LA PATRIA ROJA
Yo nunca he padecido las desdichas
Que fraguan la excelencia de un poeta:
Ni el hambre, ni el presidio, ni la guerra
Ni el lúgubre hipogeo del destierro.
Yo sólo sufro, eterno, el desarraigo
Del rojo territorio de una patria
Que nunca me acogió entre sus latidos
Y ha sido devastada de destiempo.
Y, ajeno a la impiedad de los dictados
Que imponen condiciones a mi exilio,
Me vuelvo a cada instante hacia Sodoma,
Y, estéril de salitre, mi mirada
Se vierte en pétreos versos de añoranza
Carentes de grandeza y sin destino.
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