16 de enero de 2009

NO ES LO MISMO

Lo reconozco, para mí no todas las vidas valen lo mismo. Y no me refiero a las personas a las que quieres frente a las que no (el que no admita esto es que es literalmente un imbécil). Me refiero a las vidas anónimas. Cuando hacemos esta valoración solemos referirnos a personas que pierden la vida o que sufren de algún modo. Es ahí cuando entramos en el tópico de si todas las vidas valen lo mismo. Para mí no, para mi conciencia menos, para mi sensibilidad es dolorosa la diferencia: la de los niños vale mucho más. Me ha ocurrido siempre, pero es angustioso desde que soy padre. Me ocurre en todos los conflictos que sufrimos en la "comodidad" de nuestro salón. Gaza no es una excepción. Cada vez que veo un padre corriendo con su hijo en brazos herido, ¡ o muerto !, cuando adivino la vida escapándose en ese cuerpecito ¡ siempre ! inocente, se me encoge el alma, se me hace un nudo en la conciencia y me dan ganas de abrir la ventana y gritar me cago en la puta madre que os parió a todos asesinos de mierda. Y no lo hago porque me resultaría muy difícil explicarle a mis hijos por qué su padre llora tan encolerizado frente al televisor. Es intolerable que quienes se erigen con tanta celeridad en guardianes de la paz no hayan dado un puñetazo sobre la mesa (digo mesa pero se me ocurren media docena de entrepiernas como destino) y haber puesto, no mierdas de resoluciones, sino acciones expeditivas para acabar con todo esto. La ONU es una farsa, la OTAN una panda de militaruchos, la UE unos huelebraguetas, y así podría seguir mientras lo niños en Gaza (hoy Gaza ¿mañana?) mueren y los que no lo hacen se mean en los pantalones cada vez que alguien silba.
No sé que herramientas nos quedan a los que se nos revuelven las tripas con todo esto: escribir, cacerolear por la calles, manifestarnos, mandar cadenas de email...sea lo que sea me da la impresión de que seguirán silbando las bombas y volveré a llorar viendo como un padre corre despavorido mientras la vida de su hijo se le escurre, ensangrentada, entre los brazos.

2 comentarios:

Elena dijo...

¿Somos capaces de ponernos en la piel de esa madre abrazando un cuerpo chiquitín inerte?... ¿de ese padre pidiendo a alguién que ayude a que su niño del alma no se desangre?...¡por favor!...siento lo mismo que siento si veo fotos de niños en los campos de concentración, lo mismo.... judíos o árabes...son niños joder.

Jésvel dijo...

Sólo podemos hacer una cosa más allá de la solidaridad: no consentir que algo similar (por poquito que se parezca) prolifere a nuestro lado.