22 de abril de 2008

GITANOS


Para mí los gitanos no son los gitanos. Para mí, durante años, los gitanos eran los chabolistas macarras que vivían en el descampado de final del parque, esos que nos intentaban robar el balón, los que nos querían quitar las chaquetas cuando estaban apiladas haciendo de poste o las bicicletas, chacho, déjame una vuelta (que no vuelvo, faltaría apostillar). Les teníamos miedo y la zona donde vivían era un lugar misterioso en el que ni el más valiente se atrevía a adentrarse. Es cierto que bastaba plantarles cara (lo descubrimos cuando los mayores del barrio empezaron a hacerlo) para darnos cuenta de que en el fondo tenían todo en su sitio como nosotros, y eso incluía sus dosis de adrenalina y miedo, pero a nosotros nos podía el prejuicio. Que si se mira como tal no era pre, sino juicio, empírico, basado en la experiencia. Pero claro, ser gitano no es necesariamente vivir en una chabola, la cultura gitana es otra cosa. Ni buena, ni mala, ni todo lo contrario, es como todas las culturas que se aferra a la tradición como un naúfrago a un salvavidas, una cultura condenada al ostracismo, pero no necesariamente peor que otras muchas culturas concha, encerradas en sí misma. Pero eso tardé muchos años en descubrirlo, porque hasta bien entrada la juventud, empecé a cambiar de idea. ¿Sabéis como?, un día vi un reportaje de la presidenta de la asociación de gitanos y me dije, ¿esa?, ¡ esa no es gitana !. Es que no se parecía nada a las mujeres regordetas, con zapatillas de estar por casa que recibiendo en la puerta de la cabola a los gitanillos que acababan de intentar robar las bicicletas. Ya sabeís, cosas de los prejuicios.

2 comentarios:

raul rodriguez dijo...

ira er payo lo que disee, endevé que te doy con er mechero larrey..
un abrazo desde la luz

ralero dijo...

Jajajaja, mira papa, que salao ej er rauleeeeese.

Bueno, en el fondo todo se reduce a pobres y ricos (esto último es un disí, claro).

Abrazos.