24 de noviembre de 2008

LA SILLA DE RUEDAS

Por casualidades de la vida he tenido una silla de ruedas en casa. La verdad es que es una auténtica pasada de aparato, pues no es para la vida diaria, sino para jugar al baloncesto. Para mi hijo la vida es un juego. Todo forma parte de él y la realidad es el inmenso tablero donde hay innumerables fichas que mover. Hay que ir explicándole que algunas cosas no lo son, pero sin demasiada prisa, pues esa sensación de que todo es lúdico es una envidiable realidad que tampoco tengo demasiada prisa en romperle. Pero con la silla me sentí en la obligación. Quiso sentarse y moverse, como hace su tío en el campo. Superé el sock inicial de imaginarlo sobre la silla y le ayudé a que se subiera. Cuando estuvo encima me vi en la obligación de darle una explicación. Mira, hijo, le dije, esto que para tí es un juego, subirte a la silla, como hace el tío cuando juega al baloncesto, para otras muchas personas y muy a su pesar, es algo muy serio, porque ellos no pueden mover las piernas y la silla no es un juguete, sino una herramienta que les permite ir de un lugar a otro. ¿Lo entiendes?. Asintió como mero protocolo aprendido para su objetivo: seguir jugando. Después me dio por reflexionar. Tiene un kit de medicina y jamás, ni por asomo, se me ocurrió contarle que lo que para él era un juego para otras personas era una cosa muy seria, pues con aquellos objetos en la mundo real se salvaban vidas. O con el coche de bomberos. ¿Por qué con la silla tuve que hacerlo?. ¿Por qué una silla de ruedas no puede ser un juguete sin más para un niño de cuatro años?¿por qué su padre tuvo que darle explicaciones para calmar su conciencia? Y despúes, cuando íbamos por la calle camino del destino final de la silla, quiso sentarse de nuevo y le dije, hijo, mueve las piernas, que la gente te mira con pena porque piensa que estás malito. En fin, padres, somos todo un misterio.

5 comentarios:

Mar Sánchez dijo...

Sabes Larry, tu al menos tuviste el coraje de hacerlo. Mira, yo no voy a mis exposiciones por eso, y cuando he ido no he ido como autora, la conciencia humana hace estragos en nuestro comportamiento...

Creo kreo k te voy a decir ahora es un poco salir me del tiesto, pero veras ayer no le conteste al "kaiman" porque no me veo sufista, pero te cuento, el tiene un post donde habla de la usura en la pareja, monotonia. Veras pienso k kuando se pierde el interes en la ilusion, la pareja es la que lo sufre, pero todo cae tambienen la apatia. A que viene esto? pues te cuento, hay muchas personas que al saberme en silla de ruedas lo primero kdicen es: "lo siento"... Pues sinceramente, yo no, porqué he de sentirlo, cada uno juega su papel en el mundo. Yo tengo la inmensa suerte de disfrutar y luchar por mi y lo ke kiero, y eso me hace vivir. Que pasa que mi vida es diferente, me cuesta mas hacer cosas que a otros no... y? las hago y con ese trabajo que me cuesta me hace valorarlas. Cosas que a la mayoria ni se les ocurre valorarlas yles pasa sin saber integramente que son. Tu crees que debo sentir pena por ello? Yo no, veras yo he vvido en los dos lados, he caminado, saltado... pero te lo aseguro, ahora estoy "llena", y aunque te suene masoka, no lo cambiaria. Se que eres amigo de Rafa León, preguntale que dicen mis ojos...

La Conciencia social es inevitable Larry...

Un beso para ti y para tu xikitin

Larrey dijo...

Entiendo perfectamente lo que dices, pero también entiendo que la gente sienta que es una putada, porque nadie está en una silla de ruedas porque quiera. Pero claro, una vez superada esa barrera del lo siento, igualdad absoluta.

¿Admirar tu fortaleza entraría dentro de ese sentimiento de "lo siento"?

Mar Sánchez dijo...

Quizas no sea fortaleza... yo lo veo una aceptación, no resignación; una putada seria más si puedes evitarlo y no lo haces. Y soy consciente k hay personas en silla de ruedas k se rinden, eso si lo veo yo como un "lo siento" porque puede evitarse pero cada prsona es un mundo y si kiere rendirse es su opcion, totalmente respetable. Pero no estoy de acuerdo con el prejuzgar a simple vista...

P.D: Este año no se me pasa el concurso, aunque hace bastante que no escribo... tengo demasiados proyectos. pero keda prometido.

Besitos

Jésvel dijo...

Mira Larrey, el tema está muy claro: ver a tu hijo sentado en la silla te hace temer que algún día la necesite y, sencillamente, eso no te hace ni pizca de gracia. No te comas el tarro.

Tu reflexión es suficiente. Si algún día (Dios no lo quiera) tu hijo tuviese una "minusvalía", sencillamente seguirá siendo tu hijo.

Lo que dice Mar es cierto, yo tampoco me "volvería normal", llega un momento en que lo aceptas y lo sabes tuyo, es parte de ti. Entonces no quieres cambiar, porque tú eres así.

P.D. Yo, aunque uso silla de ruedas, sigo manteniendo autonomía con bastones, pero sé que acabaré sentado en la silla.

Elena dijo...

Es que debe impresionar ver a tu hijo sentado en una silla de ruedas...estoy segura que si es otro niño jugando, no sientes nada, está jugando, pero el tuyo es un impacto visual...eso es todo.