Tengo cuatro hijos. Dos listos y dos tontos. Unos tienen brazos y piernas y otros ruedas. Todos me cuestan bastante dinero, pero unos me llenan de satisfacciones y otros lo que me llenan son el arca de las frustraciones. Explico mi última semana para ver si soy capaz de hacerme entender. Tengo, además de ser el presidente de su asociación de damnificados, un Alfa Romeo (ya hemos hablado de él). Cumple cuatro años, le toca la ITV, así que mosca como andaba con él desde el día que lo saqué del concesionario, decidí llevarlo a una revisión, entre otras cosas porque hacía un bastante ruido, como si fuera si fuer un macarra y él mi buga tuneado. El tubo de escape roto. Que manda narices, el Renault 5 de mi tío va camino de 40 años con el mismo y el falfa de los piiiiiii se rompe. Bueno, pues qué vamos a hacerle, reparación de 600 euros y listo. Funcionamos con el otro, con el bravito, pero éste tuvo envidia de su hermano, y al aparcarlo el sábado (tercer día sin Alfa) carrracarrracarrracacacarrra (así era el ruido, más o menos). Nada, que algo roza y en lugar de un Diesel pareciera que aparcara un tractor. Como el coche funcionaba y necesitamos al menos uno, fui tirando, muerto de miedo, hasta que del taller me dijeron (hace dos días) que tenía el otro. Hacemos cambio, pago religiosamente y me confirman que se trata de la correa de distribución, que anda ya remolona. Otros 600 euros. Bueno, tarde o temprano tocaba. Me voy a trabajar con el Alfa, se supone que niquelado. Vuelta del trabajo, el dichoso ordenador que me avisa, avería del motor. Miro a un lado. Miro al otro. ¿Dónde cojones habrán escondido la cámara oculta?. Así que antes de ir a por mis hijos, al taller. Mira, que lo saqué ayer y esto es lo que me dice. El ordenador muestra cuatro averías posibles, dos de ellas de funciones que no tiene (es un windows 98, así que cualquier cosa). Resetean, porque el motor no parece sufrir avería alguna. Me voy a por mis hijos, maldiciendo mi buena suerte, y otra vez el pitido, que lo odio más que al de mi despertador. Vuelvo al taller, ya con la familia al completo, y como el bravito estaba listo, cambiamos, como si fuéramos una familia trashumante, de un coche a otro y nos vamos dejando el dichoso alfa. Que puede tener algo en el caudalímetro, que a mi todas las averías me suenan a agujero en mi cuenta, y ya me estoy preparando para el siguiente hachazo. Que no sé si voy a ser como el del chiste, que voy a tener que vender el coche para comprar gasolina, pero a este paso lo tengo que vender para pagarles a los del taller.
En fin, siento la charla, pero es que tenía que desahogarme.
14 de noviembre de 2008
LA CULATA QUE LOS PARIÓ
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Tú tranquilo por la charla, que el desahogo es necesario...¡pues vaya! temporaditas van y vienen pero algunas se quedan mas de lo que queremos. ¡¡¡¡si te cuento lo nuestro con nuestro super Mercedes-V, te darias cuenta que no eres el único!!!...eso es otra charla, pero esta es mía.
Mucho ánimo!!!
Piensa que solo es un puto coche y piensa en cambiarlo... financieramente creo que te saldría más rentable
Para responderte Dudu, te digo lo que me comentó un becario (con discapacidad, todo sea dicho) hace años cuando supo que coche tenía: joder, macho, vas a tener coche para toda la vida. ¿Si?- pregunté sinceramente ilusionado. Sí, claro, eso no te lo va a comprar ni Dios. Más razón que un santo. Lleva meses a la venta y...
¡hombre Dudu! por fin te conozco, encantada.
Qu bonito Elena. Por cierto, la foto no hace justicia a las tabletas de chocolate que tiene ahora Dudu. Y ahí andará si os conocéis ya, a tu marido seguro que Dudu lo conoce.
Momento amistad en el trastero.
Yo que tú pondría una velita y a rogar eso de " santa rita, santa rita, que se quede como está"...jajajajja
Tienes razón Larrey, cuando algo se lia, todo empieza a liarse detrás!!!
Suerte y que sea leve.
Un abrazo
CARPE-DIEM
Publicar un comentario