Cada vez que salgo y de madrugada andamos mendigando un vehículo con raya roja y lucecita verde, pienso lo miso, que gran invento sería la teletransportación. Cerrar los ojos y aparecer en la cama, con el pijama puesto y todo, que gustito. Y si en el camino va una ducha, mejor que mejor, porque hay que ver cuando uno deja de ser asiduo a los bares como es consciente de algunos aromas eternos. Si prosperara la ley antitabaco en los locales de ocio sería la ruina del borreguito. El caso es que pensando en esto de la teletransportación, racionalista que es uno incluso cuando fantasea, pues me digo, claro, que tu cuerpo se desintegre en un punto y se vuelva a integrar en otro, pues como que debe de ser muy arriesgado, así que seguramente cabría la posibilidad de que una parte o el todo se perdiera en el camino. Es decir, cinco amigos se teletransportarían a casa después de una juerga y luego mensajito al movil: entero, ok, ¿tu?. Incluso estaríamos hablando de porcentajes. 1 de cada 1.000.000 de teletransportados muere en el viaje. No parece un porcentaje excesivo, pero ¿te teletransportarías tú sabiendo que uno de cada millón que lo hace no se vuelve a integrar?. Yo, desde luego que no, ni dejaría que nadie de mi familia lo hiciera. Entonces, ¿por qué asumimos las muertes de tráfico con tanta tranquilidad?. ¿Es solo porque ese a mí no me va a tocar de la teletransportación es puro azar (nadie podría decir es que me teletransporto mejor que nadie)?. ¿Nos creemos, por tanto, que no nos va a tocar un accidente porque somos los mejores al volante?. ¿Es esa arrogancia la que hace que operación retorno tras operación salida tengamos un baile de números mortales?. Todo esto lo pensaba mientras buscaba el coche en el parking (hay tan pocas lucecitas verdes los sábados que ya no queda más remedio). Una vez dentro, antes de arrancar, pensé igualmente ¿cuantas probabilidades reales hay de que no llegue a la cama esta noche?. Por suerte, y puesto a ser macabros, el pijama que me puse aquella noche no era de madera. Pero el miedo queda, no lo dudes.
8 de abril de 2008
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6 comentarios:
Acuérdate de The Fly.
La verdad es que así arriesgamos cada día. Sin pensar en ello...
Pero vaya, que la idea de la teletrasportación me ha fascinado ¡quien sabe! quizá no está tan lejos esa solución...
:)
El miedo queda porque, por muy buen conductor que seas, no sabes lo que puedes encontrar a la vuelta de la esquina.
así debería ser, oyros, pero nadie piensa que le va a tocar, en cambio, si fuera la lotería del azar, muchos no querrían jugarla.
Ese día tu bebiste garrafón, porque mira que pensar en estas cosas de madrugada camino del parking!!!
¿La 00 tiene versión garrafón?. Ay, qué tiempos aquellos en que mis males se reducían a una pertinaz resaca...
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