UN PUTO INMIGRANTE

Pues sí, otro puto inmigrante. No sólo vienen a robarnos nuestro trabajo, puede que hasta nuestras mujeres, no sólo intentan cambiar nuestras costumbres, invadiendo los espacios comunes con las suyas, no, no sólo eso, sino que encima tienen la osadía de salvar a víctimas de malos tratos. Putos inmigrantes valientes. Esta vez ha sido un tal Wilson, que viendo como un hijo de puta (y que me perdone su madre) se lanzaba a por su ex novia con un cuchillo de cocina, ni corto ni perezoso, sacó una herramienta de su vehículo de currante (venía de robar 14 horas de trabajo mal pagadas, seguro, el cabrón) y le golpeó en la cabeza, cogió a la mujer malherida, la metió en su coche y la defendió del atacante ¡español! hasta que vino la policía ¿No le han enseñado a este tipo en el test de cultura patria que aquí pegamos a las mujeres y nos tienen que dejar hacer? Luego claro, pasa lo del profesor Neira y todos con las manos en la cabeza, asustados. Un oficinista y un técnico del gas, ambos españoles, ayudaron al inmigrante a que la cosa no terminara en una tragedia más. Para mí estos tipos no sólo son unos héroes, sino un ejemplo y una razón más para seguir creyendo en la grandeza del ser humano. Estos tres tipos pusieron su vida en juego para salvar la de otra persona, podrían haber hecho lo que hicieron la mayoría y que solo cuando nos encontremos en una situación así sabremos si haremos nosotros, que fue poner tierra de por medio y evitar el conflicto. No, ellos dieron un paso al frente y salvaron una vida. Que uno de ellos fuera inmigrante no es más que una anécdota que me ha servido para empezar este artículo con la ironía antiracista, pero poco más. Son personas, seres humanos, y lo han demostrado de la forma más humana que se me ocurre, generosa, salvando una vida. Ole por vuestros cojones, amigos.