2 de diciembre de 2008

MÁS CHULO QUE UN OCHO

Menudo soy yo, más chulo que un ocho, a mí me va a torear un simple ayuntamiento, pues solo me faltaba eso. No me atrevo a la insumisión fiscal porque en el fondo soy un bandolero de pacotilla y barra de bar. Un maquisindicalista, palabra que me he inventado y que viene a significar que uno tiene unas ideas de izquierdas casi radicales que esconde en el bosque de la empresa privada. El caso es que, como digo, chulo que es uno, todos los trámites fiscales relativos a pagos al ayuntamiento o a la comunidad (de Madrid, se entiende) los dejo para el último día. ¿Por qué?, no quiero que el ayuntamiento disponga de mi dinero hasta que sea estrictamente necesario. Ya lo digo, chulo que es uno. Eso me ha pasado con el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles). Nos llega puntual la comunicación, del 1 de octubre al 1 de diciembre. Perfecto, miramos calendario, el primero de diciembre es lunes, ese día pagaremos. Para que esta historia tenga más enjundia no diré que nos despistamos finalmente, sino que, por esa chulería que vengo pregonando, apuré hasta última hora. En Internet podemos hacerlo, hasta las ocho hay plazo. La chulería no me llega a tanto, así que antes de las siete me pongo a ello. ¿Conocéis a Enjuto Mojamuto?. Pues ese era yo, actualizar, clic, fallo de conexión, actualizar, clic, fallo de conexión, actualizar, clic, fallo de conexión....ahhhhh Internet, ahhhhh, Internet...No hubo forma, haría clic una media de tres veces por minuto durante hora y cuarto y no hubo forma, después de casi trescientos intentos con la misma respuesta, me resigné y me dediqué a mis menesteres paterno hogareños. Acabados, por simple curiosidad, sobrepasadas las nueve de la noche, volví a intentarlo y, sí, por fin, maravillas de la tecnología, logré conectarme para que la misma página que había estado casi una centena de minutos sin conexión me informara de que estaba fuera de plazo (¡ chulo ¡, faltó ponerle). Así que, este artículo y mi chulería, me va a costar hacer una cola más en el banco y quince euros (como mínimo) por recargos de demora. El precio de ser más chulo que uno ocho.

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