4 de diciembre de 2008


DON SANTIAGO

Este verano me compré las memorias de Santiago Carrillo. Siempre me había interesado como personaje público, pero me picó la curiosidad por leer cosas de toda su vida contadas en primera persona. No es que fuera un hombre al que no prestara atención antes ya que cada artículo que escribe en El País lo leía con fruición o bien le escuchaba en televisión o radio a menudo porque me interesa mucho lo que piensa. Creo que hay pocas personas en este país, en este caso un político, que me parezcan tan interesantes como él.

Sus memorias llenaron gran parte de las lecturas de mi verano, teniendo en cuenta que el libro es bastante largo y hace un recorrido desde su niñez y hasta estos días, y a medida que lo iba leyendo iba generándose en mi una envidia sana por la vida tan interesante que ha vivido. Una vida muy dura, en la que se topó, como varias generaciones, con una ruptura social tremenda que provocó una Guerra Civil espantosa, pero en los que pese a la tragedia, se produjeron los años más apasionantes que se han vivido posiblemente en toda Europa a nivel ideológico y social a lo largo del siglo XX.

Embarcado en el PSOE desde muy joven los años de la República le llevan a acabar afiliándose al PCE y a colocarse a la cabeza de la izquierda española.

Para la gente de derechas Carrillo siempre será el de la matanza de Paracuellos, esa es la imagen que el Régimen de Franco estuvo vertiendo sobre la sociedad oprimida española durante 40 años. Pero como él explica en el libro y entiendo perfectamente lo que dice, esas matanzas, que existieron y él no niega, se debieron a que Madrid vivía unos días de caos y violencia extrema y pese a ser él el responsable de la seguridad en la capital, no pudo evitar que grupos de descontrolados que trasladaban presos hacia Valencia cometieran barbaridades y atrocidades varias. El extremismo ideológico y social de personas en teoría de izquierdas hizo que se cometieran tremendos abusos sobre todo los primeros meses de la contienda.

Pero para mi, si por algo habrá que recordar a Carrillo es porque pese a las grandes alabanzas que se ha llevado Suárez como gran Presidente de la Transición, él fue sin duda el gran artífice de la reconciliación de la sociedad española pese a que la izquierda más extrema fue la más salvaje y duramente castigada por el Régimen. Si él no hubiera tendido la mano tal y como lo hizo, la Transición nunca hubiera sido como fue.

Además, una vez que cedió a las tentaciones de la izquierda de pedir revancha, supo demostrar que era un demócrata de los pies a la cabeza al reconocer sus sucesivas derrotas en las urnas y admitir que la mayoría de la sociedad apoyara más al PSOE. Carrillo ha sabido evolucionar ideológicamente nunca en defensa de sus intereses personales sino en defensa de los intereses de la sociedad española.

Cuando leo un artículo suyo o cuando le escucho siempre pienso en su exquisita sensatez y creo que es una figura clave en la historia de España del siglo XX. Éste es mi humilde homenaje.

1 comentario:

Larrey dijo...

Madre, lo de Paracuellos...es que es la releche.