11 de octubre de 2007

SI QUIERO ¿Y QUÉ?


Ahora hay una especie de escándalo por el tema de los matrimonios de conveniencia, al parecer recientísimo invento en esta España de 500 años de antigüedad, ¿verdad, Don Mariano?. La liga de baloncesto ha estado en un brete de no empezar por este tema. Y me pregunto ¿quien soy yo para cuestionarme las razones por las que dos personas van a casarse?. Esa es la verdadera pregunta. Por que me da que se está confundiendo moralidad con legalidad, y un matrimonio, lo disfracemos como lo disfracemos, no es más que un acuerdo comercial entre dos personas que se sella a nivel civil y que en muchos casos tiene su paralelismo en actos religiosos. Pero no es más que un contrato entre dos personas libres que deciden unir sus intereses vitales. A lo largo de la historia las personas se han casado por las razones más peregrinas que uno pueda imaginar, por presión social o familiar, por rutina, porque era lo que tocaba, por dinero, por ascender en el escalafón social, por política, e incluso hay gente que lo hizo por amor. Ahora lo hacen por conseguir ser español (eso debería hacer sentirse orgulloso a tanto patriota banderero que hay por ahí suelto), pues bueno, que lo hagan. La ley está para cumplirla, y si en la legislación está contemplado el matrimonio entre dos personas sin más cuestionamientos (nadie le preguntará a dos españoles si se casan o no por amor) pues no habrá que cuestionarlo. Y como la ley está también para cumplirla, pues si alguien cobra dinero por ello habrá que aplicarle la normativa vigente, y en todo caso regular esa actividad para que cotice, como las demás. Pero de ahí a plantear la nulidad del matrimonio creo que va un avismo. Porque esto puede ser un cachondeo, ya veo yo a ex rumiando su venganza poniendo denuncias cuando su ya no amada o amado culmine su cambio de vida con una boda. El problema está en que como todo lo que mueve dinero, y más si lo hace fuera de la presión fiscal, llama a personas dada al trapicheo y al negocio sucio, y hay verdaderas redes para facilitar las mitades que faltan para estas bodas blancas. Supongo que eso será lo que verdaderamente persiga la ley, porque que el peruanito (por decir uno) de turno pague 3.000 euros a una española que no encuentra la forma de llegar a fin de mes, y ambos se casen por el puro interés, sinceramente ¿hacen daño a alguien?. Porque es tan peligroso como, por ejemplo, que esa mujer acuda a mi casa a planchar y limpiar sin contrato y al final del año consiga ese dinero. ¿Que es más fácil?, por su puesto, pero igual de ilegal porque es un intercambio mercantil no sujeto a la fiscalidad. Punto. Ahí se acaba todo. La moralidad se me la guardan para asuntos de más alta alcurnia. Y a todo esto, que vivan los novios.

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