27 de octubre de 2007

IPECE


El jueves, la contraportada de El País desayunaba con Slavoj Zizek (filósofo esloveno) en el Hotel Santo Mauro de Madrid. Café solo, coca-cola y dos cruasanes. El filósofo, pensativo y barbudo, como uno tiende a imaginarse a un filósofo que se precie, nos comenta que ya no existe un Dios al que pedirle cuentas. Y no sé si le falta o no razón, pero cuentas, lo que se dice cuentas, hay que pedírselas al gerente del hotel. Bueno, a quien sea el responsable de los precios. Porque lo que he enumerado cuesta la friolera de 32, 10 euros. ¿No es una barbaridad?, y mira que he intentado hacer cuentas. El café 6 euros (¡ mil pelas !), la coca-cola otros 6 (ya van doce) con lo que me quedan 20 para los cruasan, 1.600 de las antiguas por cada uno de ellos. Para mí que es un error del periódico, o del Hotel. Es que no me cuadra, ¿qué les hubiera costado una botella de vino y dos platos de arroz con bogabante?. Supongo que el negocio no está en la hostelería externa, y de esa forma se quitan de enmedio a curiosos y aficionados a los salones de hotel, que si no, no me cuadra lo más mínimo. Menos mal que al día siguiente se fueron al Hotel Barceló de Oviedo y se desayunaron con Mazaltov Behar un café y un agua mineral por 3,20 euros. Por ese precio en el Santo Mauro madrileño no les hubiera dado ni la hora. Así que así es la ciudad donde vivo, caótica, deshumanizada y cara. ¿Qué hacemos aquí?. Algo tendrá...

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