Aquel joven enfurecido entró como un loco en el aula, se detuvo con los ojos en blanco por el odio y comenzó a lanzar globos de agua contra alumnos y profesores. Después se detuvo y lanzó el más grande sobre su cabeza. Por suerte este muchacho vivía en un país donde era práctimente imposible encontrar un arma.
15 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Sin duda, sería una cierta ventaja la inexistencia de las armas. En cualquier caso, no puedo dejar de preguntarme si ese país imaginario sería en el fondo mejor que lo que tenemos en la actualidad, porque el rencor y la desesperación siguen estando ahí -digo en ese país imaginario-, sin que nadie pregunte por sus causas para tratar de ponerles remedio.
¿Un mundo feliz?
Abrazos
Ni mucho menos sería feliz, pero al menos no habría noticias de este tipo. Eso es como lo que me comentaba un amigo sobre los perros peligrosos, que lo importante era educarlos. Siempre digo lo mismo, si un perro de estos peligrosos pierde el norte, te mata, si lo hace un caniche, te arranca un dedo a lo sumo. Es el mal menor.
Y todo ello son gritos, gritos,....pero queremos estar todos muy sordos.
Saludillos
Merce
Publicar un comentario