Pedro Almodovar dijo recientemente que el patriarcado que ha sido un referente en el modelo familiar en España en las últimas décadas (realidad que ha cambiado y suponemos que para bien) era un matriarcado en la sombra. Es decir, que el hombre traía el dinero pero se limitaba a ganarlo y quedarse en el sofá, mientras que la mujer disponía de todo. Es una simpleza repleta de matices, pero una definición casi perfecta. Yo he buscado en la empresa un ejemplo para expresarla. He pensado, vale, la familia es una empresa, así que nuestros padres han de ser un departamento cada uno. Y lo he tenido claro a la primera. El padre sería el departamento de ventas, él es el responsable de vender el producto, de traer dinero a la compañía, al que hay que cuidar, sin él no entran las lentejas en casa. Y la madre (en el modelo tradicional, insisto) sería el departamento de cobros (el financiero). De puertas para fuera, incluso para dentro, el trabajo fundamental es el de ventas, porque claro, sin no se vende no hay dinero. Pero una venta no es real hasta que se cobra. Y eso hacía una madre, sacar cinco de donde había cuatro. La capacidad contable y organizativa de la ama de casa española (imagino que es extrapolable a toda la sociedad occidental) era inconmensurable. Era a un tiempo cocinera, jefa de compras, de logística, de almacén, de la caja chica, de la contabilidad de proveedores, de la gestión de capitales, de la negociación, directora de marketin de toda la familia (quien vestía sino a todos los "trabajadores"), organizadora de eventos, jueza, ejecutora de la ley con capacidad legistaliva...ahora que lo pienso, en realidad un departamento de cobros se queda corto para ellas, ellas eran la empresa, un empresa que necesitaba, por su puesto, de un buen departamento de ventas. Lo bueno de estas empresas era que las reuniones del comité de dirección debían de ser muy divertidas, siempre tras la puerta, por la noche o en la siesta, donde debían diseñarse, a gemidos, las grandes directrices de la compañía.
1 de julio de 2007
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1 comentario:
¡es alucinante! ¿que sería de nuestra vida familiar si nos quitaran la lavadora, el lavavajillas, la fregona, los pañales, los potitos, ....? así, así eran sus vidas y lo hicieron requetebien a base de sus lágrimas ocultas, sus jaquecas y seguramente sin protestar. AQUELLO ERA TRABAJAR, lo de nosotras es de risa a su lado, y a pesar de eso, a veces nos quejamos.
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