Soy un tipo algo pesado. La razón primigenia es que le pongo la misma pasión a hacer una paella que a organizar una semana de vacaciones. Si entre unos amigos decidimos, por ejemplo, organizar un campeonado de futbolín, yo soy el que prepara los partidos, las clasificaciones, los horarios, las retransmisiones y el tercer tiempo con entrevistas a los protagonistas si hace falta. Si organizamos un fin de semana me paso los días previos imaginando, diseñando ideas para realizar, grabar un video, algún juego, algún concurso. Y me estoy dando cuenta de que mi hijo es igual. Para bien y para mal. Porque las probabilidades de frustración son más altas porque no todo el mundo, como es lógico, vive con la misma pasión todas las cosas y has de aprender a aceptarlo y de buen agrado porque no solo la vida y las personas son así, sino que así ha de ser, es lo lógico. Mi hijo mayor pone la misma pasión para jugar con un cromo que le acaba de regalar la panadera que para ponder sobre el parqué de casa todas su ingente colección de cliks, barcos y trenes incluídos. Cuando aprenda a entender la frustración, a saber que las cosas acaban muchas veces antes de lo esperado, que no todo el mundo va a estar dispuesto a todas horas a participar de las ideas, entonces exprimirá el limón de la vida que le haya tocado. Tal vez mi vida no haya sido tan emocionante como la de otros aventureros, pero quisera yo ver a esos aventureros sacarle el caldo que le he sacado a mi papel en esta película. Espero que mi hijo no tarde en darse cuenta.
6 de enero de 2009
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1 comentario:
yo espero que el niño que llevo dentro no madure nunca.
Sueña
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Siente, imagina y vuela
el niño que ahora sueña.
Despierta al mundo el hombre
que escribe su camino en sangre.
Despierta, adulto al mundo,
sin olvidar al niño oculto.
Siente, imagina y vuela
adulto y niño que espera.
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