18 de noviembre de 2008

ECOLOGÍA

Pienso que la ecología es un poco el opio de los concienciados. No diré que es una religión, pero sí que condiciona en mayor o en menor medida todos los órdenes de nuestra vida y creemos sin una racionalidad plena en lo que hacemos. Me gusta personalizar para que nadie se me ofenda. Me reafirmé en mis dudas cuando leí este fin de semana un interesante artículo, que en resumen, ponía en tela de juicio y abría la puerta a la duda, sobre algunos principios asumidos en esto de la práctica ecológica. No vamos a pasar de una verdad absoluta a otra, porque creo que, como siempre, hay intereses comerciales de por medio y cada uno, bailando el agua a su gusto, se va arrimando el ascua a su sardina, pero por lo menos invita a reflexionar sobre el tema. Por ejemplo, ¿qué contamina más una botella de plástico o una de vidrio?. Pues en su fabricación la de vidrio; además, la de plástico, pese a que es más contaminante en esencia, tiene un proceso de reciclaje menos costoso en cuanto a energía necesaria (200 grados frente a 600 del vidrio). ¿Es ecológica la comida biológica?. Pues todo depende, si para comer una pieza de fruta biológica han de traértela de Nepal y eso supone un consumo energético superior, en esencia es poco ecológico su consumo. ¿Qué es más contaminante, el aire acondicionado o la calefacción?. Pues por raro que parezca, la calefacción, y no por eso a nadie se le ocurre la idea de ir a trabajar con abrigo, bufanda y guantes, como cundió el ecológico ejemplo de ir sin corbata y sin chaqueta en algunos círculos financieros en veranos precedentes. En fin, que al final esto es un desasosiego, que lo que por un lado das por otro lo quitas, y a la inversa, pero ¿sabéis que pienso?, que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero, y que, ya puesto, la intención es lo que cuenta.

1 comentario:

ralero dijo...

Sí, en efecto, los intereses macro-comerciales se encargan de desvirtuar y hacer confuso el mensaje ecológico que, no obstante, posee unos conceptos de una claridad meridiana.

Por ejemplo: dilema envase de vidrio-envase de plástico. El problema del plástico es que su "reciclaje" en un elevado porcentaje consiste en su incineración con la liberación a la atmósfera de contaminantes muy peligrosos, en especial dioxinas y furanos cuando se trata de PVC. Por otra parte, si siguieramos la regla esencial referida a residuos y ciclo de vida de los materiales (la regla de las tres "R": reducir, reutilizar y reciclar, por este orden), el vidrio tendría un menor gasto energético, pues de continuar con el sistema de "retorno" un mismo envase se podría usar decenas de veces antes de terminar su ciclo de vida útil (además reduciríamos el volumen de residuos a tratar, la primera prioridad). Pero, claro, es un sistema que no interesa a las grandes suferficies comerciales.

En cuanto a alimento ecológico-alimento no ecológico, ¿por qué tiene que venir el ecológico del Nepal? ¿O lo que no los són? Aqui se plantea otro dilema, el de "movilidad" frente a proximidad. Lo ideal (y no obstante posible) es que la distancia entre el lugar de producción y consumo de cualquier artículo se encuentren lo más cerca posible. Esto podría ser con una mayor diversificación productiva, pero tampoco interesa al mercado. Lo bueno para el mercado es mandar, por ejemplo, la materia prima textil a China, para que allí unos niños la elaboren cobrando una miseria por jornadas laborales de 12 horas y más, para después venderlas en los grandes centros comerciales de nuevo en Valencia a un precio asequible que permita un consumo continuo. La desdicha de los explotados y el costo energético de ida y vuelta de esos productos qué más da, si el empresario se forra.

En fin, que hay cosas muy claritas y evidentes que los adalides del mercado se encargan continuamente de desvirtuar para crear confusión, más de la que ya hay.

Abrazos.