27 de diciembre de 2008


LA GUARIDA DEL VIENTO


Llega un instante en que el dolor nos puede
E, inermes, decidimos


Pasar página.


Pero ocurre
Que, a veces,


Llevamos ya el dolor tan hondo en las pupilas
Que, página tras página, de nuevo
Se graba en el papel con nuestras lágrimas.


Y, entonces, resolvemos
¡ARRANCARLAS!


Y el viento las arrastra hacia el ocaso
Teñidas con el llanto inconsolable
Que, rojo, coagulado y sin aliento,
Agónicas derramanNuestras alas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Larrey, me quito el sombrero y el peluquín ante este hermoso poema.
Pero ocurre
que ni de coña
quiero arrancarme las lágrimas.
Pues sin ellas
ya no sería yo.
Y tampoco
deseo darle al ocaso ese gustazo.
Larrey, yo no mezclaría "lágrimas" con "llanto": suena redundante, si me permites la bienintencionada observación.

Larrey dijo...

Muchas gracias por el piropo y por el consejo, que espero le llegue al autor, porque esta sección sabadeña es obra y gracia del insigne Rafael León, nuestro poeta de guardia y colaborador del blog. Por mi parte soy poco dado a la poesía, es más la prosa lo mío. Veo que tú a los pareados le das con acierto ¿o me equivoco?

ralero dijo...

Gracias, ambrotos. Y tienes razón; cuando nos arrancamos un sentimiento y su expresión, ya sean lágrimas o sonrisas, dejamos de ser nosotros.

Y eso tiene que ver mucho con tu observación, pues ese "llanto inconsolable" "rojo, coagulado..." se establece como metáfora que para nada se refiere ya a las lágrimas, sino a esa herida, a esa pequeña o gran muerte que se produce en nuestro yo, precisamente, cuando arrancamos -o queremos hacerlo sin lograrlo- alguno de esos sentimientos.

Un abrazo.