Lo malo de esas contraseñas no es que el jefe termine por mosquearse -imagino que un 99 por ciento, hasta muchos de aquellos con poco sentido del humor, se hubiesen partido de risa con la "ocurrencia"-, lo malo es que cualquier desaprensivo no tardaría mucho en descubrirlas.
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Lo malo de esas contraseñas no es que el jefe termine por mosquearse -imagino que un 99 por ciento, hasta muchos de aquellos con poco sentido del humor, se hubiesen partido de risa con la "ocurrencia"-, lo malo es que cualquier desaprensivo no tardaría mucho en descubrirlas.
Un abrazo.
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