19 de enero de 2009


Cuando comenzó la ejecución ella siguió sin ver al asesino sanguinario y confeso, ella seguía viendo a su hijo.

2 comentarios:

Elena dijo...

Toda madre reconoce los defectos de su hijo (o ser querido), pero no es lo mismo verlos a que te los digan...no, no es lo mismo.

ralero dijo...

Si los allí presentes, por un sólo momento, hubiesen visto al ser humano -pese a sus crímenes- aterrorizado, gimiendo, sudando, angustiado, sabiendo que en un instante dejaría de existir para no haber existido nunca... quizá hubiesen exigido que la ejecución no se llevase a cabo. Nadie, por muchos crímenes que haya llegado a cometer, merece que le quiten la vida.

¡NO A LA LEY DEL TALIÓN! ¡NO A LA PENA DE MUERTE!

Abrazos.