Después de un par de semanas sin la posibilidad de publicar los poemas de nuestro admirado poeta de guardia (Rafa León) he logrado acceder a las teclas la mañana de un sábado. Ahí va, que sé que se echaba de menos...
EL LOCO TIRANO
Quisiste navegar contra corriente,
Con ansia aventurera, a la conquista
Del sueño fantasmal de un El Dorado.
Traidor y Peregrino y hasta Príncipe
De falsa Libertad y vasta Cólera,
Bogaste decidido, sin cauciones,
Seguro de ser Febo en tu destino;
Mas, rojo, un firmamento de demencia,
Torció tu rumbo en aguas de un Leteo
De umbrosos albañales sin regreso.
Temprano se hizo tarde.
Con el tiempo estancado como ciénaga
Jamás gozaste un viento favorable,
Y el orto y el ocaso, confundidos,
Se hicieron territorios de frontera
Que, helados como filo de navaja,
Segáronle el aliento a Inés de Atienza.
Monstruoso parricidio perpetraste,
Tu crimen más abyecto y perturbado,
Allá en Barquisimeto, a cuchilladas,
Do luego el arcabuz de un marañón
Tu carne desplomó para los perros,
Haciéndole a tus víctimas justicia.
Proscrito en la penumbra del destiempo,
No más quedó la niebla del fracaso
Mudando por traición tu rebeldía
Y el mapa del tesoro en un despojo
Expuesto cercenado en una jaula.
Pero El Dorado, Aguirre…
El Dorado...
Existe.
Quisiste navegar contra corriente,
Con ansia aventurera, a la conquista
Del sueño fantasmal de un El Dorado.
Traidor y Peregrino y hasta Príncipe
De falsa Libertad y vasta Cólera,
Bogaste decidido, sin cauciones,
Seguro de ser Febo en tu destino;
Mas, rojo, un firmamento de demencia,
Torció tu rumbo en aguas de un Leteo
De umbrosos albañales sin regreso.
Temprano se hizo tarde.
Con el tiempo estancado como ciénaga
Jamás gozaste un viento favorable,
Y el orto y el ocaso, confundidos,
Se hicieron territorios de frontera
Que, helados como filo de navaja,
Segáronle el aliento a Inés de Atienza.
Monstruoso parricidio perpetraste,
Tu crimen más abyecto y perturbado,
Allá en Barquisimeto, a cuchilladas,
Do luego el arcabuz de un marañón
Tu carne desplomó para los perros,
Haciéndole a tus víctimas justicia.
Proscrito en la penumbra del destiempo,
No más quedó la niebla del fracaso
Mudando por traición tu rebeldía
Y el mapa del tesoro en un despojo
Expuesto cercenado en una jaula.
Pero El Dorado, Aguirre…
El Dorado...
Existe.
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