadas en los dientes, yo igual se las hubiera dado. No es politicamente correcto reconocerlo pero hay unos limites, creo.