11 de noviembre de 2008

SBN DE DESAMOR


La primera vez que te escuché no estaba a la orilla de la chimenea, era un adolescente que comienza la función y todavía dormía con besos en la frente leyendo dieguitos y mafaldas. Entonces conocí a una mujer, con lo que eso duele, y con un par, en medio de un delirium tremens dije esta boca es mía para cantarle la canción de los buenos borrachos, que aunque llueve sobre mojado y no era la canción más hermosa del mundo, ella supo que mis lágrimas de plástico azul eran la última luna y que por ella iba a lanzar la casa por la ventana para siempre. Porque ella era más guapa que cualquiera, y yo no dejaba de ser uno de los muchos nacidos para perder en cualquier negra noche. Aun así, escondiendo los números rojos de mi alma le dije a sus ojos de gata nos sobran los motivos, esta noche es tu oportunidad, porque amor se llama el juego y si por el boulevard de los sueños rotos nos ven de la mano pisa el acelerador que pisando charcos llegaremos a mi calle melancolía que se llama soledad. Le hubiera susurrado quédate a dormir, seis tequilas antes hubiera podido, en ese momento, con siete crisantemos, tan joven y tan viejo me sentía que rogué se quedara para siempre. Han pasado casi 20 años y aunque seguimos bailando el rocanrol de los idiotas y hay más noches de tormenta que noches de boda no hay día que no cantemos el rap del optimista, porque yo tengo una muñeca que regala besos un día sí y cuarenta no, ¡ qué demasiao !. Adoro a mi princesa, y por algo será, por ejemplo porque sonríe con los cuentos que yo cuento y cuando tiene ganas de... jugar por jugar este aprendiz se siente el capitán de su calle. Si eres nuestra melodía, nuestro bolero triste, como de digo una co de tigo la o ¿por qué siento que está cerrado por derribo? y que tu recuerdo es más como un dolor de muelas que un dos amigos y una mujer, como me pareció siempre. No digo que llevaras una doble vida pero te echo de menos, echo de menos es joven que incluso en estos tiempos se hubiera sacado de la chistera una buena letra con güiski sin soda. Echo de menos al joven aprendiz de pintor que se burlaba de sus enemigos íntimos, el hombre de la calle capaz de soñar el blues de lo que pasa en mi escalera. Ei, ei, Sabina, sí, te echo de menos a ti. Los que estamos aprendiendo a vivir, adivina adivinanza, ahora que te sentimos tan lejos, cómo decirte, cómo contarte, que seguiremos esperando al viejo Joaquin...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Geniál!!!
Un abrazo Larrey.

CARPE-DIEM

Dudu dijo...

Muy bueno, muy bueno...