La semana pasada nos desayunamos con la noticia de que un par de tipos racistas habían confesado su intención de asesinar a Obama, el flamante nuevo presidente de USA y por entonces prometedor candidato. Tienen menos de 20 años las joyitas del Kukus y el poder blanco. Al parecer, a parte de creerse superiores y pensar en matar a 88 personas y degollar a otras 14 (parece que son números significativos en su descerebrado credo) compraron unos metros de cuerda y fallaron al intentar asaltar una casa. Y yo me pregunto, sin maldad, si me junto con mis colegas y en un ataque de ateismo planificamos matar al Papa, con todo detalle, con fechas, lugares, ¿somos ya culpables de intento de asesinato?¿Dependerá de la credibilidad que la policía vea en nuestros planes?¿de nuestros antecedentes?¿de lo bien diseñado que esté el plan?¿de si hemos comprado ya los billetes o las metralletas? Me da la impresión de que aquí se caminaría en una delgada línea donde al final acaban cayendo los que, aun creyéndose llamados para la gloria por medio del asesinato, son tan descerebrados como para que sus planes jamás dejen de ser planes. Me da la impresión de que si alguien realmente cualificado para el crimen planea un asesinato como este nos enteraríamos cuando lo llevara a buen puerto o al menos muriera en el intento. Me da la impresión, repito, que estos dos muchachos son unos locos que han encontrado en el racismo una vía de escape a su locura. La diferencia está en que en Estados Unidos es posible que estos locos se armen hasta los dientes, y entoces, entonces da un miedo que te cagas...
6 de noviembre de 2008
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