TIRAR DEL HILO

Me he puesto a tirar del hilo y la verdad es que la bilis, que ha hecho de libricante, ha permitido que desmadejara muchas realidades en mi cabeza. Es que al final de toda la madeja de mentiras he visto la fe. Sí, la he visto, frotándose las manos, esperando la entrada sufriente de los fieles. La he visto con su rostro de dama de negro animando a los sufridos mortales que honor a su calificativo. Cuanto más sufría el mortal en su tránsito más brillante era la sonrisa de la dama. A todo esto había un grupo de personas que osaban atentar contra este modus operandi, lanzando llamaradas de humanidad contra la dama e intentaban dulcificarle el tránsito al mortal, para que llegara a su destino con menor sufrimiento. Pero les duró poco la alegría, pronto la dama puso en marcha sus mecanismos, y al otro lado de la madeja llegaron los veladores de la fe y repusieron la vía del sufrimiento como único camino al descanso eterno. Y los pobres que intentetaron humanizar la pérdida de la humanidad que supone la propia muerte, sufrieron todo el rigor de la dama en forma de mentiras y desprecios. Y como su justicia es la divina, la dama y sus secuaces desautorizaron la terrenal y siguieron, con el libre albedrío de quien siempre está en posesión de la verdad, mintiendo y gozando con el sufrimiento ajeno. Así es como se gana el cielo esta gente. Como yo no quiero ir al cielo, entre otras cosas porque allí estarán ellos, los buenos, los lamelas y demás próceres de la cristiandad y la fe, espero que la dama sea condescendiente y permita a otros aligerar mi sufrimiento. Total, para un último viaje a ninguna parte, ¿no me van a permitir hacerlo en asientos reclinables, con algo de compañía y buena música?.
Después he conseguido despertarme, volver al mundo real, y he tenido que cerrar el periódico. Porque la madeja, la señora de negro y toda la demás ensoñación se había marchado, pero la bilis no, la bilis seguía ahí.